Isaías advirtió: pueblos y naciones, habitantes de toda la
tierra: ¡Acérquense y escuchen! ¡Presten atención! Dios está enojado con
ustedes y con todos sus ejércitos. Dios los ha condenado a una total
destrucción. Por las montañas correrán verdaderos ríos de sangre. Los muertos
quedarán abandonados, y despedirán mal olor. Los planetas dejarán de verse, el
cielo se cerrará, y las estrellas caerán como hojas secas en otoño.
Isaías continuó diciendo: Ya se ve en el cielo la espada de
nuestro Dios; está a punto de castigar a todo el pueblo de Edom. ¡Dios lo ha
condenado a muerte! Habrá una matanza en Bosrá, la ciudad capital de Edom, y
correrá mucha sangre. La espada de Dios se empapará de sangre y de grasa, como
cuando en el altar se ofrecen corderos y cabras. La gente caerá muerta como los
toros en el matadero. Su país se empapará de sangre; ¡la tierra se llenará de
grasa! Ese día Dios se vengará; será el año de su venganza a favor de
Jerusalén.
Por los arroyos de Edom correrá brea en vez de agua; la
tierra se volverá azufre y arderá como resina caliente, que arde todo el tiempo
y siempre levanta mucho humo. El país quedará abandonado para siempre, y nadie
volverá a pasar por allí. Dios convertirá ese país en el más árido desierto.
Allí se refugiarán los búhos; allí pondrán sus nidos los cuervos y las
lechuzas.
No volverán a tener reyes, y se quedarán sin jefes. En sus
palacios y fortalezas crecerán cardos y espinos, y allí buscarán refugio los
chacales y los avestruces. Allí las cabras se llamarán unas a otras, se
juntarán los chacales y los gatos monteses. Allí encontrará su lugar el
fantasma que espanta de noche; allí anidará la serpiente, que pondrá sus huevos
y tendrá sus crías; ¡allí se reunirán los buitres, cada uno con su pareja!
Estudien el libro de Dios; lean lo que allí dice: De todos
estos animales no faltará uno solo; todos tendrán su pareja porque así Dios lo
decidió; Dios los ha reunido con un soplo de su aliento. A cada uno de estos
animales les dio su propio territorio, y allí vivirán para siempre.
Así pues, es necesario que el hombre siga el camino
correcto, que obedezca los mandamientos de Dios, los aplique en su vida
cotidiana y evite que Dios se enoje, pero es ¡urgente! Que estudie el Libro de
Dios, para que el hombre esté preparado, arrepentido y con un corazón contrito
y el Señor le perdonará pues Dios espera que cada persona lo busque y crezca en
el conocimiento de Jesucristo para que halle la sabiduría, que de fruto maduro,
que ame a su prójimo como a sí mismo
cumpliendo así la voluntad de Dios.
Con Alta Estima,
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