Yo Jeremías, les envié desde Jerusalén una carta a los jefes del país
y a los sacerdotes, a los profetas y a todos los que el rey de Babilonia se
había llevado prisioneros a su país. Esa carta la envié con Elasá hijo de Safán
y con Guemerías hijo de Ilquías. A estos dos el rey Sedequías los había enviado
antes a Babilonia, para hablar con el rey de ese país. Cuando yo envié la
carta, ya habían sido llevados prisioneros a Babilonia el rey Joaquín, la reina
madre, los funcionarios y jefes de Judá, y también los artesanos y los
herreros. La carta decía: Yo, el Dios de Israel, a todos los que llevé a
Babilonia: Ya que están allí, construyan
casas y vivan en ellas. Cultiven sus granjas y coman los frutos que allí se
den. Casénse y tengan hijos; no dejen que su población disminuya. Asegúrense de
que sus hijos e hijas también se casen y tengan hijos. Además, trabajen para
que prospere la ciudad. Rueguen por Babilonia, pues si la ciudad prospera,
también ustedes prosperarán.
No se dejen engañar por esos profetas y adivinos que andan entre
ustedes, y que usan mi nombre para anunciar sus mentiras. No crean en los
sueños que dicen tener. Les aseguro que yo no los he enviado. Ustedes van a
vivir unos setenta años en Babilonia. Cuando se cumpla ese tiempo, les prometo
que los haré volver a Jerusalén. Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y
no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de
bienestar.
Cuando ustedes me pidan algo en oración, yo los escucharé. Cuando
ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo
corazón. Estaré con ustedes y pondré fin a su condición de esclavos. Los
reuniré de todas las naciones por donde los haya dispersado, y los haré volver
a Jerusalén. Les juro que así lo haré.
Tal vez dirán ustedes que yo les he puesto profetas en Babilonia. Pero
debo aclararles algo. Yo, el Dios todopoderoso, voy a mandar guerra, hombre y
enfermedades contra el rey que ocupa el trono de David, y contra todos los
parientes de ustedes que aún quedan en Jerusalén, es decir, contra todos los
que no fueron llevados como esclavos a Babilonia. ¡Serán como higos podridos,
que de tan podridos no se pueden comer!
Todos ustedes, los que fueron llevados prisioneros de Jerusalén a
Babilonia, ¡obedezcan de una vez por todas mi palabra! Hasta ahora no han querido obedecerme. No han
hecho caso de los mensajes que, una y otra vez, les he enviado por medio de mis
servidores los profetas. Por eso, yo los perseguiré con guerras, hambre y
enfermedades. Al verlos, todas las naciones adonde yo los mande temblarán de
miedo. ¡Ustedes serán objeto de burla y de insulto! Les juro que así será.
Yo, el Dios todopoderoso, sé todo lo que han hecho, y les advierto que
voy a entregar a Ahab hijo de Cosías, y a Sedequías hijo de Maasías. Los
entregaré al rey de Babilonia, porque usaron mi nombre para anunciar cosas que
yo jamás les ordené decir. Todo lo que han dicho es mentira. Además, cometieron
algo terrible en Israel, pues tuvieron relaciones sexuales con mujeres que no
eran sus esposas. Por eso el rey de Babilonia los matará delante de ustedes. Y
cuando los que fueron llevados prisioneros a Babilonia quieran maldecir a
alguien, dirán: Que Dios te quite la vida como lo hizo con Ahab y Sedequías. A
estos dos el rey de Babilonia los quemó en el fuego. Les juro que así será.
Después Dios me ordenó darle este mensaje a Semaías, el soñador: Yo ,
el Dios todopoderoso, sé que tú enviaste cartas al sacerdote Sofonías hijo de
Maaselas, a todos los otros sacerdotes y a toda la gente que está en Jerusalén.
En esas cartas le decía a Sofonías que yo lo había nombrado sacerdote en lugar
de Joiadá, para que cuidara mi templo. También le decías que a todo loco que se
creyera profeta, él debería meterlo en el calabozo y atarlo con cadenas.
Además, le reclamabas a Sofonías el no haber apresado a Jeremías. Según tú,
Jeremías se hacía pasar por profeta y hasta se había atrevido a enviar una
carta, Jeremías les aconsejaba construir casa y vivir en ellas, plantar árboles
frutales y comer de los frutos que
dieran, porque pasarían muchos como esclavos en Babilonia.
¡Esa carta se la leyó el sacerdote Sofonías al profeta Jeremías! Dios
también me ordenó darles el siguiente mensaje a todos los que habían sido
llevados como esclavos a Babilonia Semaías, el soñador, les ha dado un mensaje
en mi nombre, y les ha hecho creer en una mentira. Pero yo no lo he enviado. Y
como ha hecho, que mi pueblo se rebele contra mí, yo lo voy a castigar. El y su
familia dejarán de ser parte de mi pueblo, y no disfrutarán del bienestar que
yo le daré a mi pueblo. Les juro que así será.
Así puedes darte cuenta que Dios tiene planes para cada persona y sólo
El los sabe y son para su bien, aunque es importante que el ser humano viva
bajo el orden que Dios ha establecido, que obedezca sus enseñanzas para que
tenga bienestar en un futuro. No obstante, es prioridad que el hombre busque a
Dios con humildad, con un corazón sencillo, y sabes, lo más importante para
agradar a Dios es que el hombre obedezca su Palabra.
Con Alta Estima,
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