Dios le mostró a Isaías lo que haría contra Babilonia, y
él se lo comunicó al pueblo: ¡Den la señal de ataque sobre un monte desierto!
¡Manden a los soldados al combate! ¡Den la orden de que avancen por los
portones de Babilonia, y que ataquen a sus jefes! Dios ha llamado a sus
valientes para castigar a los babilonios. Dios llamó a sus mejores guerreros, y
estos se alegran con su triunfo.
En los montes se oyen los gritos de una gran multitud; se
escucha el movimiento de naciones, de pueblos que se están reuniendo. El Dios
todopoderoso prepara a su ejército; sus tropas han venido de muy lejos, ¡ya
están listas para el combate! Dios está muy enojado; por eso ha enviado sus
tropas para destruir a Babilonia. Comiencen a llorar, babilonios, porque el día
de su destrucción se acerca. El Dios todopoderoso los atacará. Todos ustedes se
quedarán sin fuerzas, perderán el valor, y se llenarán de miedo. Se retorcerán
de dolor, como si fueran a tener un hijo. Se mirarán asombrados y en la cara se
les verá el terror.
¡Ya llega el día de la destrucción! Dios está tan
enojado, que cuando llegue ese día dejará la tierra hecha un desierto y acabará
con todos los pecadores. Ese día el sol se apagará, la luna dejará de brillar y
las estrellas no darán su luz.
El Dios todopoderoso dice: ¡Estoy muy enojado y furioso!
Haré que tiemblen el cielo y la tierra, castigaré a los malvados, y humillaré a
los orgullosos. Cuando acabe con ellos, será más difícil encontrar un babilonio
con vida que una aguja en un pajar. La gente de otros países que ese día esté
en Babilonia huirá a su país como gacela espantada, correrá asustada como oveja
sin pastor. Mi ejército no tomará prisioneros, y nadie quedará con vida. Las
casas serán robadas, las mujeres serán violadas, y los niños, ¡estrellados
contra el suelo!
Yo haré que Persia ataque a Babilonia, y no lo hará por
dinero. Derribará a los jóvenes con sus flechas, y no tendrá compasión de los
niños ni los recién nacidos. Ahora escúchame bien, Babilonia: tú eres una
ciudad bella y poderosa, ¡eres el orgullo de tu pueblo! Pero yo soy el Dios
todopoderoso, y te voy a destruir como destruí a las ciudades de Sodoma y
Gomorra.
Babilonia nunca volverá a ser habitada, ni acamparán los
árabes en su territorio ni los pastores alimentarán allí a sus ovejas. Allí
sólo vivirán los gatos monteses y los avestruces; las lechuzas llenarán las
casas, y las cabras brincarán de un lado a otro. Los chacales aullarán en los
castillos y los lobos llenarán los palacios. ¡Babilonia, te llegó la hora,
pronto serás castigada!
Aquí te puedes dar cuenta, que es prioritario que el
hombre esté preparado antes de que Jesús vuelva y que mantenga un orden en su
vida, que se empape del conocimiento de Dios y esto lo llevará a una directriz
en su vida que dependerá de Dios, y el hombre se conducirá consciente y con
actitud reflexiva en su camino, mostrando paciencia y amor a sus semejantes,
cumpliendo así la Palabra de Dios y evitando la ira del Todopoderoso.
Por lo tanto, el hombre debe quitar de su manera de comportarse,
la envidia, la arrogancia y altivez, pues sabes, lo excepcional será que cada
persona cultive la humildad y un corazón compasivo.
Con Alta Estima,
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