martes, 29 de octubre de 2013

Cantarle himnos...


Sabes, sería importante imitar al Salmista que expresa que no debe pasar un día sin que el ser humano alabe y glorifique a Dios, pues cada día hay infinidad de motivos para hacerlo, por todo lo que hizo, por su bondad infinita. Lo esencial, es un buen ánimo, alegría para alabar a Dios pues su reino es para siempre.

Mi Dios y rey, ¡siempre te bendeciré y alabaré tu grandeza! ¡Grande eres, nuestro Dios, y mereces nuestras alabanzas! ¡Tanta es tu grandeza que no podemos comprenderla! Nosotros hablaremos del poder, belleza y majestad de tus hechos maravillosos; yo pensaré mucho en ellos y los daré a conocer a mis propios hijos. Hablaremos de tu inmensa bondad, y entre gritos de alegría diremos que eres un Dios justo. Dios mío, tú eres tierno y bondadoso; no te enojas fácilmente, y es muy grande tu amor. Eres bueno con tu creación, y te compadeces de ella.  ¡Que te alabe tu creación! ¡Que te bendiga tu pueblo fiel! ¡Que hablen de tu glorioso reino y reconozcan tu belleza y tu poder! ¡Que anuncien tus grandes hechos para que todo el mundo los conozca! Tu reino siempre permanecerá, pues siempre cumples tus promesas y todo lo haces con amor.

Dios mío, tú levantas a los caídos y das fuerza a los cansados. Los ojos de todos están fijos en ti; esperando que los alimentes. De buena gana abres la mano y das de comer en abundancia a todos los seres vivos. Dios mío, tú siempre cumples tus promesas y todo lo haces con amor. Siempre estás cerca de los que te llaman con sinceridad. Tú atiendes los ruegos de los que te honran; les das lo que necesitan y los pones a salvo. Siempre estás pendiente de todos los que te aman, pero destruyes a los malvados. Mis labios siempre te alabarán! ¡La humanidad entera te bendecirá ahora y siempre!

¡Alabemos a Dios! Yo quiero alabarlo, y mientras tenga vida le cantaré himnos a mi Dios. No confíen en nadie, que ni el hombre más poderoso es capaz de salvarlos. Cuando ese hombre muere, se vuelve polvo; y ese día mueren con él todos los planes que hizo. ¡El Dios de Israel bendice a los que en él confían! Dios hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en él. Dios siempre cumple sus promesas: hace justicia a los que son maltratados por los poderosos, da de comer a los hambrientos, y pone en libertad a los presos. Dios da vida a los ciegos, levanta a los caídos y ama a los justos. Dios cuida de la gente sin patria, y sostiene a huérfanos y viudas. Dios hace que fracasen los planes de los malvados. Ciudad de Jerusalén, ¡que tu Dios reine por siempre, por todos los siglos! ¡Alabemos a nuestro Dios!

¡Alabemos a nuestro Dios! Muy agradable en verdad es cantarle himnos a nuestro Dios; muy grato y justo es cantarle alabanzas. Dios ha reconstruido la ciudad de Jerusalén. Dios hizo volver a los israelitas que los babilonios se llevaron prisioneros. Dios sanó las heridas de los que habían perdido toda esperanza. Dios es quien decide cuántas estrellas debe haber, y a todas las conoce. Grande es nuestro Dios, y grande es su poder; ¡su entendimiento no tiene fin! Dios levanta a los humildes, pero humilla a los malvados.

Cantemos al son del arpa himnos de gratitud a nuestro Dios. Dios cubre de nubes el cielo. Dios hace llover sobre la tierra. Dios hace que la hierba crezca sobre los cerros. Dios alimenta a los animales salvajes y a los polluelos de los cuervos, cuando le piden de comer. Para Dios, lo que cuenta no es la fuerza del caballo, ni la fuerza del hombre; para él, lo que cuenta es que la gente lo obedezca y confíe en su amor.
Jerusalén ¡alaba a tu Dios! Dios es quien refuerza los cerrojos de tus portones. Dios es quien bendice a todos los habitantes. Dios te hace vivir en paz y te da comida en abundancia. Dios da órdenes a la tierra, y sus órdenes se cumplen enseguida. Dios deja caer sobre la tierra la nieve y la llovizna. Dios deja caer granizo como si fueran pedazos de piedra. ¡El frío que envía nadie lo resiste! Pero Dios da una orden y el hielo se derrite;! hace que el viento sople y el agua vuelva a correr! Dios dio a conocer a Israel sus mandamientos y enseñanzas. A ninguna otra nación le dio a conocer su palabra. ¡Alabemos a nuestro Dios!

Con lo que el ser humano se puede dar cuenta de que es necesario confiar y obedecer las enseñanzas de Dios, tener temor de Dios y aprender a esperar en El, que tenga presencia en tu vida y en tu casa para que él la edifique, pues sólo El da paz en su interior.


Con Alta Estima,

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