Destrucción es una palabra un poco fuerte a nuestros oídos, quizá porque produce temor, y que según el Diccionario Enciclopédico
significa “pérdida grande”, “pérdida casi irreparable”, “ruina”, “asolación”, “terminación
de algo”.
Sabes, en el tiempo en que Jesús vivió en la tierra él
mostró respeto por el templo y amor por la ciudad santa de Jerusalén. El primer
templo fue construido durante el reinado del rey Salomón y fue de una belleza
incomparable, pero fue destruido más tarde en tiempos de Nabucodonosor. El
segundo templo, fue construido de forma más modesta pero también de gran
esplendor y también fue destruido posteriormente por los romanos, quedando una
mínima parte en pie de esta gran construcción. En este II templo, Jesús acudía
regularmente, fue presentado a los pocos días de nacer, asistía con sus padres
a la Fiesta de la Pascua, afuera del
templo Jesús expulsó a los mercaderes y los sacó a la calle, porque sentía que
profanaban la casa de Dios que es casa de oración y, lo más importante, fue en
este templo que se rasgó el velo cuando
Jesús murió en la cruz; pero antes de que esto sucediera, El había profetizado
que este templo sería destruido.
Como dice en Mt. 24: 1-2 “Cuando Jesús salió del templo, sus
discípulos se le acercaron para mostrarle los edificios del templo. Entonces él
les dijo: ¿Ven ustedes todos estos edificios? Les aseguro que todos ellos serán
destruidos. ¡Ni una sola piedra quedará en pie!
En la actualidad, de
este templo sólo quedan las ruinas del Muro de las Lamentaciones que es
visitado por miles de judíos, y que para ellos esta pequeña parte del templo,
representa una de las promesas de Dios, el pacto con su pueblo. En este lugar hacen
peticiones a Dios en papelitos y los meten entre las piedras del muro.
Aunado a lo anterior, puedes ver, que el templo
físicamente no ha sido construido nuevamente, pero al morir y resucitar Jesús,
El quiere que estemos unidos con El, que seas parte de un solo cuerpo
espiritual, porque sólo de esta forma puedes afrontar el mal que acosa a las
sociedades en general a cada momento. Las
atracciones del mundo son tentaciones tan poderosas, que debido a la falta de
control de tus pensamientos, de tus emociones o quizá de ignorancia por no
conocer de Dios caes en situaciones peligrosas y destructivas para tu vida.
Así dice 1 Cor. 6:19-20 El cuerpo de ustedes es como un
templo, y en ese templo vive el Espíritu Santo que Dios les ha dado. Ustedes no
son sus propios dueños. Cuando Dios los salvó, en realidad los compró, y el
precio que pago por ustedes fue muy alto. Por eso deben dedicar su cuerpo a
honrar y agradar a Dios”.
Es urgente que el ser humano conozca y acepte a Jesucristo
en su vida, ya que con su presencia, tú como ser humano no sentirás carencias, te sentirás pleno, gozoso, porque sin El
experimentas que te falta algo constantemente, quizá porque tu mirada está
puesta en los afanes pasajeros de este mundo; te fijas, entre otros aspectos, un
caso, el amor al dinero, tienes buen trabajo, ganas un buen sueldo, pero deseas más, podría ser por una competencia desmedida o por como dicen por ahí, entre
más ganas más gastas. Otro caso, cuidar tu mente, son tantas las diversiones no
sanas, como el alcoholismo, drogadicción, pornografía, que si las realizas con
frecuencia, formas malos hábitos. Otro punto, sexo, relaciones prohibidas, buscas
relaciones equivocadas, ya seas casado o soltero, que pueden darse por no
guardar distancia con compañeros del otro sexo, por insatisfacción personal, o
por otra razón injustificada, pero que no produce una relación sana ni
aceptable a Dios.
Como dice Pablo en la 1ª. Carta a los Corintios: “Algunos de
ustedes dicen: <Soy libre de hacer lo que yo quiera>. ¡Claro que sí! Pero no
todo lo que uno quiere, conviene; por eso no permito que nada me domine.”
Por lo que es importante que cada persona se ame a sí mismo,
se conozca a sí mismo, que identifique sus debilidades, reconozca sus faltas,
se arrepienta y, las ponga en manos de
Dios para que con su misericordia, El te ayude a no caer en los mismos errores
y trasciendas a ser mejor pues con tu nueva identidad, El te acepta como su hijo.
Así dice el rey David en Salmos 51: 17 “Para ti, la mejor
ofrenda es la humildad. Tú, mi Dios, no desprecias a quien con sinceridad se
humilla y se arrepiente”.
Con Jesucristo en tu corazón, sentirás amor y seguridad en ti
mismo y podrás amar a los demás. Pero es
importante desarrolles tu carácter, que seas firme en tus convicciones, que
practiques tus valores adquiridos desde la infancia y los aprendidos a través
de la experiencia para lograr una
autoestima positiva, que aprendas a valorarte, de que tú mereces lo mejor,
hacer “lo bueno”, aceptar a los otros con sus cualidades y defectos, a no considerarte
como víctima, de forma que avances en tu
crecimiento y no sigas en el camino a la destrucción de tu esencia como persona ni destruyas a los que están a tu lado.
Porque de lo malo, buscas justificación
y la puedes encontrar y ser válida para ti pero no para los ojos de
Dios. Sería bueno que leas la Palabra de
Dios como tu alimento diario para que estés bajo su protección.
Por último dice en 1ª.Cor. 4:29 “Cuando alguien pertenece al
reino de Dios, lo demuestra por lo que hace y no sólo por lo que dice.
Con Alta Estima,
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