Isaías dijo: Tú eres mi Dios. Yo alabo y bendigo tu nombre,
porque has realizado planes admirables que prometiste desde tiempos antiguos.
Has destruido las fortalezas de nuestros enemigos, has dejado las ciudades
hechas un montón de ruinas. ¡Nunca más serán reconstruidas! Ahora los pueblos
fuertes y tiranos te obedecen y te adoran.
Has sido un refugio para el débil y has protegido al pobre
en su aflicción. Tú eres un refugio en la tormenta, una sombra que protege del
calor. El soplo de los tiranos es como una tormenta de invierno; es como el
calor del desierto. Tú frenaste el ataque de los enemigos, y así pusiste fin al
canto de victoria de los tiranos.
El Dios todopoderoso prepara en Jerusalén un banquete para
todas las naciones. Allí hay ricos manjares, comidas deliciosas, y los mejores
vinos. Dios acabará con la tristeza de las naciones. Dios destruirá para
siempre el poder de la muerte. Dios secará las lágrimas de todos y borrará la
vergüenza de su pueblo en toda la tierra. Ese día se dirá: Ahí está nuestro
Dios. En él confiamos, y nos salvó. ¡Gritemos de alegría porque Dios nos ha
salvado! Dios ha jurado que así será.
Isaías continuó diciendo: Dios protegerá a Jerusalén, pero
Moab será pisoteado como se pisotea la basura. Moab intentará surgir de nuevo,
pero por más que se esfuerce, Dios aplastará su orgullo, Dios hará caer sus
altas murallas y las dejará tendidas por el suelo.
Sabes, la palabra de Dios son enseñanzas verdaderas,
difíciles de entender pero si el hombre vive apegado a la Palabra logra una mayor conciencia y por ende
crecimiento espiritual. Asimismo, el hombre al ser obediente será fortalecido
en su fe y se alejará de las cosas mundanas, dejará de ser soberbio, pero si arrepentido,
entonces su carácter será moldeado y dependerá de Dios, y a partir de ese
avance en su camino entonces el hombre actuará con humildad pues su corazón ha
sido quebrantado y Dios bendecirá al hombre renovado y limpio de corazón.
Con Alta Estima,
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