Dios dijo: ¡El reino de Moab ha quedado en ruinas! Todos en
Moab están de luto, se han rapado la cabeza y se han cortado la barba. En una
sola noche fueron destruidas las ciudades de Ar y de Quir, de Nebo y de Medebá.
Los habitantes de Dibón corren al templo y a los altares que construyeron en
las colinas; van para lamentar ante sus dioses tanta destrucción y tanto dolor.
En las terrazas y en las plazas todos se lamentan y gritan de dolor; la gente
va por la calle vestida de luto, y llora a más no poder. Los que viven en
Hesbón y en Elalé gritan pidiendo auxilio; hasta en Jahas se oyen sus gritos.
Los guerreros de Moab se asustan y tiemblan de miedo.
Isaías dijo: Siento lástima por el reino de Moab. Los
moabitas están llenos de miedo, y huyen al pueblo de Sóar; corren hacia
Eglat-selislya, suben llorando por la cuesta de Luhit, y lanzan gritos de dolor
por el camino de Horonaim. Se han secado los pozos de Nimrin; la hierba está
marchita, y no queda una sola hoja verde. La gente toma todo lo que tiene y
cruza el arroyo de los Sauces.
En todo el territorio de Moab se escucha a la gente pedir
auxilio; sus gritos llegan hasta Eglaim y se oyen en Beer-elim. Si ahora los
pozos de Dimón están llenos de sangre, Dios les enviará aun peores castigos, y
los moabitas que queden con vida, serán atacados por leones.
Por lo tanto, el hombre preponderantemente debe buscar a
Dios para que mantenga una relación personal con El, que al pasar pruebas no
caiga en una sequía espiritual pues sabrá vencerlas con paciencia y gozo ya que
Dios está con él; además, las adversidades le ayudarán a crecer pues su fe será
fortalecida y le ayudará a seguir en el
camino del bien, pero sabes, es esencial
que el ser humano se alimente diariamente de la Palabra de Dios para que
adquiera conocimiento y sabiduría de lo Alto y confíe que Dios es su refugio con lo que logrará en su ser interior plenitud
espiritual.
Con Alta Estima,
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