Cuando Sedequías comenzó a reinar en Judá, Dios me dijo: Jeremías,
quiero que fabriques un yugo de madera y que le pongas unas correas para atarlo
a tu cuello. Ve luego ante los mensajeros que han venido a Jerusalén para
visitar a Sedequías, y lleva puesto el yugo que representa el poder de
Babilonia. Envía con ellos el siguiente mensaje a los reyes de Edom, Moab,
Amón, Tiro y Sidón:
Yo soy el Dios todopoderoso; soy el Dios de Israel. Con mi gran poder
hice la tierra, y a los hombres y a los animales que viven en ella. Yo decido
quién la gobierna. Y como el rey de Babilonia está a mi servicio, ya he
decidido darles a él, a su hijo y a su nieta, el dominio de todos esos países.
Hasta les he dado las bestias del campo, para que las dominen. Si alguno de esos
países no se rinde por las buenas ante el rey de Babilonia, yo lo castigaré con
guerras, hambre y enfermedades, hasta que se rinda por completo. Les juro que
así lo haré.
Sin embargo, llegará el día en que también Babilonia será dominada por
muchas naciones y por reyes más poderosos. Por tanto, no crean en las mentiras
que les dicen los falsos profetas, los adivinos, los soñadores, los brujos y
los astrólogos. Ellos les aconsejan que no se rindan ante el rey de Babilonia;
pero si les hacen caso, serán llevados presos a otros países, y allí morirán.
En cambio, a la nación que se rinda por completo al rey de Babilonia y se ponga
a su servicio, yo la dejaré en su propio país, para que viva en él y cultive la
tierra. Les juro que así será.
Al rey Sedequías le di el mismo mensaje, y además le dije: Si ustedes
quieren seguir con vida, ríndanse y póngase al servicio del rey de Babilonia y
de su pueblo, tal como Dios lo ha dicho. Si no lo hacen, morirán a causa de la
guerra, el hambre o la enfermedad. ¡Sería una locura no obedecer a Dios! No
confíen en esos profetas que les aconsejan no rendirse. Ellos dicen que hablan
de parte de Dios, pero Dios mismo ha dicho que no los ha enviado. Esos
mentirosos sólo conseguirán que Dios los expulse de esta tierra, y tanto ellos
como ustedes morirán.
También hablé con los sacerdotes y con el pueblo, y les dije: Dios me
manda a decirles que no les hagan caso a esos profetas. Ellos aseguran que, muy
pronto, los babilonios van a devolver los utensilios que aún quedan en el templo,
en el palacio del rey en Jerusalén. Repito: ¡no les hagan caso! Mejor ríndanse
al rey de Babilonia, y seguirán con vida, ¿Qué necesidad hay de que ustedes y
Jerusalén sean destruidos?
Cuando el rey de Babilonia se llevó preso al rey Joaquín y a la gente
importante del país, no se llevó todo lo que había de valor en el templo y en
la ciudad de Jerusalén. Dejó las columnas, el tanque para el agua, las bases y
otros artículos de valor. Pero el Dios todopoderoso les advierte que todos
estos objetos serán llevados a Babilonia. Allí se quedarán hasta que Dios
decida que sean traídos de nuevo a Jerusalén.
Como puedes darte cuenta, Dios es todopoderoso, fue el Creador de la
tierra y de todo lo que hay en ella, el hombre puede contemplar la naturaleza y
su grandeza aunque tanta modernidad ha cambiado la comprensión a la misma;
además sólo Dios decide todo lo que sucede
en la tierra, él decide quien gobierna en cada nación, por lo que el hombre con
humildad debe rendirse ante Dios con un corazón quebrantado, arrepentido de sus
errores pues con sus faltas ha ofendido al Creador, se ha apartado de El, ha
perdido la fe, se encuentra en un momento de escepticismo. Así pues, es
necesario que el hombre confíe en Dios, pues sólo Dios puede salvar a la
humanidad, pero el hombre debe estar dispuesto a poner su vida en sus manos, actuar
con sinceridad y aplicar la Palabra de
Dios en su vida para que pueda servirle al Señor.
Sabes, es tiempo de estar atentos, que el hombre esté preparado porque
son tiempos peligrosos, de demasiado valor a lo intrascendente. Así pues, el
hombre debe apartarse de lo superfluo, buscar a Dios, amarlo y que todo lo que
el ser humano haga sea para la honra de Dios.
Con Alta Estima,
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