Cuando Joacín hijo de Josías era el rey de Judá, Dios me habló de
nuevo y me dijo: Jeremías, quiero que vayas a hablar con los descendientes de
Recab. Invítalos a venir a una de las salas de mi templo. Una vez que estén
allí, ofréceles una copa de vino. Yo fui
en busca de Jaazanías, hijo de mi tocayo Jeremías y nieto de Habasinías.
También fui en busca de todas las familias descendientes de Recab, y las llevé
al templo. Nos reunimos en la sala de los hijos de Hanán hijo de Igdalías, que
era un hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los jefes, y
estaba encima de la de Maaselas hijo de Salum, que era el que vigilaba la
entrada del templo.
Allí les ofrecí vino a todos ellos, pero me respondieron que ni ellos
ni sus hijos acostumbraban beber vino, porque su antepasado Jonadab hijo de
Recab se lo había prohibido. También me dijeron que tenían prohibido sembrar semillas, plantar viñedos,
tener propiedades y construir casas. Jonadab les había dicho que, si querían
vivir mucho tiempo en la tierra donde vivían como peregrinos, tenían que
habitar siempre en carpas.
Los recabitas habían seguido al pie de la letra, todas las
instrucciones de su antepasado Jonadab, Pero cuando el rey de Babilonia invadió
Israel, ellos decidieron refugiarse en Jerusalén, para escapar del ejército de
Babilonia y de Siria.
Entonces el Dios de Israel me dijo: Jeremías, ve y dile a toda la
gente de Judá y de Jerusalén que se fijen en el ejemplo de los recabitas. Eso
es lo que yo quiero: que obedezcan sin falta mis mandamientos. Jonadab les
ordenó que no bebieran vino, y hasta el día de hoy siguen obedeciendo esa
orden. Ustedes, en cambio, no me hacen caso, aun cuando una y otra vez les he
pedido que me obedezcan. Siempre les he mandado a mis profetas, para decirles
que dejan de hacer lo malo y no adoren a otros dioses. Les he pedido que me
obedezcan, para que puedan vivir en la tierra que les prometí a ustedes y a sus
antepasados. Sin embargo, ustedes insisten en desobedecerme.
Los descendientes de Jonadab siempre han obedecido la orden de su
antepasado; en cambio, ustedes nunca han sido obedientes. Por eso ahora les
anuncio todos los castigos que enviaré sobre Judá y sobre todos los que viven
en Jerusalén. Los voy a castigar porque no han prestado atención a mis palabras
ni han obedecido mis mandamientos. Yo, el Dios todopoderoso, les juro que así
será.
Yo fui y hablé con los recabitas. Les dije: El Dios todopoderoso me
manda a decirles lo siguiente: Ustedes siempre han obedecido las órdenes de su
antepasado Jonadab. Han seguido al pie de la letra todas sus instrucciones. Por
eso, yo les prometo que uno de sus descendientes siempre estará a mi servicio.
Ahora bien, como puedes darte cuenta vivir como peregrino es ir
transitando un camino diferente, apartado de lo trivial pues la persona vive
apegada a las enseñanzas de Dios mostrando sencillez en todo lo que hace para
servir y agradar a Dios. Asimismo, en este angosto camino, Dios es el guía, El
iluminará la mente y el corazón del hombre que le obedece fielmente.
Por lo tanto, es tiempo de que
el hombre esté preparado, que tenga temor del Señor, que no se afane por los
lujos del mundo sino más bien por ser mejor persona cada día, que sea ejemplo
con su conducta y sirva de parámetro para que impacte a la sociedad en que se
desenvuelve y, por ende al mundo actual, ya que el hombre está perdiendo
valores y principios, cayendo en el caos al no seguir el orden establecido por
Dios. Así pues, es hora de que el hombre se levante y siga adelante, que
imite lo bueno y no se deje llevar por lo intrascendente. Sabes, es momento de
que el hombre se vuelva a Dios, que se arrepienta de sus faltas y se enmiende,
que obedezca a Dios, y entonces recibirá bendiciones y será prosperado.
Con Alta Estima,
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