miércoles, 10 de septiembre de 2014

Voy a destruir a los que se han apartado de mí…



Yo soy Sofonías hijo de Cusí. Mi padre era descendiente de Guedalías, Amarías y Ezequías. Dios me dio este mensaje cuando Josías hijo de Amón era rey de Judá. Nuestro Dios dice: Voy a destruir por
completo todo lo que hay sobre la tierra. Destruiré a la humanidad entera, y también a los animales, a las aves y a los peces. ¡Voy a hacer que tropiecen  los malvados! Yo soy el Dios de Israel, y juro que así lo haré.

Castigaré a los habitantes de Judá; quitaré de Jerusalén a los ídolos; quitaré a sus sacerdotes, a los que adoran a las estrellas en los techos de sus casas, y a los que me adoran a mí, pero también adoran al dios Milcom. Y voy a destruir igualmente a los que se han apartado de mí y jamás buscan mis consejos.

¡Silencio! ¡Ya se acerca el día del castigo! ¡Todo está preparado! ¡Los invitados ya están aquí! ¡Voy a destruir a mi pueblo! Ese día castigaré a los hijos del rey, a los jefes principales y a los que siguen el mal ejemplo de los que no creen en mí. Ese día castigaré también a los que adoran a otros dioses y llenan los templos de esos dioses con riquezas conseguidas mediante el engaño y la violencia.

Ese día gritarán pidiendo ayuda desde la Puerta de los Pescados; un gran clamor se escuchará desde el Segundo Barrio y desde las colinas. ¡Griten también ustedes vecinos del Barrio del Mortero! ¡Ese día morirán los comerciantes y los que cambian dinero!

Cuando llegue ese día, tomaré una lámpara y buscaré en la ciudad de Jerusalén a los que viven tranquilos; cuando los encuentre, los castigaré. Se parecen al vino que se pone a reposar, y hasta se atreven a decir: ¡Dios no hace nada bueno, pero tampoco hace nada malo! Construyeron casas, pero no habitarán en ellas; cultivaron viñas, pero no beberán el vino; ¡sus riquezas les serán quitadas, y sus casas serán destruidas!

¡Ya se acerca el gran día en que vendré a castigarlos! ¡Se acerca con gran rapidez! ¡Ese día se oirán gritos tan horribles que hasta los más valientes llorarán! Será un día de gran enojo, un día de aflicción y angustia, un día de completa destrucción, un día de grandes nubarrones, un día de profunda oscuridad. Entre gritos y toques de trompeta, ese día se dará la orden de ataque contra las ciudades amuralladas y contra sus altas torres.

Todos han pecado contra mí. Por eso haré que se angustien y que caminen como ciegos. Su sangre se esparcirá como el polvo, y sus cuerpos se volverán estiércol. El día que yo me enoje, le prenderé fuego a la tierra. No habrá nada que los salve; ¡ni siquiera su oro y su plata! ¡En un instante serán destruidos todos los que habitan este mundo!

Aquí puedes darte cuenta que es necesario que el hombre crea en Dios, que viva apegado a su Palabra para que no tropiece y haga lo malo.

No obstante, el hombre debe construir su vida con cimientos sólidos teniendo como fundamento las enseñanzas del Señor Jesucristo, ya que su Palabra fortalecerá al hombre de manera que no se aparte del camino correcto para que sea lámpara a otros.

Por tanto, el tiempo se acerca, y es prioridad que el hombre esté preparado en el conocimiento de Dios, que obedezca sus mandatos, para que construya su vida en una escala de valores de alto nivel en el que la integridad sea  el eje  que mueve al hombre a hacer lo bueno y logre un camino de trascendencia espiritual.


Con Alta Estima,

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