El Dios de Israel declara: El día que vuelvan de Babilonia, yo seré el
Dios de todos los israelitas, y ellos serán mi pueblo. Cuando andaban por el
desierto, yo les demostré mi gran amor. A los que no murieron en la guerra, los
hice descansar. Hace mucho, mucho tiempo me aparecí ante ellos y les dije:
Pueblo de Israel, siempre te he amado, siempre te he sido fiel. Por eso nunca
dejaré de tratarte con bondad. Volveré a reconstruirte, y volverás a danzar
alegremente, a ritmo de panderetas. En las colinas de Samaria volverás a
plantar viñedos, y disfrutarás de las uvas. Muy pronto los guardias gritarán
por las colinas de Efraín: ¡Vengan, vayamos a Jerusalén, y adoremos a nuestro
Dios.
El Dios de Israel dice: ¡Canten alegres, israelitas! ¡Ustedes son los
más importantes entre todas las naciones! En sus alabanzas canten: ¡Tú, Dios
nuestro, nos salvaste! ¡Salvaste a los pocos israelitas que un quedábamos con
vida! Yo los haré volver de Babilonia, los haré volver de todos los rincones
del mundo, y los llevaré a su tierra. Serán muchos los que vuelvan. Volverán
los ciegos y los cojos, las que estén embarazadas, y las que llevan bebés en
brazos.Vendrán arrepentidos, con lágrimas en los ojos, y yo los llevaré por
un camino seguro. Israel, yo soy tu padre, y tú eres mi hijo mayor.
Dios les dice a las naciones: Escuchen mi mensaje. Digan a las islas
lejanas que yo dispersé a Israel, pero que volveré a reunirlo. Ahora voy a
cuidarlos, como cuida el pastor a sus ovejas. Rescataré a los israelitas; los
libraré del poder de ustedes, pues son más fuertes que ellos. Cuando ellos
lleguen a Jerusalén disfrutarán de mis bendiciones. Yo les daré trigo, vino y
aceite, y también vacas y ovejas, para que hagan fiesta. Serán como un jardín
bien regado, y nunca más perderán su fuerza. Yo les daré consuelo; cambiaré su
dolor en danza y su tristeza en alegría. Bailarán alegres jóvenes y viejos. Los
sacerdotes y mi pueblo disfrutarán de mis bendiciones, y tendrán más de lo que
necesitan. Les juro que así lo haré.
El Dios de Israel dice: Grandes llantos y lamentos oyó la gente de
Ramá. Es Raquel, que llora por la muerte de sus hijos, y no quiere ser
consolada. Pero Dios le dice: Sécate las lágrimas, Raquel; ya no sigas llorando
ni pierdas la esperanza. Tus hijos volverán a su patria; volverán de ese país
enemigo, y tu sufrimiento se verá recompensado. Te juro que así será.
Ya he escuchado a mi pueblo llorar amargamente. Los he oído
reclamarme: Dios de Israel, ¡tú eres nuestro Dios! Éramos como un toro salvaje,
pero tú pudiste demorarnos y ahora sabemos obedecer ¡Acéptanos de nuevo! Cuando
jóvenes, te abandonamos; pero ahora estamos arrepentidos. ¡Estamos tan avergonzados que nosotros mismos
nos herimos!
Pero yo les he dicho: ¡Ustedes son mi pueblo preferido; ¡Y los quiero
más, que a nadie! Es verdad que los reprendo, pero siempre pienso en ustedes.
¡Los amo de todo corazón! ¡Les tengo un gran cariño! Amado pueblo de Israel,
¡regresa ya a tus ciudades! ¡Pon señales en el camino para que puedas
encontrarlo! ¡Deja ya de andar perdido! ¡Deja ya de serme infiel! Yo soy el
Dios de Israel, y he creado algo nuevo y sorprendente, tanto que nadie podría
imaginárselo.
En un sueño, el Dios todopoderoso me dijo: Cuando yo haga volver a los
israelitas del país donde ahora son esclavos, los que viven en las ciudades de
Judá volverán a decir: ¡Dios te bendiga, Jerusalén! ¡Ciudad elegida por Dios!
¡Dios te bendiga, templo de Dios, pues en ti habita la justicia!
Allí vivirán todos los que ahora viven en las ciudades de Judá, junto
con los campesinos y los pastores de ovejas. A los que tengan hambre les daré
de comer, y a los que tengan sed les daré de beber. Cuando me desperté y abrí
los ojos, me di cuenta de que había tenido un sueño muy hermoso.
El Dios de Israel dice: Viene el día en que haré que Israel y Judá
vuelvan a poblarse de gente y de animales. Así como antes me dediqué a
derribarlos, arrancarlos y destruirlos, ahora me dedicaré a plantarlos,
reconstruirlos y ayudarlos a crecer. Cuando llegue ese día, nadie volverá a
decir: Los padres la hacen, y los hijos la pagan, porque cada quien será
responsable de sus propios actos. En otras palabras, cada uno de ustedes morirá
por su propio pecado.
El Dios de Israel dice: Viene el día en que haré un nuevo pacto con el
pueblo de Israel y con el pueblo de Judá. En el pasado, tomé de la mano a sus
antepasados y los saqué de Egipto, y luego hice un pacto con ellos. Pero no lo
cumplieron, a pesar que yo era su Dios. Por eso, mi nuevo pacto con el pueblo
de Israel será este: Haré que mis enseñanzas las aprendan de memoria, y que
sean la guía de su vida. Yo seré su Dio, y ellos serán mi pueblo. Les juro que
así será.
Ya no hará falta que unos sean maestros de otros, y que les enseñen a
conocerme, porque todos me conocerán, desde el más joven hasta el más viejo. Yo
les perdonaré todas sus maldades, y nunca más me acomodaré de sus pecados. Les juro
que así será.
El Dios todopoderoso dice: Yo hago que el sol alumbre de día, y que la luna y las estrellas alumbren de noche.
Yo hago que ruja el mar y que se agiten las olas. ¡Yo soy el Dios de Israel!
¡El día que estas leyes naturales lleguen a faltar, ese día el pueblo de
Israel! Dejará de ser mi nación preferida. El día que alguien pueda medir la
altura del cielo o explorar lo profundo de la tierra, ese día yo rechazaré a mi
pueblo por todo el mal que ha hecho. ¡Pero eso nunca sucederá! ¡Les doy mi
palabra!
El Dios de Israel dice: Viene el día en que Jerusalén, mi ciudad, será
reconstruida donde la torre de Hananel hasta el portón de la Esquina, y de allí
hasta la colina de Gareb y el barrio de Goá. Y serán dedicados a mí el valle
donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y también los campos que llegan
hasta el arroyo de Cedrón y hasta la entrada de los Caballos, en la esquina del
este. ¡Nunca más la ciudad de Jerusalén volverá a ser arrancada ni destruida!
Así pues, lo más importante es que el hombre se vuelva a Dios, pues
con El asido de la mano logrará vencer toda circunstancia pues el amor de Dios
es infinito, pero es conveniente que el hombre ponga su confianza en Dios ya
que El siempre es fiel, trata a cada persona con bondad.
No obstante, el ser humano debe arrepentirse y Dios le guiará por un camino seguro. ¡Animo! Es tiempo de
estar atentos al mensaje de Dios, ya que
su Palabra es de esperanza, de consuelo pues con la presencia de Dios en su
vida el hombre disfrutará de sus bendiciones y tendrán en abundancia, pero sobretodo,
Dios perdonará al hombre sus maldades y borrará sus pecados, pero es necesario
que el hombre se discipline y forme hábitos de obediencia y deje de andar extraviado,
sino al contrario, que el hombre esté apegado a la Palabra de Dios, la memorice y
Dios le dará sabiduría para que pueda crecer espiritualmente.
Sabes, cada persona es responsable de sus actitudes, por lo tanto, es
conveniente que cada día el hombre reflexione si su vida ha sido fortalecida,
si sus convicciones son firmes de forma que reconstruye su andar de acuerdo a
lo que agrada a Dios.
Con Alta Estima,
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