viernes, 18 de octubre de 2013

Podemos confiar en sus mandatos…


El principio de la sabiduría es el temor de Dios, por eso es importante que el ser humano obedezca y cumpla sus mandamientos demostrándole al Señor ese buen entendimiento para que El esté contento y de esa forma le alabamos  a El.

Mi Dios le dijo a mi señor el rey: Siéntate a la derecha de mi trono hasta que yo derrote a tus enemigos. ¡Que Dios te permita derrotar a tus enemigos, y extienda desde Jerusalén el poder de tu reinado! ¡Que tus soldados te juren lealtad sobre los cerros de Dios en el día de la batalla! Cuando salga el sol, se renovarán tus fuerzas. Dios ha hecho un juramento, y lo cumplirá: Tú eres sacerdote para siempre, como lo fue Melquisedec. Mi Dios está a tu derecha, y siempre te ayudará. Cuando manifieste su enojo, aplastará a reyes y gobernantes, juzgará naciones, y por toda la tierra amontonará cadáveres. Junto al camino, el rey apagará su sed con el agua de un arroyo, y así recobrará las fuerzas.

¡Alabemos a nuestro Dios! Ustedes, la gente honrada, únanse a mí para alabar a Dios de todo corazón. ¡Grandes son las maravillas que Dios ha realizado! Grande es la alegría de los que se admiran al verlas. En todo lo que hace puede verse el esplendor y la grandeza que merece nuestro Dios y rey; su justicia es siempre la misma. Dios es muy tierno y bondadoso, y hace que sus maravillas sean siempre recordadas. Dios da de comer al pueblo que lo adora, y jamás se olvida de su pacto. Da a conocer a su pueblo sus actos poderosos, y le da en posesión los territorios de otras naciones. La ley de nuestro Dios es verdadera; podemos confiar en sus mandatos, pues tienen valor permanente; nacen de la verdad y de la rectitud. Dios dio libertad a su pueblo; así afirmó su pacto eterno, ¡Imponente es el Dios de Israel; el único Dios! Si alguien quiere se sabio, que empiece por obedecer a Dios. Quienes lo hacen así, demuestran inteligencia. ¡Dios merece ser siempre alabado!

¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Dios bendice a quienes lo adoran y gozan cumpliendo sus mandamientos! Los hijos de la gente honrada dominarán el país y serán siempre bendecidos. Tendrán en su casa muchas riquezas, y siempre triunfarán en todo. Como son bondadosos, justos y compasivos, guiarán a la gente honrada como una luz en la oscuridad. La gente buena es generosa; presta a quienes le piden, y maneja bien sus negocios. La gente buena jamás fracasa; siempre se le recuerda con cariño. Nunca le asalta el temor de recibir malas noticias pues confía en Dios de todo corazón. No tiene por qué preocuparse, ni por qué sentir miedo; hasta mira con aire de triunfo a todos sus enemigos. Siempre que ayuda  a los pobres, lo hace con generosidad; en todo sale triunfante, y levanta la cabeza con orgullo. Cuando los malvados ven esto se enojan y rechinan los dientes, pero acaban por perderse. ¡Los planes de los malvados siempre fracasan!

¡Alabemos a nuestro Dios! Ustedes, los que obedecen a Dios, ¡alábenlo! ¡Sea siempre bendito nuestro Dios! ¡Alábenlo a todas horas! ¡Alábenlo ahora y siempre! Dios reina en las alturas, y desde allí contempla los cielos y la tierra. Dios gobierna  con poder sobre todas las naciones. ¡No hay nada que se compare con nuestro Dios! A la gente pobre y humilde la saca de la miseria, y le da un sitio de honor entre la gente importante. A la mujer que no tiene hijos, le concede dos alegrías:¡llegar a ser madre, y tener un hogar!

Sabes,  el ser humano debe confiar en Dios y en su ley pues es vigente hoy y siempre, su valor es permanente y al obedecerla sus descendencias será poderosa en la tierra pues Dios bendice las generaciones que se conducen con rectitud.


Con Alta Estima,

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