Sabes, sería importante imitar al Salmista que expresa que
no debe pasar un día sin que el ser humano alabe y glorifique a Dios, pues cada
día hay infinidad de motivos para hacerlo, por todo lo que hizo, por su bondad
infinita. Lo esencial, es un buen ánimo, alegría para alabar a Dios pues su
reino es para siempre.
Mi Dios y rey,
¡siempre te bendeciré y alabaré tu grandeza! ¡Grande eres, nuestro Dios, y
mereces nuestras alabanzas! ¡Tanta es tu grandeza que no podemos comprenderla!
Nosotros hablaremos del poder, belleza y majestad de tus hechos maravillosos;
yo pensaré mucho en ellos y los daré a conocer a mis propios hijos. Hablaremos
de tu inmensa bondad, y entre gritos de alegría diremos que eres un Dios justo.
Dios mío, tú eres tierno y bondadoso; no te enojas fácilmente, y es muy grande
tu amor. Eres bueno con tu creación, y te compadeces de ella. ¡Que te alabe tu creación! ¡Que te bendiga tu
pueblo fiel! ¡Que hablen de tu glorioso reino y reconozcan tu belleza y tu
poder! ¡Que anuncien tus grandes hechos para que todo el mundo los conozca! Tu
reino siempre permanecerá, pues siempre cumples tus promesas y todo lo haces
con amor.
Dios mío, tú levantas a los caídos y das fuerza a los
cansados. Los ojos de todos están fijos en ti; esperando que los alimentes. De
buena gana abres la mano y das de comer en abundancia a todos los seres vivos.
Dios mío, tú siempre cumples tus promesas y todo lo haces con amor. Siempre
estás cerca de los que te llaman con sinceridad. Tú atiendes los ruegos de los
que te honran; les das lo que necesitan y los pones a salvo. Siempre estás pendiente
de todos los que te aman, pero destruyes a los malvados. Mis labios siempre te
alabarán! ¡La humanidad entera te bendecirá ahora y siempre!
¡Alabemos a Dios!
Yo quiero alabarlo, y mientras tenga vida le cantaré himnos a mi Dios. No
confíen en nadie, que ni el hombre más poderoso es capaz de salvarlos. Cuando
ese hombre muere, se vuelve polvo; y ese día mueren con él todos los planes que
hizo. ¡El Dios de Israel bendice a los que en él confían! Dios hizo el cielo y
la tierra, el mar y todo lo que hay en él. Dios siempre cumple sus promesas:
hace justicia a los que son maltratados por los poderosos, da de comer a los
hambrientos, y pone en libertad a los presos. Dios da vida a los ciegos,
levanta a los caídos y ama a los justos. Dios cuida de la gente sin patria, y
sostiene a huérfanos y viudas. Dios hace que fracasen los planes de los
malvados. Ciudad de Jerusalén, ¡que tu Dios reine por siempre, por todos los
siglos! ¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Alabemos a nuestro
Dios! Muy agradable en verdad es cantarle himnos a nuestro Dios; muy grato
y justo es cantarle alabanzas. Dios ha reconstruido la ciudad de Jerusalén.
Dios hizo volver a los israelitas que los babilonios se llevaron prisioneros.
Dios sanó las heridas de los que habían perdido toda esperanza. Dios es quien
decide cuántas estrellas debe haber, y a todas las conoce. Grande es nuestro
Dios, y grande es su poder; ¡su entendimiento no tiene fin! Dios levanta a los
humildes, pero humilla a los malvados.
Cantemos al son del arpa himnos de gratitud a nuestro Dios.
Dios cubre de nubes el cielo. Dios hace llover sobre la tierra. Dios hace que
la hierba crezca sobre los cerros. Dios alimenta a los animales salvajes y a
los polluelos de los cuervos, cuando le piden de comer. Para Dios, lo que
cuenta no es la fuerza del caballo, ni la fuerza del hombre; para él, lo que
cuenta es que la gente lo obedezca y confíe en su amor.
Jerusalén ¡alaba a tu Dios! Dios es quien refuerza los
cerrojos de tus portones. Dios es quien bendice a todos los habitantes. Dios te
hace vivir en paz y te da comida en abundancia. Dios da órdenes a la tierra, y
sus órdenes se cumplen enseguida. Dios deja caer sobre la tierra la nieve y la
llovizna. Dios deja caer granizo como si fueran pedazos de piedra. ¡El frío que
envía nadie lo resiste! Pero Dios da una orden y el hielo se derrite;! hace que
el viento sople y el agua vuelva a correr! Dios dio a conocer a Israel sus
mandamientos y enseñanzas. A ninguna otra nación le dio a conocer su palabra.
¡Alabemos a nuestro Dios!
Con lo que el ser humano se puede dar cuenta de que es
necesario confiar y obedecer las enseñanzas de Dios, tener temor de Dios y
aprender a esperar en El, que tenga presencia en tu vida y en tu casa para que
él la edifique, pues sólo El da paz en su interior.
Con Alta Estima,
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