El Dios de Israel dijo: ¡Qué mal les va a ir a esos gobernantes que
descuidan a mi pueblo y lo destruyen! Jamás se preocupan por él. Al contrario,
se comportan como esos pastores que abandonan a sus ovejas. Les advierto que
voy a castigarlos, porque abandonaron a mi pueblo en manos de otras naciones.
Sin embargo, aunque permití que así fuera, yo mismo haré que mi pueblo vuelva a
su país, y que se convierta en una gran nación. Le daré otros gobernantes que
lo protejan, y así no volverá a tener miedo. Juro que así lo haré.
En el futuro haré que un rey justo y sabio gobierne a mi pueblo. Será
de la familia de David, gobernará con verdadera justicia, y le pondrán por
nombre “Dios es nuestro salvador”. Durante su reinado mi pueblo vivirá en paz y
libertad.Yo les aseguro que viene el día en que ya no se dirá: ¡Lo juro por
Dios, que sacó a Israel de Egipto! Más bien, se dirá: ¡Lo juro por Dios, que
sacó de todos los países adonde lo había expulsado! Entonces los israelitas
habitarán en su propio país.
Yo, Jeremías, les advierto a los profetas: Dios me dio un mensaje
especial. Por eso siento un dolor profundo y me tiembla todo el cuerpo; ¡Hasta
parezco un borracho a punto de caerse! Los habitantes de este país son gente
malvada; no saben lo que es ser fieles, ¡no saben hacer lo bueno, sólo cometen
injusticias! Por eso la tierra está bajo maldición: los pastos se han secado, y
la tierra es un desierto.
Dios mismo lo afirma: Los profetas y los sacerdotes son los primeros
en hacer el mal; ¡hasta en el templo cometen terribles maldades! Por eso los voy a
castigar y caerá sobre ellos la desgracia. ¡Nada ni nadie podrá salvarlos!
¡En Samaria he visto las cosas más repugnantes! Los profetas predican
en nombre del dios Baal y hacen que mi pueblo me abandone. Pero los profetas de
Jerusalén son peores que ellos; no sólo me abandonan, sino que dicen mentiras y
ayudan a los malvados. No hay uno solo de ellos que quiera cambiar su conducta.
¡Son peores que la gente de Sodoma y de Gomorra.
Por tanto, el Dios todopoderoso declara en contra de los profetas de
Jerusalén: Ustedes son los responsables de tanta maldad en este país. Su
sufrimiento será terrible y su dolor no tendrá fin.
Y a ustedes, los israelitas, Dios les advierte: Esos profetas son unos
mentirosos, ¡no les hagan caso! Yo no les di ningún mensaje, y los sueños que
dicen haber tenido son puro invento de ellos. Aseguran que yo dije que a los
malvados siempre les irá bien; que a los que me desprecian nada malo les
pasará. ¡Pero ninguno de esos profetas ha estado en mi presencia! ¡Ninguno de
ellos ha querido oir mi voz y obedecerme!
Yo estoy muy enojado con ellos y no voy a quedarme tranquilo hasta que
los haya castigado. Mi enojo será como un huracán, que azotará a esos malvados.
¡Un día de estos entenderán por qué hago todo esto!
Esos profetas salen a predicar, aunque yo no los he enviado ni les he
enviado ni les he dado ningún mensaje. Si hubieran estado en mi presencia
habrían anunciado mi mensaje; habrían invitado a mi pueblo a dejar su mala
conducta.
Yo soy el Dios de Israel. Nadie puede esconderse de mí, pues yo estoy
en todas partes, lo mismo lejos que cerca. Ya he escuchado las mentiras de esos
profetas. Según ellos, han soñado que les he dado un mensaje. ¡Eso lo
inventaron ellos! ¿Cuándo dejarán de mentir? Lo que quieren es que mi pueblo me
olvide, como me olvidaron sus antepasados por adornar al dios Baal.
Yo, el Dios de Israel, les digo: si un profeta tiene un sueño, que lo
cuente; si recibe un mensaje de mi parte, que lo comunique al pie de la letra.
¡Pero que se dejen de cuentos! Estoy cansado de sus mentiras. ¡Y todavía se
atreven a decir que hablan de mi parte! Estoy en contra de esos profetas que
dicen haber recibido mensajes de mi parte, pero yo no les he comunicado nada.
Esa clase de mentiras no le hace ningún bien a mi pueblo; al contrario, lo
conducen al error. Mi palabra es tan
poderosa como el fuego, y tan dura como un martillo; ¡hasta puede hacer pedazos
una roca! Les aseguro que así es.
Escucha bien, Jeremías: Cuando un profeta o sacerdote, o alguien del
pueblo, te pregunte si tienes algún mensaje de mi parte, respóndeles que sí lo
tienes. Diles que voy a abandonarlos. Pero si otro profeta o sacerdote, o
cualquier otra persona asegura tener un mensaje de mi parte, yo los castigaré,
a ellos y a sus familias.
Dios les dijo a los falsos profetas: Yo soy el Dios de la vida, el
Dios todopoderoso. Si alguno de ustedes cambia mi mensaje por una mentira, se
burla de mí. Más vale que nadie diga: Tengo un mensaje de parte de Dios. Al que
se atreva a decirlo, le haré tragar sus propias palabras. Si preguntan entre
ustedes, se darán cuenta que yo no le he hablado a nadie. Por eso les prohíbo decir:
Tengo un mensaje de parte de Dios. Al que se atreva a decirlo, le haré tragar sus
propias palabras. Si preguntan entre ustedes, se darán cuenta que yo no le he
hablado a nadie. Por eso les prohíbo decir: Tengo un mensaje de parte de Dios.
Si me desobedecen, abandonaré a Jerusalén, la ciudad que les di a
ustedes y a sus antepasados. De tal manera los humillaré y los avergonzaré, que
nunca podrán olvidarlo. ¡Los lanzaré lejos de aquí!
Aquí puedes darte cuenta que es esencial que el hombre se aparte de lo
efímero y se acerque a Dios, y sobre todo que el hombre comprenda que a pesar de su mente finita Dios lo sabe todo y conoce al ser
humano y por tanto, a Dios le agradaría que el hombre nazca de
nuevo, cuide su comportamiento, actúe
con justicia y sabiduría dondequiera que
esté o más aun en la posición en que se encuentre para que logre la paz
No obstante, el hombre debe estar apegado a la Palabra pues Dios es todopoderoso, además de saber
todo El es omnipresente, él se encuentra en todas partes, y El mira el corazón
del hombre por lo que es esencial que obedezca las enseñanzas para que se
discipline y logre cambios en su manera de vivir.
Ahora bien, es primordial que el hombre se sensibilice y oiga la voz
de Dios, que reconozca su poder pues no hay nada difícil para El, aunque haya
personas con un corazón duro la Palabra de Dios puede quebrantarlo, lo que toda
persona debe considerar es tener una relación personal con Dios, que la
presencia de Dios permanezca en su
esencia interior para que sea un ser humano auténtico, que permanezca en amor pues Dios es amor.
Con Alta Estima,
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