miércoles, 16 de octubre de 2013

Cuando Dios da una orden…


Así pues Dios sabe quién le obedece, por lo que el hombre se puede dar cuenta de cuán importante es no trasgredir su ley, aunque El es un Dios de amor, grande en misericordia El desea que lo aceptes en tu corazón y te arrepientas pues muestra su bondad al ser humano liberándolo de sus pecados. El provee todas las necesidades del ser humano tanto materiales como espirituales pues da esperanza y consuelo al afligido, pero es necesario tener una relación estrecha, una comunión íntima con el Dios Altísimo y así poder recobrar el bienestar que sólo Dios con su poder te puede otorgar, pues sólo El cambia la situación de unos y otros ya que conoce y maneja al hombre así como el alfarero moldea sus vasijas de barro.

¡Alabemos a nuestro Dios! ¡démosle gracias, porque él es bueno! ¡Dios nunca deja de amarnos! ¡Digámoslo nosotros, pues él nos liberó del poder de los egipcios! Digámoslo nosotros, que somos su pueblo, pueblo que él reunió de países del norte y del sur, del este y del oeste. Nuestros abuelos andaban sin rumbo y por lugares desiertos; no encontraban el camino que los llevara a un lugar habitado. Tenían hambre y sed, y habían perdido la esperanza de quedar con vida. Llenos de angustia, oraron a Dios, y él los libró de su aflicción. Los puso en el camino correcto que los llevaría a un lugar habitado.

¡Demos gracias a Dios por su amor, por todo lo que ha hecho a favor nuestro! ¡Dios calma la sed del sediento, y el hambre del hambriento! Nuestros abuelos estaban afligidos, vivían en la esclavitud y no sabían qué hacer ni a dónde ir, pues no tomaron en cuenta los consejos del Dios altísimo y se rebelaron contra él. Por eso Dios los castigó con los trabajos más pesados; tropezaban, y nadie los levantaba. Llenos de angustia, oraron a Dios, y él los salvó de su aflicción, les mostró el camino a seguir y los libró de su esclavitud. ¡Demos gracias a Dios por su amor, por todo lo que ha hecho a favor nuestro! ¡Hizo pedazos las puertas de bronce y las barras de hierro que nos tenía prisioneros!

Nuestros abuelos fueron tan rebeldes que se portaron como unos tontos; sufrieron mucho por su maldad. ¡Tan enfermos se pusieron que al ver la comida vomitaban! Llenos de angustia, oraron a Dios, y él los salvó de su aflicción; con sólo una orden los sanó. ¡Así los salvó de la muerte! ¡Demos gracias a Dios por su amor, por todo lo que ha hecho a favor nuestro! ¡Démosle muestras de gratitud, y presentémosle ofrendas! ¡Anunciemos entre gritos de alegría las maravillas que ha hecho! Nuestros abuelos compraron barcos y se ganaron la vida comerciando en otros países. En alta mar presenciaron la acción maravillosa de nuestro Dios: Dios dio una orden, y vino un fuerte viento que levantaba grandes olas. Cuando se vieron en peligro, los marineros perdieron el valor, eran lanzados de arriba abajo, y de nada les servía ser marineros expertos, pues se tropezaban y caían como estuvieran borrachos. Llenos de angustia, oraron a Dios, y él los sacó de su aflicción; calmó la furia de la tormenta, y aplacó las olas del mar. Cuando se calmó la tormenta, ellos se pusieron muy contentos y Dios los llevó a su destino.

¡Demos gracias a Dios por su amor, por todo lo que ha hecho a favor nuestro! ¡Que lo alaben todo el pueblo y sus gobernantes! Dios convirtió en desiertos los ríos y los manantiales, pero a la tierra fértil la convirtió en tierra inútil, porque los que allí vivían eran gente muy malvada; en cambio, al desierto lo convirtió en tierra fértil, rodeada de lagunas y manantiales. Al pueblo que había pasado hambre, lo dejó vivir allí, y ellos construyeron grandes ciudades, sembraron campos, plantaron viñedos, y tuvieron muy buenas cosechas. Dios les dio su bendición, y ellos tuvieron muchos hijos y sus ganados se multiplicaron.
Tiempo después, los malvados los humillaron y los hicieron sufrir; hasta que sólo unos pocos quedaron con vida. Pero Dios castigó a esos malvados y los hizo perderse por desiertos sin caminos. A la gente pobre Dios la saca de su aflicción y hace que sus familias aumenten como sus rebaños. Cuando la gente honrada ve esto, se llena de alegría; pero los malvados se quedan callados. Tomen esto en cuenta los sabios, y pónganse a meditar en lo mucho que Dios nos ama.

Por lo que sería conveniente reflexionar como obra el poder de Dios, dar gracias por todo lo que hace por los seres humanos y pedirle su  bendición.


Con Alta Estima,

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