Isaías dijo: ¡Dios va a convertir la tierra en un desierto!
¡Todos sus habitantes se dispersarán! A todos les pasará lo mismo: al sacerdote
y al pueblo, a los amos y a los esclavos, al que compra y al que vende, al que
presta y al que pide prestado, al rico y al pobre. ¡La tierra quedará
totalmente arruinada!. El Dios de Israel ha jurado que así lo hará.
La tierra se ha secado y marchitado; la gente más poderosa
se ha quedado sin fuerzas. La tierra se ha llenado de maldad, porque sus
habitantes no han cumplido las leyes de Dios. Se habían comprometido a
obedecerlo por siempre, pero ninguno cumplió con ese pacto. Todos han pecado;
por eso la tierra está bajo maldición y muy pocos han quedado con vida. La
ciudad está desierta.
Los viñedos se han secado; ya casi no hay vino. Los que
antes cantaban de alegría hora mueren de tristeza. Ya no suenan los alegres
tambores y el arpa ha quedado en silencio; ¡se acabó la fiesta! El vino se ha
vuelto vinagre y nadie entona una canción. La ciudad está en ruinas, todo es un
desorden, y las casas se han cerrado. Por las calles la gente pide a gritos un
poco de vino.
¡La alegría abandonó la tierra! La ciudad quedó destruida, y
sus portones, hechos pedazos. Las naciones quedaron vacías, como un árbol de
olivo después de la cosecha. Los pocos que se salven gritarán y saltarán de
alegría. ¡Por todos los rincones del mundo se oirán cantos de alabanza para el
Dios que ama la justicia!
Isaías continuó diciendo: Mi ánimo está por los suelos; ¡siento
que me muero de tristeza! No se puede confiar en los traidores, porque engañan
y no tienen compasión. Y a ti, habitante de la tierra, te esperan el terror y
las trampas; si te libras del terror, te hundirás en una trampa, y si sales de
ella con vida, caerás en otra trampa.
Lloverá muy fuerte; un diluvio hará temblar los cimientos de
la tierra. Un gran terremoto sacudirá la tierra hasta dejarla hecha pedazos. La
tierra temblará como un borracho, y se vendrá abajo como frágil choza. ¡Pesa
tanto el pecado de la gente que la tierra caerá y no volverá a levantarse! Ese
día, Dios castigará a los que gobiernan con maldad en el cielo y en la tierra.
Los meterá en un calabozo, los tendrá encarcelados, y al final los castigará.
El sol y la luna se oscurecerán, porque el Dios todopoderoso reinará desde
Jerusalén, y los jefes de su pueblo serán testigos del poder de Dios.
¡Darse prisa! Que el hombre sea más consciente en sus actos,
que no actúe de mala fe , que se mantenga firme en sus convicciones, pues tanta
maldad en el mundo está debilitando la tierra y la está contaminando
conllevando al ser humano hacia un abismo, por eso es necesario que el hombre
se alinee y cumpla con los mandatos divinos, que quite su soberbia y crea en
Dios pues sólo confiando en El le dará una vía de escape, pues El es la única
puerta de la salvación.
Con Alta Estima,
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