El principio de la sabiduría es el temor de Dios, por eso es
importante que el ser humano obedezca y cumpla sus mandamientos demostrándole al
Señor ese buen entendimiento para que El esté contento y de esa forma le
alabamos a El.
Mi Dios le dijo a mi
señor el rey: Siéntate a la derecha de mi trono hasta que yo derrote a tus
enemigos. ¡Que Dios te permita derrotar a tus enemigos, y extienda desde
Jerusalén el poder de tu reinado! ¡Que tus soldados te juren lealtad sobre los
cerros de Dios en el día de la batalla! Cuando salga el sol, se renovarán tus
fuerzas. Dios ha hecho un juramento, y lo cumplirá: Tú eres sacerdote para
siempre, como lo fue Melquisedec. Mi Dios está a tu derecha, y siempre te
ayudará. Cuando manifieste su enojo, aplastará a reyes y gobernantes, juzgará
naciones, y por toda la tierra amontonará cadáveres. Junto al camino, el rey
apagará su sed con el agua de un arroyo, y así recobrará las fuerzas.
¡Alabemos a nuestro
Dios! Ustedes, la gente honrada, únanse a mí para alabar a Dios de todo
corazón. ¡Grandes son las maravillas que Dios ha realizado! Grande es la
alegría de los que se admiran al verlas. En todo lo que hace puede verse el
esplendor y la grandeza que merece nuestro Dios y rey; su justicia es siempre la
misma. Dios es muy tierno y bondadoso, y hace que sus maravillas sean siempre
recordadas. Dios da de comer al pueblo que lo adora, y jamás se olvida de su
pacto. Da a conocer a su pueblo sus actos poderosos, y le da en posesión los
territorios de otras naciones. La ley de nuestro Dios es verdadera; podemos
confiar en sus mandatos, pues tienen valor permanente; nacen de la verdad y de
la rectitud. Dios dio libertad a su pueblo; así afirmó su pacto eterno,
¡Imponente es el Dios de Israel; el único Dios! Si alguien quiere se sabio, que
empiece por obedecer a Dios. Quienes lo hacen así, demuestran inteligencia. ¡Dios
merece ser siempre alabado!
¡Alabemos a nuestro
Dios! ¡Dios bendice a quienes lo adoran y gozan cumpliendo sus
mandamientos! Los hijos de la gente honrada dominarán el país y serán siempre
bendecidos. Tendrán en su casa muchas riquezas, y siempre triunfarán en todo.
Como son bondadosos, justos y compasivos, guiarán a la gente honrada como una
luz en la oscuridad. La gente buena es generosa; presta a quienes le piden, y
maneja bien sus negocios. La gente buena jamás fracasa; siempre se le recuerda
con cariño. Nunca le asalta el temor de recibir malas noticias pues confía en
Dios de todo corazón. No tiene por qué preocuparse, ni por qué sentir miedo;
hasta mira con aire de triunfo a todos sus enemigos. Siempre que ayuda a los pobres, lo hace con generosidad; en todo
sale triunfante, y levanta la cabeza con orgullo. Cuando los malvados ven esto
se enojan y rechinan los dientes, pero acaban por perderse. ¡Los planes de los
malvados siempre fracasan!
¡Alabemos a nuestro
Dios! Ustedes, los que obedecen a Dios, ¡alábenlo! ¡Sea siempre bendito nuestro
Dios! ¡Alábenlo a todas horas! ¡Alábenlo ahora y siempre! Dios reina en las
alturas, y desde allí contempla los cielos y la tierra. Dios gobierna con poder sobre todas las naciones. ¡No hay
nada que se compare con nuestro Dios! A la gente pobre y humilde la saca de la
miseria, y le da un sitio de honor entre la gente importante. A la mujer que no
tiene hijos, le concede dos alegrías:¡llegar a ser madre, y tener un hogar!
Sabes, el ser humano
debe confiar en Dios y en su ley pues es vigente hoy y siempre, su valor es
permanente y al obedecerla sus descendencias será poderosa en la tierra pues
Dios bendice las generaciones que se conducen con rectitud.
Con Alta Estima,
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