Sabes, cuando Dios perdona al ser humano del pecado, Dios lo
borra y lo olvida, por eso hay que dar gracias y alabarle porque El cambia su
triste situación y lo libera.
Dios nuestro,
naciones enemigas nos han invadido, han entrado en tu santo templo y han dejado
en ruinas a Jerusalén. Mataron a tus fieles servidores, y echaron sus cadáveres
al campo para que los devoren los buitres y las bestias salvajes. Por toda
Jerusalén derramaron la sangre de los muertos, y a los muertos nadie los
entierra. Los pueblos vecinos se burlan de nosotros; ¡somos el blanco de sus
burlas! Dios nuestro, ¿cuánto más tendremos que esperar? ¿Vas a estar siempre enojado
y ardiendo de enojo, como el fuego? ¡Enójate entonces con las naciones que no
quieren reconocerte! ¡Enójate con los reinos que no te reconocen como Dios! A
Israel lo han destruido; al país lo han dejado en ruinas. No nos tomes en
cuenta los pecados del pasado; ¡muéstranos tu amor y ven pronto a nuestro
encuentro, pues grande es nuestra miseria!
Dios y Salvador nuestro, ¡ayúdanos! Por lo grandioso que
eres, ¡líbranos y perdona nuestros pecados! ¿Por qué tienen que decirnos las naciones enemigas: Dios ya los ha
abandonado? ¿No ves que han matado a tu pueblo y han derramado su sangre?
¡Cóbrales su muerte! ¡Haz que esas malvadas
naciones sufran la muerte en carne propia, y a nosotros, déjanos ser
testigos! Escucha, por favor, las quejas de los prisioneros, y salva con tu
gran poder a los condenados a muerte. Dios nuestro, haz que nuestros vecinos
sufran en carne propia las ofensas que te han hecho. Nosotros somos tu pueblo,
y siempre te alabaremos; ¡siempre te cantaremos alabanzas!
Dios y Pastor
nuestro, tú guiaste como a un rebaño a tu pueblo Israel, tú reinas entre
los querubines, ¡ahora escúchanos! ¡Hazte presente y muestra tu poder a las
tribus de Efraín, de Manasés y de Benjamín! ¡Ven a salvarnos! Dios nuestro,
¡cambia nuestra triste situación! ¡Muéstranos tu bondad y sálvanos! Dios
nuestro, Señor del Universo, ¿hasta cuándo, por tu enojo, no atenderás la
oración de tu pueblo? En vez de comida, nos ha dado el pan amargo que nuestras
lágrimas amasaron; en vez de bebida, has hecho que nos bebamos nuestras propias
lágrimas. Has hecho que nuestros vecinos se burlen de nosotros; ¡nos ven, y se
ríen de nosotros!
Dios del universo, ¡cambia nuestra triste situación!
¡Muéstranos tu bondad y sálvanos! Nosotros somos como una vid que trajiste de
Egipto, y para plantarnos en este tierra echaste fuera a las naciones; una vez
limpio el terreno, nosotros echamos raíces y nos extendimos por todo el país.
De tal manera crecimos que llegamos a poblar las montañas; ¡extendimos nuestro
dominio hasta las montañas del Líbano!
Nuestra frontera oriental llegó hasta el río Eufrates; nuestra frontera
occidental llegó hasta el mar Mediterráneo.
Dios del Universo, ¿por qué dejaste a tu vid sin tu
protección? Todos nuestros enemigos pasan y nos hacen daño; ¡nos devoran como
fieras! ¡Deja ya de castigarnos! ¡Asómate desde el cielo y muéstranos tu
cariño! ¡Tú mismo nos cuidaste! El enemigo nos ha derrotado; le ha prendido
fuego a nuestras ciudades. ¡Repréndelos , destrúyelos! Pero no dejes de apoyar
al pueblo en quien confías, al pueblo que has fortalecido; así, no nos
apartaremos de ti. ¡Danos vida, y te alabaremos! Dios nuestro, Señor del
universo, ¡cambia nuestra triste situación!¡Muéstranos tu bondad y sálvanos!
No obstante, para que Dios restaure al ser humano debe
arrepentirse y Dios lo libera, y ya limpio puede dar muchos frutos como la vid,
pues El da vida . Sólo en El, el hombre encuentra fortaleza a través de su
Palabra para que no se aparte de El.
Con Alta Estima
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