martes, 8 de octubre de 2013

Todo lo que haces es impresionante…


Sabes, es importante que el ser humano haga oración frecuentemente pues Dios escucha y responde y libra al hombre de estar angustiado pero es necesario  que le demuestres su temor al Dios altísimo, pues El es el que marca el fin de la vida del hombre.

 Dios nuestro, ¡tú siempre has sido nuestra casa! Desde siempre y hasta siempre, desde antes de que crearas las montañas, la tierra  y el mundo, tú has sido nuestro Dios. Tú marcas el fin de nuestra existencia cuando nos ordenas volver al polvo. Para ti, mil años pasan pronto; pasan como el día de ayer, pasan como unas horas de la noche. Nuestra vida es como un sueño del que nos despiertas al amanecer. Somos como la hierba: comienza el día, y estamos frescos y radiante; termina el día, y estamos secos y marchitos. Si te enojas, nos asustas; si te enfureces, nos destruyes. Tú conoces nuestros pecados, aun los más secretos. Si te enojas, termina nuestra vida; los años se nos escapan como se escapa un suspiro. Si las fuerzas nos ayudan, podemos vivir setenta años, y aun llegar a los ochenta; pero no tiene sentido que vivamos tanto tiempo; esa vida de angustias y problemas pasa pronto, lo mismo que nosotros. La fuerza de tu furia nadie ha llegado a conocerla. ¡Es tan grande tu enojo como el temor que nos inspiras! Enséñanos a pensar cómo vivir para nuestra mente se llene de sabiduría.

Dios nuestro, ¿hasta cuándo vas a abandonarnos? ¡Vuelve a ser nuestro Dios! ¡Compadécete de nosotros pues somos tu pueblo! ¡Permítenos comenzar el día llenos de tu amor, para que toda la vida cantemos llenos de alegría! Ya hemos tenido días de tristeza y muchos años de aflicción; ¡devuélvenos esa alegría perdida! ¡Permite que nosotros y nuestros hijos podamos ver tu grandeza y tu poder! Dios nuestro, ¡muéstranos tu bondad, y bendice nuestro trabajo!¡Sí, bendice nuestro trabajo!

Vivamos bajo el cuidado del Dios altísimo; pasemos la noche bajo la protección del Dios todopoderoso. El es nuestro refugio, el Dios que nos da fuerzas, ¡el Dios en quien confiamos! Sólo él puede librarnos de los peligros ocultos y de enfermedades mortales; sólo bajo su protección podemos vivir tranquilos, pues nunca deja de cuidarnos. Ni de día ni de noche tendremos que preocuparnos de estar en peligro de muerte. Ni en las sombras de la noche, ni a plena luz del día, nos caerá desgracia alguna. Tal vez a nuestra izquierda veamos caer miles de muertos; tal vez a nuestra derecha veamos caer diez mil más, pero a nosotros nada nos pasará. Con nuestros propios ojos veremos cómo los malvados reciben su merecido.

El Dios altísimo es nuestro refugio y protección. Por eso ningún desastre vendrá sobre nuestros hogares. Dios mismo les dirá a sus ángeles que nos cuiden por todas partes. Los ángeles nos llevarán en brazos para que no tropecemos con nada; andaremos entre leones y serpientes, ¡y los aplastaremos! Dios dice: Mi pueblo me ama y me conoce; por eso yo lo pondré a salvo. Cuando me llame, le responderé y estaré con él en su angustia; lo libraré y lo llenaré de honores, le daré muchos años de vida, y lo haré gozar de mi salvación.

Dios altísimo, ¡qué bueno es poder alabarte y cantarte himnos! ¡Qué bueno es poder alabar tu amor y tu fidelidad! Día y noche te alabaré con música de arpas y liras. Dios mío, quiero gritar de alegría por todo lo que has hecho; todo lo que haces es impresionante y me llena de felicidad. Tus pensamientos son tan profundos que la gente ignorante ni los conoce ni los entiende. Aunque los malvados y los malhechores se multiplican por todas partes, un día serán destruidos para siempre. Sólo tú, mi Dios, reinas por siempre en el cielo. ¡Tus enemigos serán destruidos! ¡Todos los malhechores serán derrotados! Tú has llenado mi vida de poder; de ti he recibido un trato especial, y he podido presenciar la derrota de mis enemigos. Dios nuestro, en tu presencia la gente buena crece y prospera como palmeras bien plantadas, ¡como los cedros del Líbano! Vivirán muchos años, se mantendrán sanos y fuertes. Siempre hablarán de tu justicia y de tu constante protección.

Así pues, sólo Dios enseña al ser humano a vivir de manera diferente y le da la fuerza necesaria para hacerlo. El hombre debe construir una relación personal con Dios, estar en comunión con El para tener su constante protección. Y, recuerda todo lo que Dios hace es impresionante, sólo hay que pedirle que muestre su bondad y bendiga tu trabajo.


Con Alta Estima,

No hay comentarios:

Publicar un comentario