Dios dijo: ¡Qué mal les va a ir a ustedes, israelitas rebeldes!
Hacen planes sin tomarme en cuenta, y pecan una y otra vez. Piden ayuda al rey
de Egipto, pero sin consultarme; buscan refugio bajo su poder, pero ese rey no
podrá protegerlos; Egipto no les dará refugio. Ustedes, los israelitas, han
mandado embajadores hasta las ciudades egipcias de Soan y de Hanés; pero van a
quedar avergonzados, porque esa gente inútil, en vez de ayudarlos, les causará
muchas desgracias.
Isaías dijo: Esto dice nuestro Dios acerca de Egipto, ese
animal feroz del desierto del sur: Los camellos. Cruzan el desierto, que está
lleno de peligros. Allí hay leones feroces, víboras y dragones voladores. Pero
Egipto no podrá ayudarlos. Por eso he dicho acerca de él: Perro que ladra no
muerde.”
Entonces Dios le dijo a Isaías: Ven ahora y escribe este
refrán; ponlo sobre una tablilla para que sirva de testimonio y siempre se
recuerde.
Isaías dijo: Los israelitas son un pueblo que no quiere
obedecer las enseñanzas de Dios. Son infieles y rebeldes. No quieren que los
videntes cuenten sus visiones; tampoco quieren que los profetas les digan la
verdad. Prefieren que les hablen de cosas agradables; prefieren seguir creyendo
que todo les saldrá bien. A unos y a otros les piden que dejen de obedecer a
Dios; no quieren que sigan hablando del Dios santo de Israel.
Por eso, Dios les dijo: Ustedes rechazan mis advertencias, y
prefieren confiar en la violencia y en palabras mentirosas. Por lo tanto, su
pecado caerá sobre ustedes como un muro alto y agrietado, que se viene abajo
cuando uno menos lo espera. Será como un
jarro que se rompe por completo. Tan pequeños son los pedazos que no sirven
para nada; ¡ni para remover el fuego ni para sacar agua de un pozo!”
Por lo tanto, así dice el Dios santo de Israel: Vuelvan a
obedecerme, y yo les daré poder. Si en verdad confían en mí, manténganse en
calma y quedarán a salvo. Pero ustedes me rechazan; prefieren escapar a caballo
o en carros muy veloces. Pues bien, si así lo prefieren, tendrán que huir a
caballo; ¡pero sus perseguidores serán más veloces que ustedes! Bastará un solo
enemigo para llenar de miedo a mil; ¡serán suficientes cinco de ellos para
amenazar a todos ustedes! Y cuando todo haya terminado, de ustedes quedarán tan
pocos que parecerán un poste solitario en la parte alta de un monte.
Isaías continuó diciendo: Nuestro Dios ama la justicia y
quiere demostrarles cuánto los ama. En verdad, Dios ama a los que confían en
él, y desea mostrarles compasión. Y ustedes, israelitas que viven en la ciudad
de Jerusalén, ya no tienen por qué llorar. Dios les tendrá compasión tan pronto
como le pidan ayuda. En cuanto oiga sus gritos, les responderá. Y si acaso les
envía algún sufrimiento, ya no se quedará escondido. Dios es su maestro, y
ustedes lo verán con sus propios ojos.
Si acaso dejan de adorarlo, oirán una voz que les dirá: No
hagan eso, porque eso no me agrada. Adórenme sólo a mí. Ustedes llegarán a ver
como basura sus ídolos de oro y plata. Entonces, cuando siembren sus campos,
Dios les enviará lluvia. Así la tierra producirá trigo en abundancia.
Ese día, su ganado tendrá mucho lugar donde pastar. También
los bueyes y los burros que trabajan en sus campos podrán alimentarse de ricos
pastos. Cuando Dios castigue a sus enemigos y destruya sus fortalezas, bajarán
de las colinas y de las altas montañas grandes corrientes de agua. Ese día Dios
les sanará las heridas, porque ustedes son su pueblo. La luz de la luna será
tan brillante como la del sol, y el sol brillará siete veces más. ¡Será como si
brillaran siete soles juntos!
Isaías continuó diciendo: ¡Miren a lo lejos! ¡Dios mismo se
acerca! Su furia es como un fuego ardiente; sus labios y su lengua son un fuego
destructor. El aliento de Dios parece un río desbordado que todo lo inunda.
Dios viene contra las naciones, para derrotarlas por completo y hacerlas perder
el rumbo. Ustedes, en cambio, escucharán canciones como en una noche de fiesta;
irán con el corazón alegre, como los que
caminan al ritmo de las flautas. Irán al monte de Dios, pues él es nuestro
refugio.
Dios dejará oír su voz majestuosa y nos demostrará su poder.
Sus rayos, aguaceros y granizos son destructores como el fuego. Cuando Asiria
oiga la voz de Dios, sabrá el castigo que le espera y se llenará de miedo. Dios
la atacará en la guerra, y cuando la destruya, sonarán arpas y tambores. Desde
hace mucho tiempo Dios tiene preparado un lugar de castigo para Asiria y para
su rey. Es un lugar ancho y profundo, y tiene mucha leña. Cuando Dios sople
sobre ella, la leña se encenderá como una lluvia de azufre.
Sabes, sería bueno que el hombre se aleje de tanto
materialismo, y busque alimento espiritual, que no se aparte de Dios, pues se
volvería rebelde, tomaría sus propias decisiones bajo la fuerza humana sin
consultar a Dios, y esto no le agrada a El, por eso es importante que el ser
humano obedezca su Palabra y la cumpla en su cotidiano vivir. Así pues, es
conveniente que el hombre busque a Dios aunque a veces no entienda sus planes,
que ponga su confianza en El para que le
de dirección a su vida y que sea edificada, pues, Dios obra de manera
sobrenatural con la persona que le obedece
y le bendice grandemente en su camino.
Con Alta Estima,
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