Dios volvió a hablarme cuando me llevaban a Babilonia junto con los
prisioneros de Judá y Jerusalén. Cuando llegamos a Ramá, el comandante
Nebuzaradán me quitó las cadenas y me dijo a solas: El Dios de Israel me pidió
que te dijera que él mandó este desastre sobre tu país, para cumplir con sus
amenazas. Ustedes se rebelaron contra él y fueron muy desobedientes. Por eso
les pasó todo esto. Ahora mismo voy a quitarte de las manos esas cadenas. Si
quieres, puedes venir conmigo a Babilonia; ahí yo te cuidaré muy bien. Si no
quieres, puedes irte a donde quieras. ¡Toda la tierra está a tu disposición!
Como Nebuzaradán me vio indeciso, me dijo: El rey de Babilonia ha
nombrado a Guedalías como gobernador de las ciudades de Judá. Creo que te
conviene quedarte a vivir en este lugar, con él y con tu pueblo. Pero estás en
libertad de ir a donde quieras.
Dicho esto, Nebuzaradán me dio bastante comida y un regalo, y me dejó
ir. Fue así como me quedé en Israel, con la gente de Judá que no fue llevada
prisionera a Babilonia. Me quedé a vivir en Mispá, cerca de la casa de
Guedalías.
El rey de Babilonia nombró a Guedalías gobernador de Judá. Lo puso a
cargo de los que se habían quedado allí, que eran los más pobres del país.
Cuando se supo la noticia, algunos jefes y soldados de Judá todavía estaban en
el campo. Entonces fueron a Mispá, junto con los soldados que estaban bajo su
mando, y se presentaron ante Guedalías. Entre ellos estaban Ismael, los
hermanos Johanán y Jonatán, Seraías, Jezanías y los hijos de Efai.
Guedalías les dio ánimo a todos ellos, y les hizo la siguiente
promesa: No tengan miedo de los babilonios. Quédense a vivir en Babilonia, y
ríndanse al rey. Yo les prometo que les irá bien. Voy a quedarme a vivir en
Mispá, y cuando los babilonios vengan acá, yo hablaré a favor de ustedes. Sólo
les pido que vuelvan a sus ciudades, y que se encarguen de cosechar los frutos
de verano, y de almacenar el vino y el aceite.
Los judíos que estaban en Moab, Amón y Edom se enteraron de que el rey
de Babilonia había dejado en Judá a unos cuantos judíos, y que había puesto a
Guedalías como gobernador de Judá. También lo supieron los judíos que vivían en
otros países, así que todos ellos vinieron para volver a establecerse en Judá.
En cuanto llegaron, fueron a presentarse ante el gobernador Guedalías, que
estaba en Mispá. También ellos se dedicaron a cosechar los frutos de verano y a
guardar mucho vino en las bodegas.
Un día, Johanán hijo de Caréah fue a Mispá para hablar con Guedalías.
Lo acompañaron todos los jefes militares que estaban en el campo. Al llegar, le
dijeron: Queremos advertirte que Baalís, el rey de Amón, quiere matarte. Para
eso ha encontrado a Ismael hijo de Netanías.
Como Guedalías no les creyó, Johanán le propuso en secreto: Guedalías,
no podemos permitir que ese Ismael te mate. Si llega a matarte, se dispersarán
todos los judíos que se han puesto a tus órdenes, y con eso Judá acabará de
hundirse. ¡Déjame ir a matarlo! ¡Te prometo que nadie sabrá quién lo hizo!
Pero Guedalías le advirtió a Johanán: ¡Ni se te ocurra hacerlo! ¡Eso
que me dices de Ismael es pura mentira!
Aquí puedes darte cuenta, que el hombre a veces se encuentra en la disyuntiva de
tener que elegir un camino, Dios le ha dado libre albedrío, es decir tiene
libertad para irse para donde él quiera, pero el Señor con su amor infinito
dotó al hombre de una conciencia, una voz interior que avisa al hombre que lo
que está haciendo no está bien pues al estar apegado a la Palabra de Dios le da
discernimiento y sabe elegir lo correcto.
No obstante, en este capítulo, puede el hombre valorar la actitud
sincera del Profeta Jeremías, se le presenta la oportunidad de irse con los
israelitas a Babilonia obteniendo privilegios, pero prefirió elegir con
sencillez quedarse con los oprimidos, pobres para predicar la Palabra de Dios,
aceptó vivir en la adversidad pero pensando que era la forma de proceder que
agradaría a Dios, ayudar a otros en tiempo de desolación.
Sabes, es importante estar alertas y preparados en el conocimiento de
Dios, morir al “yo” para dar lo mejor de sí mismos.
Con Alta Estima,
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