lunes, 7 de abril de 2014

Tú has hecho pedazos un yugo de madera…


Había en el pueblo de Gabaón un profeta llamado Hananías hijo de Azur. Cuando Sedequías tenía cuatro años de reinar en Judá, Hananías habló conmigo en el templo de Dios, en presencia de los sacerdotes y de todos los que estaban allí y me dijo: El Dios todopoderoso afirma: Voy a quitarle todo su poder al rey de Babilonia, porque sacó de mi templo todos los objetos de valor, y se los llevó a su país. Pero dentro de dos años los traeré devuelta a Jerusalén. También traeré de vuelta a Joaquín hijo de Joacín, que era rey de Judá, y a todos los habitantes de Judá que fueron llevados como esclavos a Babilonia. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que voy a acabar con el poder del rey de Babilonia.

Yo le contesté, también en presencia de los sacerdotes y de todos los que allí estaban: ¡Qué bien, Hananías! ¡Quiera Dios hacer todo eso que ahora nos anuncias! Sería muy bueno que los babilonios devolvieran los utensilios del templo de Dios, y que volvieran acá todos los que fueron  llevados prisioneros a Babilonia. Pero antes escucha esto, y también ustedes, los que están aquí presentes: Los profetas que vinieron antes que nosotros anunciaron que habría guerra, hambre y enfermedades en muchas naciones y en grandes reinos. Pero cuando un profeta habla de paz, sabremos que habla de parte de Dios sólo sí se cumplen sus palabras.

Entonces el profeta Hananías tomó el yugo que llevaba yo en el cuello, el cual representaba el poder de Babilonia, y lo hizo pedazos. Y dijo delante de todos: Esto es lo que Dios ha declarado: Dentro de dos años haré pedazos el poder del rey de Babilonia, y no volverá a dominar a las naciones.

Yo me retiré de allí, pero algunos días después Dios me dijo: Jeremías, ve y dile de mi parte a Hananías lo siguiente: Tú has hecho pedazos un yugo de madera, pero ahora voy a cambiarlo por uno de hierro. Yo soy el Dios todopoderoso, y voy a darle al rey de Babilonia un poder extraordinario. Ahora va a dominar a todas estas naciones, y las hará sus esclavas. ¡Hasta las bestias del campo estarán bajo su dominio!

Entonces yo le dije a Hananías: Ahora escúchame tú, señor profeta. Tú estás haciendo que este pueblo crea en una mentira, pues Dios nunca te envió a hablarles. Lo que Dios ha declarado es que va a destruirte por completo. Con tus palabras has hecho que este pueblo se rebele contra Dios. Por eso, antes de que termine el año, morirás. Y así sucedió: en el mes de Etanim de ese mismo año, el profeta Hananías murió.

Así pues, la vida del hombre debe ser disciplinada, sometida bajo la autoridad de Dios, cumpliendo  sus enseñanzas en su diario vivir porque la ley de Dios sólo enseña al hombre a que se comprometa con El, a que aprenda a tomar responsabilidades y cumpla sus mandatos, para que le vaya bien, pero el hombre al cometer pecado  la convierte en un yugo que le produce ataduras pues el pecado hace que el hombre caiga en esclavitud.

Lo importante, es que el hombre recuerde que Dios es misericordioso pues es un Dios de amor, y cuando el hombre acepta a Dios en su corazón, obedece su ley, por tanto se somete por sí mismo a la autoridad y dirección de Jesucristo.

Ahora bien, al haber desarrollado el hombre una conciencia sobre el bien, se aparta de lo malo. Entonces el ser humano construye sus acciones en base a una mejor convivencia pues existe un desarrollo social, donde la paz sea el cimiento fundamental para que haya equilibrio en las relaciones interpersonales, que sean duraderas en cualquier contexto en que se encuentre cada persona  y exista armonía entre unos y otros.

Y, por ende el hombre establecerá la paz en la tierra, pero es conveniente, que cada persona haga su mejor esfuerzo por ser mejor cada día, que reflexione diariamente y corrija sus errores, lo que le ayudará a crecer interiormente, pero para lograrlo, es imprescindible que busque a Dios, que se vuelva a El, que le conozca a través de su Palabra y aprenda a imitar a Jesucristo, siguiendo el orden establecido por El, que no puede ser cambiado.

No obstante, puedes darte cuenta que la Palabra es el cimiento que ayuda al hombre para construir una vida de valores, pero sabes, el hombre sabio debe creer en Dios, meditar su Palabra, practicar sus enseñanzas cada día de su vida y esperar en sus promesas, entonces, El le dará la paz anhelada para construir un mundo más auténtico.


Con Alta Estima,

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