jueves, 18 de septiembre de 2014

¡Guarden silencio en su presencia!



Volví a levantar la vista, y vi delante de mí a un hombre con una cinta de medir en la mano.
 Le pregunté a dónde iba, y me dijo: Voy a medir la ciudad de Jerusalén. Quiero saber cuánto mide de largo y cuánto de ancho. Ese hombre era un ángel, y ya estaba por irse; pero otro ángel vino a su encuentro y le ordenó que me diera este mensaje:

La ciudad de Jerusalén tendrá tanta gente y tanto ganado, que no tendrá murallas. Yo seré para mi ciudad como una muralla de fuego; ¡yo la llenaré de riquezas! Yo soy el Dios de Israel, y juro que así lo haré.

Yo fui quien los dispersó por todas las naciones, pero ahora les ordeno que salgan ya de Babilonia y regresen a Jerusalén; ¡huyan de ese país del norte! Yo soy el Dios de Israel, y les ordeno que así lo hagan.

El Dios todopoderoso me envió a acusar a las naciones que le robaron todo a Jerusalén. Así dice nuestro Dios: Yo castigaré a todas las naciones que le han hecho daño a mi pueblo. Quien le hace daño a mi pueblo también me lo hace a mí. ¡Yo haré que sus propios esclavos les roben todas sus pertenencias!

Cuando esto suceda, esas naciones sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a acusarlas. El dijo: ¡Griten de alegría, habitantes de Jerusalén, porque yo viviré entre ustedes! Yo soy el Dios de Israel, y les juro que así lo haré.

Cuando llegue ese día, muchas naciones me seguirán. Entonces yo viviré entre ellas, y llegarán a ser también mi pueblo.

Cuando esto suceda, ustedes sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a anunciarles su mensaje. Entonces Judá volverá a ser propiedad de nuestro Dios, y Jerusalén volverá a ser su ciudad elegida.

Nuestro Dios ha salido ya de su templo santo; ¡guarden silencio en su presencia!

Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe renovar su mente, su corazón y vivir apegado a la Palabra de Dios, para que Dios edifique su vida y el hombre aprenda a conocerlo cada día más y  tome la decisión de establecer una relación íntima con el Señor para que el habite en su ser interior, pues sabes, sólo con la presencia del Señor, el hombre puede vencer la adversidad y así pueda avanzar en su crecimiento espiritual.

No obstante, a diario el hombre debe vencer arduas batallas contra el maligno, pero lo esencial, es que el hombre crea en Dios y ponga su confianza en El para que venza estas situaciones difíciles que le ocasionan desánimo,  siendo fundamental que el hombre  entienda que Dios es un Dios amoroso y El cuidará de cada persona que se vuelva a Dios, que le entregue su vida para que sea gobernada por El, y por ende, todo lo que haga le vaya bien.


Con Alta Estima,

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