En estos salmos, Dios habla de sus promesas hechas a su
pueblo, pues entre mayor sea la confianza del ser humano a Dios mayor será la
esperanza cuando clamé a Dios por su ayuda, en cualquier circunstancia que se
encuentre de que él vendrá a ayudarlo y sólo él le dará paz en su vida.
Cuando Dios nos hizo
volver de Babilonia a Jerusalén creíamos estar soñando. De los labios nos
brotaban risas y cánticos alegres. Hasta decían las demás naciones: Realmente
es maravilloso lo que Dios ha hecho por ellos. ¡Lo que Dios hizo por nosotros
fue realmente maravilloso, y nos llenó de alegría. Dios, devuélvenos el
bienestar, como le devuelves al desierto sus arroyos. Las lágrimas que
derramamos cuando sembramos la semilla se volverán cantos de alegría cuando
cosechemos el trigo.
Si Dios no construye
la casa, de nada sirve que se esfuercen los constructores . Si Dios no
vigila la ciudad de nada sirve que se desvelen los vigilantes. De nada sirve
que ustedes se levanten muy temprano, ni que se acuesten muy tarde, ni que
trabajen muy duro para ganarse el pan; cuando Dios quiere a alguien, le da un
sueño tranquilo. Los hijos que tenemos son un regalo de Dios. Los hijos que nos
nacen son nuestra recompensa. Los hijos que nos nacen cuando aún somos jóvenes,
hacen que nos sintamos seguros, como guerreros bien armados. Quien tiene muchos
hijos, bien puede decir que Dios lo ha bendecido. No tendrá de qué avergonzarse
cuando se defienda en público delante de sus enemigos.
¡Dios bendice a todos
los que lo obedecen y siguen sus enseñanzas! Si tú eres uno de ellos, Dios
te bendecirá mucho. En el seno de tu hogar comerás y disfrutarás de lo que
ganes con tu trabajo. Tu esposa tendrá muchos hijos. ¡Parecerá un racimo de
uvas! Nunca en tu mesa faltará comida, y tus hijos crecerán fuertes como los
olivos. ¡Así es como Dios bendice a todos los que lo obedecen! ¡Que Dios te
bendiga desde su templo en el monte Sión! ¡Que veas prosperar a Jerusalén todos
los días de tu vida! ¡Que Dios te deje ver crecer a tus hijos y a tus nietos! ¡Que
haya paz en Israel!
Dejemos que
nuestra gente nos hable de las angustias que ha pasado desde su juventud: Hemos
pasado muchas angustias desde nuestra juventud, pero no han podido vencernos.
El enemigo nos hirió la espalda; ¡nos hizo profundas heridas, como quien abre
surcos con un arado! Pero Dios es justo y nos libró de los malvados. Que sean
derrotados y puestos en vergüenza todos los que odian a Jerusalén! ¡Que se
marchiten como la hierba que crece en el techo de la casa! Esa gente es como la
hierba, de la que no se ocupan ni los que la cortan ni los que la recogen. Cuando pasan, nadie
los saluda; y si saludan, nadie les contesta.
Dios mío, yo te
llamo pues estoy muy angustiado. ¡Escúchame, Dios mío! ¡Presta oído a mis
gritos que te piden compasión! Si tomaras en cuenta todos nuestros pecados,
nadie podría presentarse anti. Pero tú nos perdonas. ¡por eso mereces nuestra
adoración! En Dios he puesto mi esperanza; con toda el alma confío en él, pues
confío en sus promesas. Con ansias espero a Dios; ¡con más ansias lo espero que
los vigilantes a la mañana! Los vigilantes esperan que llegue la mañana. Y tú,
Israel, esperas la llegada de Dios porque él nos ama y nos da plena libertad.
¡Dios salvará a Israel de todos sus pecados!
Dios mío, yo no
me creo más que nadie, ni miro a nadie con desprecio; no hago alardes de
grandeza, ni pretendo hacer grandes maravillas, pues no podría llevarlas a
cabo. Más bien, me he calmado; me he tranquilizado como se tranquiliza un niño
cuando su madre le da el pecho. ¡Estoy tranquilo como un niño después de haber
tomado el pecho! Israel, ¡pon tu esperanza en dios ahora y siempre!
¡Animo! Es esencial confiar en Dios. Que el ser humano sea
humilde y se arrepienta de su mal comportamiento para que goce del perdón de
Dios y le de paz a su vida. Por eso el hombre sólo debe confiar y depender de
Dios no de la fuerza humana. Sabes, es de sabio tener temor de Dios, pues así
El te bendecirá grandemente y prosperará en todo lo que emprendas.
Con Alta Estima,
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