Ya te he presentado mi queja, y ahora voy a estar muy
atento, voy a esperar tu respuesta. Y Dios me respondió: Voy a darte a conocer
lo que está por suceder. Escríbelo en unas tablas, para que se lea de corrido.
Tardará un poco en cumplirse, pero tú no te desesperes; aún no ha llegado la
hora de que todo esto se cumpla, pero puedo asegurarte que se cumplirá sin
falta.
Esos babilonios son muy orgullosos, pero ustedes, que son
humildes, vivirán porque confían en mí. Dos babilonios son orgullosos, son
traicioneros como el vino; su hambre de poder los hace conquistar naciones y
pueblos enteros. Son como la muerte, que siempre quiere más; son como la tumba,
que nunca está satisfecha. Pero un día serán humillados. Las naciones se
burlarán de ellos y les cantarán esta canción: ¡Que mal te va a ir
Babilonia!¡Te hiciste rica con lo ajeno! ¿Cuándo vas a dejar de robar?
El día que menos lo esperes, tus víctimas se vengarán de
ti; te harán temblar de miedo y te quitarán todo lo que tienes. Tú les robaste
a muchas naciones, pero otras naciones te robarán a ti. Así pagarás todos tus
crímenes, tu violencia con nuestro país, contra nuestras ciudades y sus
habitantes.
¡Qué mal te va a ir Babilonia! Hiciste ricos a los tuyos
mediante el robo y el engaño. Creíste que así los librarías de caer en la
desgracia, pero lo único que hiciste fue ponerlos en vergüenza. Quisiste acabar
con muchos pueblos, y tú misma te hiciste el daño. ¡Las paredes de las ciudades
son testigos de tu maldad!
¡Qué mal te va a ir Babilonia! ¡Has construidos tus
ciudades mediante el crimen y la violencia! Pero yo soy el Dios de Israel, y de
nada va a servirte todo lo que has hecho; yo lo quemaré por completo. Y así
como el agua llena los mares, también la tierra se llenará de gente que
reconocerá mi poder.
¡Qué mal te va a ir Babilonia! Humillaste a las naciones
vecinas y las dejaste en vergüenza; pero yo te humillaré a ti, pues no mereces
ninguna alabanza; yo te dejaré en vergüenza; tu orgullo se volverá humillación.
La violencia con que trataste a los animales del monte
Líbano se volverá en contra tuya; así pagarás por todos tus crímenes, por tu
violencia contra nuestro país, contra nuestras ciudades y sus habitantes.
¡Qué mal te va a ir, Babilonia! ¿Cómo puedes confiar en
dioses falsos? ¿Cómo puedes pedirles te ayuden? Son ídolos de madera, son
figuras de piedra que tú mismo te has hecho, pero que no valen nada. Son
simples figuras de metal recubiertas de oro y plata, que no son capaces ni de
hablar; ¡simplemente, no tienen vida! Pero yo estoy en mi santo templo; ¡ante
mí debe callar toda la tierra!
Aquí puedes darte cuenta que es importante que el hombre
actúe con humildad y ponga su confianza en
Dios, pues el orgullo impide su crecimiento espiritual, ya que sólo piensa
en adquirir riquezas, pues son cosas vanas que no son eternas y vive alejado de
Dios porque su tiempo es absorbido por tanto afán que lo separa de El. Por lo
tanto, es importante que el hombre esté preparado, que se empape del
conocimiento de Dios, que le reconozca como su Señor y único Dios, que lea y escudriñe
su Palabra para que su vida sea edificada con integridad, alejada de practicar el crimen, la violencia, el engaño que le
impide seguir avanzando.
No obstante, el tiempo apremia, el hombre debe volverse a
Dios, ¡es prioridad! Que el hombre busque a Dios y haga cambios en su vida, que
renueve sus pensamientos y su mente, que se aleje de lo superfluo, que deje de
adorar dioses falsos, hechos de madera, de piedra y cubiertos de oro y de metal
que no tienen vida, no pueden hablar y por ende, no pueden responder a sus
peticiones.
Sabes, ¡Lo esencial, es que el hombre confíe y viva en el
orden de Dios para que esté bajo su cobertura!.
Con Alta Estima,
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