Sabes, el templo que construyó el rey Salomón fue de gran esplendor, era la
casa de oración en la que se sentía la presencia de Dios, pero el pueblo israelita y la mayoría de sus reyes
fueron desobedientes se alejaban de Dios y Dios se enojaba mucho y como
consecuencia no los ayudaba . Durante el reinado de Nabucodonosor el templo de
Jerusalén fue incendiado y saqueado, robaron todo el material de oro y bronce
del que era cubierta parte de su construcción y por ende, se llevaron a los
judíos a Babilonia. Por lo que es necesario estar apegado a las enseñanzas de
Jesucristo y obedecerlas para vivir de acuerdo al orden de Dios y así tener la
seguridad que El te protege, que estás bajo su cobertura.
Así pues, Manasés comenzó a reinar a los doce años. La capital de su
reino fue Jerusalén, y su reinado duró cincuenta y cinco años. Manasés no
obedeció a Dios, pues practicó las costumbres vergonzosas de las naciones que
Dios había expulsado del territorio de los israelitas, reconstruyó los pequeños
templos que su padre Ezequías había destruido, puso la imagen de la diosa
Astarté en el templo de Dios y se hizo amigo de los espiritistas y de los
brujos. También hizo quemar a su hijo, como su comportamiento fue tan malo, que
Dios se enojó mucho. Por eso Dios dijo por medio de los profetas, Manasés ha
cometido pecados vergonzosos, por eso yo, el Dios de Israel, causaré terribles
daños en Jerusalén y en Judá, bastará que oigan lo que allí haré para que les
duelan los oídos. De Jerusalén no va a quedar nada, quedará vacía, como un
plato que se limpia y se vuelca para dejarlo secar, aun a los que queden con
vida los destruiré, voy a dejar que sus enemigos los derroten y les quiten
todo. Cuando murió, lo enterraron en el jardín de su palacio, el jardín de Uzá.
Su hijo Amón reinó en su lugar.
Amón comenzó a reinar a los veintidós años, la capital de su reino fue
Jerusalén, y su reinado duró dos años, también desobedeció al Dios de Israel,
pues adoró a los dioses falsos al igual que su padre Manasés, y cometió los
mismos pecados. Un día, sus oficiales se rebelaron contra él y lo asesinaron en
su palacio, pero la gente del pueblo mató a esos oficiales y nombró como rey a
Josías, el hijo de Amón.
Josías comenzó a reinar a los ocho años, su reinado duró treinta y un
años, su madre era de Boscat, y se llamaba Jedidá hija de Adaías, Josías
obedeció a Dios en todo, pues siguió fielmente el ejemplo de su antepasado
David. Un día Hilquías, jefe de los sacerdotes, le dijo al Secretario de Safán
que había encontrado el libro de la ley en el templo y se lo entregó, después
de leerlo Safán fue a ver al rey y le dijo el sacerdote Hilquías encontró este
libro y me lo entregó, aquí lo tienes. Entonces Safán se lo leyó al rey, y
cuando el rey escuchó lo que decía el libro, fue tanta su tristeza y angustia,
que rompió su ropa, enseguida le ordenó a Hilquías, vayan a consultar a Dios
para que sepamos qué debemos hacer en cuanto a lo que dice este libro, Dios
debe estar furioso con nosotros, pues nuestros antepasados no obedecieron lo
que está escrito aquí. Entonces ellos fueron a ver a la profetisa Huldá, era la
esposa de Salum encargado de cuidar la ropa del rey, cuando la consultaron,
Huldá les contestó, como el rey ha prestado atención a todo eso, Dios no
enviará este castigo por ahora, dejará que el rey muera en paz y sea enterrado
en la tumba de sus antepasados, luego el pueblo recibirá el castigo que se merece.
Entonces los mensajeros fueron a contarle al rey lo que había dicho Dios, luego
el rey mandó a llamar a los líderes de Judá y de Jerusalén, para que se
reunieran en el templo con él, acudió toda la nación, desde el más joven hasta
el más viejo, allí, el rey les leyó lo que decía el libro del pacto que habían
encontrado, después se puso de pie, junto a una columna, y se comprometió a
obedecer siempre todos los mandamientos de Dios, y a cumplir fielmente el pacto
que estaba escrito en el libro, y el pueblo se comprometió a hacer lo mismo.
Josías quitó todos los pequeños templos que había en Samaria, como lo
había hecho también en Betel, los reyes de Israel los habían construido,
provocando el enojo de Dios, después mató sobre los altares a todos los sacerdotes
de esos templos, y sobre estos altares quemó huesos humanos. Cuando regresó a
Jerusalén, el rey Josías le ordenó a todo el pueblo: Celebren la Pascua en
honor al Dios de Israel, tal como está escrito en este libro del Pacto. Además
Josías eliminó a todos los brujos y adivinos, y destruyó todos los ídolos,
incluso los ídolos familiares, todos los objetos repugnantes que había en
Jerusalén y en Judá para adorar a los dioses falsos, fueron destruidos, así
cumplió Josías los mandamientos del libro. Ni antes ni después hubo otro rey
como Josías, que se apartara de su maldad y obedeciera a Dios con todo su
corazón y con todas sus fuerzas. Un día, Necao, rey de Egipto, se dirigía hacia
el río Eufrates para ayudar al rey de Asiria, entonces el rey Josías decidió
atacar a Necao en Meguido, pero Necao lo mató en cuanto lo vio. Los oficiales
de Josías llevaron el cuerpo del rey en una carreta desde Meguido hasta
Jerusalén, y lo enterraron en su tumba. El pueblo eligió a su hijo Joacaz para
que fuera el siguiente rey de Judá.
Joacaz comenzó a gobernar a los veintitrés años, y su reinado duró sólo
tres meses: Joacaz desobedeció a Dios, al igual que sus antepasados. El rey
Necao capturó a Joacaz y lo dejó preso en Riblá, en la región de Hamat, para
que no pudiera reinar en Jerusalén. Después nombró rey a Eliaquim hijo de
Josías, para que reinara en lugar de su padre, pero antes le cambió el nombre y
lo llamó Joacín, luego llevó a Joacaz a Egipto, donde murió.
Joacín le dio al rey Necao el oro y la plata que este le pidió, y para
hacerlo les cobró un impuesto a todos los habitantes del pueblo: cada uno tuvo
que entregar la cantidad que le correspondía. Comenzó a reinar a los
veinticinco años, su reinado duró once años, pero este rey desobedeció a Dios.
El rey Nabucodonosor de Babilonia fue a luchar contra Judá, y venció al rey
Joacín, y Judá permaneció bajo su dominio. Luego Dios envió pequeños grupos de
soldados caldeos, sirios, moabitas y amonitas, para que atacarán y destruyerán
a Judá, así se cumplió lo que Dios había anunciado por medio de sus profetas.
Cuando Joacín murió , su hijo Joaquín reinó en su lugar, para entonces el rey
de Babilonia había conquistado todo el territorio que va desde el arroyo de
Egipto hasta el río Eufrates, y por eso el rey de Egipto no volvió a salir de
su país.
Joaquín comenzó a reinar a los dieciocho años, y su reinado duró tres
meses, Joaquín desobedeció a Dios igual que su padre. Durante su reinado el
ejército de Babilonia fue y rodeó la ciudad de Jerusalén para atacarla, cuando
los soldados ya la tenían rodeada, llegó el rey Nabucodonosor, y se llevó
prisioneros al rey Joaquín, a su madre, a sus esposas, a su guardia personal, y
a los más importantes líderes del país, sólo dejó en Jerusalén a los más pobres.
Después Nabucodonosor nombró rey a Matanías, tío de Joaquín, pero antes le
llamó Sedequías.
Sedequías comenzó a reinar a los veintiún años y su reinado duró once
años y también desobedeció a Dios, por eso Dios se enojó muchísimo con
Jerusalén y Judá, y los rechazó. Después de un tiempo, Sedequías también se
puso en contra del rey de Babilonia y el rey Nabucodonosor fue con todo su
ejército para atacar a Jerusalén, rodeó la ciudad y construyó rampas para
atacarla mejor, y cuando ya no había en Jerusalén nada que comer, el rey
Sedequías y sus soldados hicieron una
abertura en la muralla que rodeaba la ciudad y esa noche escaparon por el
camino del valle del Jordán, pero luego los soldados de Babilonia lo alcanzaron
en la llanura de Jericó, todo su ejército lo abandonó y huyó, los babilonios lo
llevaron ante el rey y como castigo, el rey hizo que mataran a los hijos de
Sedequías en su presencia, y luego ordenó que le sacarán los ojos y lo
sujetaran con cadenas para llevarlo a Babilonia.
Nebuzaradán, comandante de la guardia personal del rey y general del
ejército de Babilonia, llegó a Jerusalén en el día siete del mes de Ab del año
diecinueve del reinado de Nabucodonosor incendió el templo de Jerusalén, el
palacio del rey y las casas de la ciudad, en especial las de los líderes más
importantes, luego los soldados babilonios derribaron las murallas que rodeaban
a Jerusalén, se llevó a Babilonia a los judíos que habían quedado en Jerusalén,
incluyendo los que se habían unido al rey de Babilonia, sin embargo, dejó a los
judíos más pobres para que cultivaran los viñedos y los campos. Los babilonios se
llevaron todo el bronce que encontraron y demás utensilios que se usaban en el
templo y Nebuzaradán se llevó además objetos de oro y plata, como hornillos y
tazones. Además, apresó a Seraías, jefe de los sacerdotes, a Sofonías,
sacerdote que le seguía en importancia y los tres encargados de la vigilancia
del templo, todos ellos estaban en Jerusalén pero Nebuzaradán se los llevó a
Riblá en el territorio de Jamat, donde Nabucodonosor, rey de Babilonia, ordenó
que los mataran, de esta manera casi todo el pueblo de Judá fue sacado de su
país. Nabucodonosor eligió a Guedalías, que fuera el gobernador de la gente que
había dejado en Judá, cuando los jefes del ejército de Judá se enteraron de
esto fueron a ver a Guedalías y éste les juró que sí se quedaban en el país y
servían al rey de Babilonia les iría bien, pero cuando Guedalías cumplió siete
meses como gobernador, Ismael descendiente de los reyes de Judá llegó a Mispá
con diez hombres y lo mató, y toda la gente, desde el más joven hasta el más
viejo y los oficiales del ejército, huyeron a Egipto, pues tenían miedo de los
babilonios.
El rey Joaquín ya tenía treinta y siete años viviendo en Babilonia,
cuando Evil-merodac comenzó a reinar sobre ese país y lo sacó de la cárcel, lo trató bien y le dio
un lugar de importancia entre los otros reyes que estaban con él en Babilonia,
dejó de usar su ropa de prisionero y el resto de su vida comió con el rey y
recibía todos los días dinero para sus gastos personales.
Así puedes ver que Dios debe ocupar el primer lugar en tu corazón, obedecer
sus mandamientos y te irá bien; también es importante respetarte a ti mismo pues eres templo de Dios y a cada persona la debes respetar y demostrar tu amor pues cuando amas a los demás es esencial, no maltratar, no humillar, no calumniar a
otro, no atentar contra otro pues todos son templo vivo del Espíritu Santo.
Con Alta Estima
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