Así pues, es esencial que el ser humano guarde la Palabra de
Dios para que se mantenga limpio su corazón y cumpla su ley en la que Dios
muestra su amor, bondad y misericordia y obedeciendo sus enseñanzas estará sometido a Dios.
¡Dios mío, tú eres
eterno y siempre fiel!. Mientras el cielo y la tierra existan, tu palabra
permanecerá; ¡todo lo creado está a tu servicio! Si tu palabra no me hiciera
tan feliz, ¡ya me hubiera muerto de tristeza! Jamás me olvido de tu palabra,
pues ella me da vida. ¡Sálvame, pues soy tuyo y busco cumplir tus mandamientos!
Hay malvados que quieren matarme, pero yo quiero entender tus enseñanzas. Todo
en este mundo acabará; ¡sólo tú palabra no tiene fin! ¡Tanto amo tus enseñanzas
que a todas horas medito en ellas! Siempre están conmigo, y me hacen aún más
sabio que mis enemigos y mis maestros. Hasta entiendo mejor que los ancianos,
porque las pongo en práctica. Me he apartado de todo mal camino porque quiero
obedecer tu palabra. No me he apartado de tu enseñanza porque tú eres mi
maestro. Me das tanta sabiduría que no soporto la mentira. ¡Tu palabra es para
mí más dulce que la miel!
Tu palabra es una lámpara que alumbra mi camino. Cumpliré la
promesa que te hice: obedeceré tus justos mandamientos. Dios mío ¡ya es mucho
lo que he sufrido! Mi vida está siempre en peligro, pero olvido tus enseñanzas.
Los malvados me ponen trampas, pero yo obedezco tus mandamientos. Recibe con
agrado esta alabanza que te ofrezco, y enséñame tu palabra. Cumple tu promesa y
dame ánimo. Tus enseñanzas son mías; ¡son la alegría de mi corazón! He decidido
cumplirlas para siempre y hasta el fin. ¡Déjenme solo, gente malvada! ¡Los odio
porque no son sinceros! Pero a ti, Dios mío, te amo y quiero seguir tus
enseñanzas. Tú me das refugio y protección; tus promesas me llenan de esperanza.
Dame fuerza y seguiré con vida, tal como lo has prometido; ¡no defraudes mi
confianza! ¡Ayúdame y ponme a salvo para que obedezca tu palabra! A los
malvados de este mundo que desprecian tus enseñanzas no los quieres tener
cerca; los tratas como a basura. De nada les sirve hacer planes malvados; yo,
en cambio, obedezco tu palabra. Tiemblo de miedo en tu presencia; ¡tu palabra
me hace temblar!
Dios mío, ¡no me dejes caer en manos de mis enemigos! Yo
hago lo que es bueno y justo, haz que siempre me vaya bien, y que no me
molesten los orgullosos. La vista se me nubla esperando que cumplas tu promesa
de venir a ayudarme. ¡Trátame con mucho amor, y enséñame tus mandamientos!
Permíteme llegar a entenderlos, pues los quiero comprender. Dios mío, ya es
hora de que actúes, pues nadie cumple tus mandatos. Prefiero tus mandamientos
que tener muchas riquezas. Por eso los sigo y no soporto la mentira. ¡Tus
enseñanzas son maravillosas! ¡Por eso las sigo fielmente! Cuando un maestro las
explica, hasta la gente sencilla las entiende. Deseo conocer tus mandamientos;
¡me muero por entenderlos! Dios mío, ¡atiéndeme y tenme compasión como
acostumbras hacerlo con todos los que te aman! Guíame, como lo has prometido;
¡yo quiero cumplir tus mandamientos! No dejes que me maltraten, ni me dejes
caer en la maldad. Dame muestras de tu bondad y enséñame tus mandamientos. Me
dan ganas de llorar cuando veo que nadie los cumple.
Dios mío, tú eres justo y juzgas con rectitud. Los
mandamientos que nos diste son justos y dignos de confianza. Mis enemigos me
humillan pero yo no olvido tus enseñanzas. Me muero de enojo porque ellos no
las cumplen. En cambio, yo las amo, pues son puras como oro refinado. Tú
siempre actúas con justicia, y tus enseñanzas son verdaderas. Cuando estoy
afligido en problemas, tus mandamientos son mi alegría. Tus leyes son siempre
justas; ¡dame entendimiento y vida! Dios mío, te llamo con todas mis fuerzas;
¡respóndeme , sálvame! ¡Quiero cumplir tus mandamientos! Muy temprano me
levanto para pedirte que me ayudes, pues confío en tu palabra. Me paso la noche
en vela meditando en ella. Dios mío, tú eres todo amor, ¡escúchame! Eres toda
justicia, ¡dame vida! Cada vez siento más cerca a los que se han alejado de tus
enseñanzas y procuran mi mal. Pero a ti, Dios mío, te siento cerca, y confío en
tus mandamientos. Desde hace mucho tiempo conozco tu palabra; tú la
estableciste para siempre.
¡Mira mi sufrimiento, y sálvame! ¡Yo no me olvido de tus
enseñanzas! ¡Ponte de mi parte, y rescátame! ¡Cumple tu promesa y dame ánimo!
Dios mío, tú eres muy bueno; eres todo justicia. ¡Dame vida! Mis enemigos y
perseguidores se cuentan por militares; ¡a esos malvados no los salvarás porque
no siguen tus enseñanzas! No los soporto, porque no creen en tus promesas, pues
yo siempre obedezco tu palabra. Dios mío, mira cuánto amo tus mandamientos;
¡por tu gran amor, ¡dame vida! Todas tus palabras se basan en la verdad; todas
ellas son justas y permanecen para siempre.
Yo no les tengo miedo a los
poderosos que me persiguen; sólo tiemblo ante tu palabra. ¡Ella me . hace más
feliz que si encontrara un tesoro . Aborrezco la mentira, ¡no la soporto! Pero
amo tus enseñanzas. Ellas son tan justas que no me canso de alabarte. Los que
aman tu palabra disfrutan de mucha paz y no sufren ningún tropiezo. Dios mío,
espero que me salves, pues amo tus mandamientos. Tú sabes que los cumplo de
todo corazón. Dios mío, ¡acepta mi oración y mis ruegos! ¡Dame entendimiento, y
sálvame, tal como lo has prometido! Yo te cantaré alabanzas porque me enseñas
tu palabra. Alabaré tus promesas, pues todos tus mandamientos son justos. Ven y
tiéndame la mano, pues he decidido obedecerte. Dios mío, ansioso espero que me
salves; tus enseñanzas son mi alegría. Dame vida y te alabaré; ¡que tu palabra
me sostenga! Ando como oveja perdida; ven a buscarme, pues te pertenezco y
tengo presentes tus mandamientos.
Así puedes darte cuenta que no debes olvidar la Palabra de
Dios y buscar su presencia para llevar en la mente sus enseñanzas y cumplir sus
mandamientos. Pedirle a Dios que guíe tu camino y obedecer su voluntad, para lo
que es necesario pedirle a Dios sabiduría para entender y obedecer sus estatutos.
Con Alta Estima
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