Es esencial que el ser humano confíe en Dios, que deposite
su esperanza en él esperando con seguridad el triunfo sobre los enemigos, sólo
así el hombre puede permanecer en el camino correcto porque Dios es el que le
guía, pues sólo los rectos morarán en su presencia.
Dios mío, ¡líbrame
de la gente malvada! ¡Protégeme de la gente violenta, que sólo piensa hacer lo
malo y todo el tiempo busca pleito! Más que gente, parecen víboras; hablan, y
sus palabras son venenosas e hirientes. Dios mío, protégeme de esos malvados;
protégeme de esos violentos, que sólo quieren verme fracasar. Son gente muy
orgullosa. A mi paso pusieron trampas para hacerme caer en ellas. Pero yo te
reconozco como mi único Dios; ¡por favor, escucha mis ruegos! Tú eres mi Dios;
eres mi poderoso Salvador; tú me salvas la vida en el día de la batalla. Dios
mío, no permitas que los malvados se salgan con la suya; no permitas que
triunfen sus planes. ¡Haz caer sobre mis enemigos todo el mal que me desean!
¡Que caigan sobre ellos carbones encendidos! ¡Que caigan en pozos profundos y
nunca más salgan de allí! ¡Que la gente mentirosa no vuelva a vivir en la
tierra! ¡Que acabe la calamidad con toda la gente violenta! Dios mío, de una
cosa estoy seguro: ¡tú defiendes y haces justicia a los pobres y necesitados!
Por eso la gente honrada te alaba y vive contigo.
Dios mío, te
estoy llamando: ¡Préstame atención y ven pronto en mi ayuda! ¡Recibe mi oración
como una ofrenda de incienso! ¡A ti elevo mis manos como una ofrenda en la
tarde! Dios mío, ¡no me dejes decir ni una sola tontería! ¡No me dejes tener
malos pensamientos, ni cometer maldad alguna! ¡No me dejes tomar parte en
fiestas de gente malvada! Considero una muestra de amor que una persona honrada
me regañe o me golpee; para mí, sus reprensiones son como fino perfume. Dios
mío, yo siempre te pido que castigues a los malvados. Cuando los gobernantes
malvados acaben en la ruina, se acordarán de mis palabras y sabrán que les
hablé con dulzura. Entonces la gente dirá: Sus huesos han quedado esparcidos
por el suelo.
Por mi parte, Dios mío, de ti dependo y en ti busco refugio.
¡No dejes que me maten! ¡Líbrame de las trampas que esos malvados me tienden!
¡Haz que sean ellos mismos los que caigan en sus redes! Pero a mí, ¡ponme a
salvo!
Mi Dios, a ti
elevo mi voz para pedirte ayuda; a ti elevo mi voz para pedirte compasión.
Cuando me siento deprimido, a ti te hago saber lo que me angustia. Tú sabes
cómo me comporto. Hay algunos que a mi paso me tienden una trampa. Mira bien a
mi derecha: ¡nadie me presta atención! ¡No hay nadie que me proteja! ¡A nadie
le importo! Dios mío, a ti te ruego y te digo: ¡Tú eres mi refugio! ¡En este
mundo tú eres todo lo que tengo! ¡Atiende mis ruegos, pues me encuentro muy
débil! ¡Líbrame de mis enemigos, pues son más fuertes que yo! ¡Sácame de esta
angustia, para que pueda alabarte! Al ver que me tratas bien, los justos harán
fiesta.
Dios mío,
¡escucha mi oración! ¡Atiende mis ruegos! Tú eres fiel y justo: ¡respóndeme! No
me llames a cuentas, que ante, nadie en el mundo puede considerarse inocente.
Mis enemigos quieren matarme; me tiene acorralado y en constante peligro de
muerte. Ya no siento latir mi corazón; ¡ya he perdido el ánimo! Me vienen a la
mente los tiempos pasados y me pongo a pensar en todas tus acciones; ¡tengo muy
presente todo lo que has hecho! ¡Hacia ti extiendo mis manos, pues me haces
falta, como el agua a la tierra seca!
Dios mío, ¡respóndeme pronto, pues la vida se me escapa! ¡No
me des la espalda, ya puedo darme por muerto! En ti confío; ¡a ti dirijo mi
oración! Cada nuevo día hazme saber que me amas; ¡dime qué debo hacer! Dios
mío, líbrame de mis enemigos, pues en ti busco refugio. Tú eres mi Dios
¡Enséñame a hacer lo que quieres que yo haga! ¡Permite que tu buen espíritu me
lleve a hacer el bien! Dios mío, tú eres un Dios justo; ¡acaba con mis
enemigos! ¡Destruye a los que me persiguen! Tú eres un Dios de amor y yo estoy
a tu servicio; ¡demuestra tu poder y dame vida!
¡Bendito seas, mi
Dios y protector! ¡Tú me enseñas a luchar y a defenderme! ¡Tú me amas y me
cuidas! Eres mi escondite más alto, el escudo que me protege, ¡el Dios que me
permite reinar sobre mi propio pueblo! Dios mío, ¿qué somos nosotros para que
nos tomes en cuenta? ¿Qué somos los humanos para que nos prestes atención?
Somos como las ilusiones; ¡desaparecemos como las sombras! Dios mío, baja del
cielo, toca los cerros con tu dedo y hazlos echar humo. Lanza tus relámpagos, y
pon al enemigo en retirada. ¡Tiéndeme la mano desde lo alto y sálvame de las
muchas aguas! ¡No me dejes caer en manos de gente malvada de otros pueblo! Esa
gente abre la boca y dice mentiras; levanta la mano derecha y hace juramentos
falsos.
Dios mío, voy a cantarte un nuevo canto, voy a cantarte
himnos al son de música de arpas. A los reyes les das la victoria, y al rey
David lo libras de morir a filo de espada. ¡Sálvame también! ¡Líbrame de caer
en manos de gente malvada de otros pueblos! Esa gente abre la boca y dice
mentiras; levanta la mano derecha y hace juramentos falsos. Permite que
nuestros hijos crezcan en su juventud fuertes y llenos de vida, como plantas en
un jardín. Permite que nuestras hijas sean hermosas como las columnas de un
palacio. Haz que en nuestros graneros haya abundancia de alimentos. Haz que
nuestros rebaños aumenten en nuestros campos hasta que sea imposible contarlos.
Permite que nuestros bueyes lleven carretas bien cargadas. No dejes que
nuestras murallas vuelvan a ser derribadas, ni que volvamos a ser llevados
fuera de nuestro país, ni que en nuestras calles vuelvan a oírse gritos de angustia.
¡Tú bendices al pueblo donde todo esto se cumple!¡Tú bendice al pueblo que te
reconoce como su Dios!
Así pues, sería bueno que el ser humano imite al Salmista, que
pide a Dios corrección de sus defectos para ser una persona buena, por lo que
es esencial que tus ojos estén fijos en Dios, con tu confianza puesta en él ,
sólo en El espera. Que en tus momentos difíciles clames a Dios ante El
manifiesta su ayuda pues El tiene cuidado de cada persona.
Con Alta Estima,
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