Así pues Dios sabe quién le obedece, por lo que el hombre se
puede dar cuenta de cuán importante es no trasgredir su ley, aunque El es un
Dios de amor, grande en misericordia El desea que lo aceptes en tu corazón y te
arrepientas pues muestra su bondad al ser humano liberándolo de sus pecados. El
provee todas las necesidades del ser humano tanto materiales como espirituales pues
da esperanza y consuelo al afligido, pero es necesario tener una relación
estrecha, una comunión íntima con el Dios Altísimo y así poder recobrar el
bienestar que sólo Dios con su poder te puede otorgar, pues sólo El cambia la
situación de unos y otros ya que conoce y maneja al hombre así como el alfarero
moldea sus vasijas de barro.
¡Alabemos a nuestro
Dios! ¡démosle gracias, porque él es bueno! ¡Dios nunca deja de amarnos!
¡Digámoslo nosotros, pues él nos liberó del poder de los egipcios! Digámoslo
nosotros, que somos su pueblo, pueblo que él reunió de países del norte y del
sur, del este y del oeste. Nuestros abuelos andaban sin rumbo y por lugares
desiertos; no encontraban el camino que los llevara a un lugar habitado. Tenían
hambre y sed, y habían perdido la esperanza de quedar con vida. Llenos de
angustia, oraron a Dios, y él los libró de su aflicción. Los puso en el camino
correcto que los llevaría a un lugar habitado.
¡Demos gracias a Dios por su amor, por todo lo que ha hecho a
favor nuestro! ¡Dios calma la sed del sediento, y el hambre del hambriento!
Nuestros abuelos estaban afligidos, vivían en la esclavitud y no sabían qué
hacer ni a dónde ir, pues no tomaron en cuenta los consejos del Dios altísimo y
se rebelaron contra él. Por eso Dios los castigó con los trabajos más pesados;
tropezaban, y nadie los levantaba. Llenos de angustia, oraron a Dios, y él los
salvó de su aflicción, les mostró el camino a seguir y los libró de su
esclavitud. ¡Demos gracias a Dios por su amor, por todo lo que ha hecho a favor
nuestro! ¡Hizo pedazos las puertas de bronce y las barras de hierro que nos
tenía prisioneros!
Nuestros abuelos fueron tan rebeldes que se portaron como
unos tontos; sufrieron mucho por su maldad. ¡Tan enfermos se pusieron que al
ver la comida vomitaban! Llenos de angustia, oraron a Dios, y él los salvó de
su aflicción; con sólo una orden los sanó. ¡Así los salvó de la muerte! ¡Demos
gracias a Dios por su amor, por todo lo que ha hecho a favor nuestro! ¡Démosle
muestras de gratitud, y presentémosle ofrendas! ¡Anunciemos entre gritos de
alegría las maravillas que ha hecho! Nuestros abuelos compraron barcos y se
ganaron la vida comerciando en otros países. En alta mar presenciaron la acción
maravillosa de nuestro Dios: Dios dio una orden, y vino un fuerte viento que
levantaba grandes olas. Cuando se vieron en peligro, los marineros perdieron el
valor, eran lanzados de arriba abajo, y de nada les servía ser marineros
expertos, pues se tropezaban y caían como estuvieran borrachos. Llenos de
angustia, oraron a Dios, y él los sacó de su aflicción; calmó la furia de la
tormenta, y aplacó las olas del mar. Cuando se calmó la tormenta, ellos se
pusieron muy contentos y Dios los llevó a su destino.
¡Demos gracias a Dios por su amor, por todo lo que ha hecho a
favor nuestro! ¡Que lo alaben todo el pueblo y sus gobernantes! Dios convirtió
en desiertos los ríos y los manantiales, pero a la tierra fértil la convirtió
en tierra inútil, porque los que allí vivían eran gente muy malvada; en cambio,
al desierto lo convirtió en tierra fértil, rodeada de lagunas y manantiales. Al
pueblo que había pasado hambre, lo dejó vivir allí, y ellos construyeron
grandes ciudades, sembraron campos, plantaron viñedos, y tuvieron muy buenas
cosechas. Dios les dio su bendición, y ellos tuvieron muchos hijos y sus
ganados se multiplicaron.
Tiempo después, los malvados los humillaron y los hicieron
sufrir; hasta que sólo unos pocos quedaron con vida. Pero Dios castigó a esos
malvados y los hizo perderse por desiertos sin caminos. A la gente pobre Dios
la saca de su aflicción y hace que sus familias aumenten como sus rebaños.
Cuando la gente honrada ve esto, se llena de alegría; pero los malvados se
quedan callados. Tomen esto en cuenta los sabios, y pónganse a meditar en lo
mucho que Dios nos ama.
Por lo que sería conveniente reflexionar como obra el poder
de Dios, dar gracias por todo lo que hace por los seres humanos y pedirle su bendición.
Con Alta Estima,
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