viernes, 25 de octubre de 2013

Tú vives para siempre…

Sabes, es necesario que el ser humano sea transformado y que su vida interior sea revestida por el espíritu de Dios y que éste sea manifiesto a los demás con una nueva actitud, con una muestra de amor fraternal  a los demás de manera que demuestre las enseñanzas de Jesucristo.

¡Dios poderoso de Israel acuérdate de David y de sus sufrimientos; recuerda lo que él te prometió. Dios poderoso de Israel, No pondré un pie en mi casa, ni me daré un momento de descanso; no dormiré un solo instante, y ni siquiera cerraré los ojos, mientras no encuentre un lugar donde construir tu templo. Cuando estábamos en Efratas oímos hablar del cofre del pacto, y finalmente lo hallamos en la ciudad de Quiriart-jearim. Entonces dijimos: ¡vayamos al templo de Dios! ¡Arrodillémonos ante su presencia! Dios mío, ¡ven con el cofre de tu pacto, que es símbolo de tu poder, al templo donde vivirás para siempre! Tus sacerdotes se vestirán con propiedad y tu pueblo cantará con alegría. Dios mío, tú elegiste a David para que fuera nuestro rey; ¡no le niegues tu apoyo! También le hiciste este juramento, y no dejarás de cumplirlo: Tus descendiente serán reyes; ¡yo los haré reinar! Si ellos cumplen con mi pacto y con mis leyes, también serán reyes sus hijos y reinarán en tu lugar para siempre.

Tú elegiste a Jerusalén para vivir siempre allí. Dijiste: Aquí pondré mi templo. Aquí reinaré siempre, porque así lo he decidido. Bendeciré ricamente los alimentos de esta ciudad, y con abundante pan calmaré el hambre de sus pobres. Vestiré a sus sacerdotes con ropas de triunfo, y el pueblo cantará con alegría. Aquí haré que renazca el poder de David, el rey que yo elegí; aquí reinarán para siempre sus descendientes. Sobre la cabeza de David brillará siempre la corona; sobre la cabeza de sus enemigos brillará la vergüenza.

¡No hay nada más bello ni más agradable que ver a los hermanos vivir juntos y en armonía! Es tan agradable ver esto como oler el buen perfume de los sacerdotes, perfume que corre de la cabeza a los pies. Es tan agradable como la lluvia del norte que cae en el monte Hermón y corre a Jerusalén, en el sur. A quienes viven así, Dios los bendice con una larga vida.

¡Alaben a Dios todos ustedes, que están a su servicio! ¡Alábenlo también ustedes los que en su templo le cantan himnos por las noches! ¡Levanten las manos para orar! ¡Dirijan la mirada hacia el altar, y alaben a Dios! ¡Que Dios, creador del cielo y de la tierra, te bendiga desde su templo!

¡Alabemos a Dios! ¡Alábenlo ustedes los que lo obedecen! ¡Alábenlo ustedes, que siempre están en los patios del templo de nuestro Dios! ¡Alabemos a Dios porque él es bueno! ¡Cantémosle himnos, porque él es bondadoso! ¡Nuestro Dios eligió a Israel para que siempre fuera su pueblo!

Yo sé que nuestro Dios, es más poderoso que todos los dioses. Dios hace lo que quiere en el cielo y en la tierra, en el mar y en sus profundidades. Dios, nos trae las nubes desde lo más lejano de la tierra. Dios nos manda los relámpagos que anuncian la lluvia. Dios saca el viento del lugar donde lo tiene guardado. En Egipto hirió de muerte al hijo mayor de cada familia; también les quitó la vida a las primeras crías de los animales. Hizo señales y milagros contra el faraón y sus oficiales, hirió de muerte a muchos pueblos, y acabó con reyes poderosos: acabó con Sihón, el rey amorreo; acabó con Org, el rey de Basán; ¡acabó con todos los reyes cananeos! A su pueblo Israel le entregó las tierras de esos reyes para que fueran suyas para siempre.

Dios mío, ¡tú vives para siempre! Tú defiendes a tu pueblo y le tienes compasión. Los dioses de otros pueblos son hechura humana; ¡son ídolos de oro y plata! De nada les sirve tener boca, porque no pueden hablar; tienen ojos, pero no pueden hablar, tienen orejas, pero no pueden oír; ¡ni siquiera pueden respirar! ¡Pues iguales a esos ídolos son quienes los hacen y quienes creen en ellos! Israelitas, ¡bendigan a Dios! Sacerdotes, ¡Bendigan al Dios de Israel! Levitas, ¡Bendigan a Dios! Ustedes, los que lo obedecen, ¡Bendigan al Dios de Israel! Levitas, ¡Bendigan a Dios! Ustedes los que lo obedecen, ¡bendigan al Dios de Israel! ¡Alabemos a nuestro Dios, el Dios que vive en Jerusalén! ¡Alabémoslo!

Así pues,  cada persona debe pedir a Dios su bendición para ser dichoso además de alabar a Dios  con respeto porque es bueno, grande su misericordia, por su dominio soberano, su poder  absoluto… pues  es el Dios Verdadero. 

Con Alta Estima,

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