Sabes, es importante que el ser humano haga oración
frecuentemente pues Dios escucha y responde y libra al hombre de estar
angustiado pero es necesario que le demuestres
su temor al Dios altísimo, pues El es el que marca el fin de la vida del
hombre.
Dios nuestro, ¡tú siempre has sido nuestra
casa! Desde siempre y hasta siempre, desde antes de que crearas las montañas,
la tierra y el mundo, tú has sido
nuestro Dios. Tú marcas el fin de nuestra existencia cuando nos ordenas volver
al polvo. Para ti, mil años pasan pronto; pasan como el día de ayer, pasan como
unas horas de la noche. Nuestra vida es como un sueño del que nos despiertas al
amanecer. Somos como la hierba: comienza el día, y estamos frescos y radiante;
termina el día, y estamos secos y marchitos. Si te enojas, nos asustas; si te enfureces,
nos destruyes. Tú conoces nuestros pecados, aun los más secretos. Si te enojas,
termina nuestra vida; los años se nos escapan como se escapa un suspiro. Si las
fuerzas nos ayudan, podemos vivir setenta años, y aun llegar a los ochenta;
pero no tiene sentido que vivamos tanto tiempo; esa vida de angustias y
problemas pasa pronto, lo mismo que nosotros. La fuerza de tu furia nadie ha
llegado a conocerla. ¡Es tan grande tu enojo como el temor que nos inspiras!
Enséñanos a pensar cómo vivir para nuestra mente se llene de sabiduría.
Dios nuestro, ¿hasta cuándo vas a abandonarnos? ¡Vuelve a
ser nuestro Dios! ¡Compadécete de nosotros pues somos tu pueblo! ¡Permítenos
comenzar el día llenos de tu amor, para que toda la vida cantemos llenos de
alegría! Ya hemos tenido días de tristeza y muchos años de aflicción;
¡devuélvenos esa alegría perdida! ¡Permite que nosotros y nuestros hijos
podamos ver tu grandeza y tu poder! Dios nuestro, ¡muéstranos tu bondad, y
bendice nuestro trabajo!¡Sí, bendice nuestro trabajo!
Vivamos bajo el cuidado del Dios altísimo; pasemos la noche
bajo la protección del Dios todopoderoso. El es nuestro refugio, el Dios que
nos da fuerzas, ¡el Dios en quien confiamos! Sólo él puede librarnos de los peligros
ocultos y de enfermedades mortales; sólo bajo su protección podemos vivir
tranquilos, pues nunca deja de cuidarnos. Ni de día ni de noche tendremos que
preocuparnos de estar en peligro de muerte. Ni en las sombras de la noche, ni a
plena luz del día, nos caerá desgracia alguna. Tal vez a nuestra izquierda
veamos caer miles de muertos; tal vez a nuestra derecha veamos caer diez mil
más, pero a nosotros nada nos pasará. Con nuestros propios ojos veremos cómo
los malvados reciben su merecido.
El Dios altísimo es nuestro refugio y protección. Por eso
ningún desastre vendrá sobre nuestros hogares. Dios mismo les dirá a sus
ángeles que nos cuiden por todas partes. Los ángeles nos llevarán en brazos
para que no tropecemos con nada; andaremos entre leones y serpientes, ¡y los
aplastaremos! Dios dice: Mi pueblo me ama y me conoce; por eso yo lo pondré a
salvo. Cuando me llame, le responderé y estaré con él en su angustia; lo
libraré y lo llenaré de honores, le daré muchos años de vida, y lo haré gozar
de mi salvación.
Dios altísimo, ¡qué
bueno es poder alabarte y cantarte himnos! ¡Qué bueno es poder alabar tu amor y
tu fidelidad! Día y noche te alabaré con música de arpas y liras. Dios mío,
quiero gritar de alegría por todo lo que has hecho; todo lo que haces es
impresionante y me llena de felicidad. Tus pensamientos son tan profundos que
la gente ignorante ni los conoce ni los entiende. Aunque los malvados y los
malhechores se multiplican por todas partes, un día serán destruidos para
siempre. Sólo tú, mi Dios, reinas por siempre en el cielo. ¡Tus enemigos serán
destruidos! ¡Todos los malhechores serán derrotados! Tú has llenado mi vida de
poder; de ti he recibido un trato especial, y he podido presenciar la derrota
de mis enemigos. Dios nuestro, en tu presencia la gente buena crece y prospera
como palmeras bien plantadas, ¡como los cedros del Líbano! Vivirán muchos años,
se mantendrán sanos y fuertes. Siempre hablarán de tu justicia y de tu
constante protección.
Así pues, sólo Dios enseña al ser humano a vivir de manera
diferente y le da la fuerza necesaria para hacerlo. El hombre debe construir
una relación personal con Dios, estar en comunión con El para tener su
constante protección. Y, recuerda todo lo que Dios hace es impresionante, sólo
hay que pedirle que muestre su bondad y bendiga tu trabajo.
Con Alta Estima,
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