Dios está vigilando a toda la raza humana. Por eso ha
anunciado este mensaje contra las ciudades de Hadrac y Damasco, y también
contra las tribus de Israel, contra su vecina Hamat, y contra naciones tan
desarrolladas como Tiro y Sidón: La ciudad de Tiro tiene tantas riquezas como
polvo hay en las calles. Para protegerse, construyó murallas; pero Dios le
quitará esas riquezas y las echará al mar, y a ella la quemará por completo.
Los habitantes de Ascalón verán esto y temblarán de
miedo, y la ciudad se quedará vacía; los habitantes de Gaza sufrirán al perder
su rey, y los habitantes de Ecrón sufrirán al perder la esperanza. En la ciudad
filistea de Asdod vivirá gente malvada y violenta, que despedaza a sus
enemigos. Pero yo salvaré a sus víctimas. ¡Así humillaré a los orgullosos
filisteos!
Pero a algunos los dejaré con vida, como antes dejé a los
jebuseos, y será gente importante en Judá. Jamás volveré a permitir que otras
naciones los ataquen, pues yo mismo vigilaré mi templo. ¡Alégrate, bella ciudad
de Jerusalén! ¡Ya tu rey viene hacia ti, montado sobre un burrito! Es humilde
pero justo, y viene a darte la victoria. Destruirá todas las armas de guerra y
en todo Israel destruirá los ejércitos; anunciará la paz en todas las naciones,
y dominará de mar a mar, ¡del río Eufrates al fin del mundo!
Yo hice un pacto contigo, y lo sellé con sangre; por eso
rescataré a tus presos del pozo seco donde ahora están, y volverán llenos de
esperanza a esas ciudades que parecen fortalezas. Si hasta ahora han sufrido,
yo me comprometo en este día a hacerlos dos veces más felices.
Con los de Judá y de Israel destruiré a los griegos.
Cuando dé la orden de atacarlos, sus flechas serán como relámpagos; y marcharé
contra ellos como una tormenta del desierto. Yo mismo cuidaré de mi pueblo; así
ellos destruirán las armas enemigas, y ofrecerán un gran banquete para celebrar
su victoria. Beberán hasta emborracharse; llenarán de vino sus copas, como se
llenan de sangre los tazones que se derraman sobre el altar.
Cuando llegue ese día, yo salvaré a mi pueblo como salva
el pastor a su rebaño; y cuando ya estén en su tierra, brillarán como las joyas
de una corona. ¡Qué maravilloso será ver a los muchachos y muchachas alegres,
fuertes y bien alimentados!
Aquí puedes darte cuenta que Dios es un Dios de pacto, y
El envió a su Hijo unigénito Jesús a dar su vida en la cruz, para que su sangre
preciosa limpiara los pecados de todo aquél que se arrepienta de sus faltas, crea
en El y lo reciba en su ser interior.
Sabes, este fue su sello para rescatar a cada hombre del pozo de la destrucción donde ahora está, por eso
Dios está vigilando a la raza humana, y es prioridad que el hombre se vuelva a
Dios y lo conozca a través de su Palabra para que su vida sea llena de riqueza
espiritual.
No obstante, es esencial que el hombre despierte y se
levante pues la venida del Señor está cerca, su mensaje debe ser anunciado en
todos los confines de la tierra. Por tanto, apremia que el hombre busque a
Dios, es ahora que el hombre viva apegado a su Palabra, que esté asido de su
mano, que obedezca sus mandatos y el maligno será destruido pues sólo Dios tiene el poder para derribar fortalezas
arraigadas en el corazón de cada persona, sólo la presencia del Señor llena al hombre de esperanza para que anuncie
la paz en todo el mundo.
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