martes, 6 de agosto de 2013

La sequía...

Sabes, un profeta es el vocero de Dios, es aquella persona a quien Dios reviste de autoridad para que comunique su voluntad a los hombres y los instruya, así como Elías, fue un hombre tomado por Dios para perfeccionarlo como hombre de Dios, así  el ser humano debe mostrar en los momentos difíciles su confianza en Dios, su permanencia y seguridad en El, lo puedes ver con Elías vivía en un pueblo que adoraba a otros dioses, pero él les demuestra que Dios es el único Dios verdadero, que es un Dios real que te escucha y está a tu lado en los momentos de prueba.

Así pues, Elías era un profeta de Tisbé, pueblo que estaba en la región de Galaad, un día, Elías le anunció a Ahab, juro por el Dios de Israel, a quien sirvo, que durante varios años no va a llover ni a caer rocío hasta que yo lo diga, y así será. Luego Dios le dijo a Elías, vete de aquí y escóndete en el arroyo Querit, que está al este del río Jordán, así tendrás agua para beber, yo le he ordenado a los cuervos que te lleven comida. Elías se fue a vivir al arroyo Querit, como Dios le mandó, pero tiempo después el arroyo se secó, pues había dejado de llover en el país.

Entonces Dios le dijo a Elías, ve a Sarepta, pueblo de la región de Sidón, y quédate a vivir ahí, yo le he ordenado a una viuda que te alimente. Elías se levantó y se fue, cuando llegó a Sarepta vio a una viuda que estaba juntando leña, entonces la llamó y le dijo, por favor, tráeme un poco de agua en un vaso, cuando la viuda se volvió para traérselo, él le dijo, tráeme también un poco de pan, pero la mujer le dijo, te juro por Dios que no tengo pan, sólo tengo un poco de harina en una jarra y un poco de aceite en una botella, ahora estoy juntando leña para ver qué preparo para mi hijo y para mí. Después de comer probablemente moriremos de hambre, pues ya no tenemos más comida, entonces Elías le contestó, no tengas miedo, ve y haz lo que has dicho, pero primero cocina un pequeño pan para mí y tráemelo, después prepara para ti y para tu hijo, pues el Dios de Israel dijo que no se terminará la harina que está en la jarra ni el aceite que tienes en la botella hasta que él haga llover otra vez. La mujer fue e hizo lo que Elías le dijo, y tanto ella como su hijo y Elías tuvieron comida durante muchos días, ni la harina de la jarra ni el aceite de la botella se acabaron. Así se cumplió lo que Dios había dicho por medio de Elías.

Un poco después, el hijo de la viuda se enfermó, su enfermedad era tan grave que dejó de respirar, entonces la mujer le dijo a Elías, profeta, ¿qué tienes en mi contra? ¿has venido a recordarme mis pecados y a castigarme con la muerte de mi hijo?, entonces Elías le contestó, dame a tu hijo. Elías tomó al niño del regazo de la viuda, lo llevó a su propia habitación, y lo acostó sobre su cama, luego le rogó a Dios en voz alta, Dios mío ¿cómo puedes traer tal desgracia sobre esta viuda, que me recibió en su casa? ¡No dejes morir a ese niño! Luego de haber dicho esto, Elías se tendió tres veces sobre el cuerpo del niño y en voz alta le rogó a Dios, Dios mío, Dios mío, devuélvele la vida a este niño! Dios escuchó la oración de Elías y el niño volvió a vivir. Entonces Elías tomó al niño, se lo entregó a su madre y le dijo, Mira, tu hijo vive, la mujer le contestó ahora sé que de veras eres profeta de Dios, y que tus mensajes vienen de él.

No había llovido en tres años, y en Samaria todos estaban pasando mucha hambre, pues no había alimentos, finalmente, Dios le dijo a Elías, ve y habla con Ahab, pues voy a hacer que llueva. Por aquellos días Ahab tenía un mayordomo llamado Abdías, el cual adoraba a Dios fielmente. Ahab le dijo a Abdías, vamos a recorrer todo el país en busca de ríos o manantiales, tal vez encontremos pasto para los caballos y las mulas, y así los mantendremos con vida, si no encontramos nada, nuestros animales morirán, entonces se dividieron el país, Ahab fue a recorrer una parte y Abdías la otra. Mientras Abdías recorría el país, se encontró con Elías, al reconocerlo, se inclinó delante de él en señal de respeto y le dijo, ¡Profeta Elías, estoy para servirle! Elías le contestó, ¿así que sabes quién soy? Entonces ve y dile al rey que estoy aquí. Abdías fue a buscar a Ahab y le dijo lo que Elías le había encargado. Después Ahab fue a buscar a Elías, y cuando lo encontró le dijo, ¿Así que eres tú el que trae tantos problemas sobre Israel? Elías le contestó, no soy yo el que trae problemas sobre Israel, sino tú y tu familia, porque ustedes han dejado de obedecer los mandamientos de Dios y adoran las imágenes del dios Baal. Ordena que los israelitas se reúnan en el monte Carmelo. Ahab llamó a todo el pueblo de Israel y reunió a todos los profetas de Baal  y Astarté en el monte Carmelo. Elías se acercó al pueblo y les preguntó, ¿por cuánto tiempo van a estar cambiando de Dios? El pueblo no contestó nada. Entonces Elías agregó, yo soy el único profeta de Dios que ha quedado con vida.

Entonces Elías le dijo a todo el pueblo, traigan dos toros y que los profetas de Baal elijan uno, que lo corten en pedazos, lo pongan sobre la leña y no prendan el fuego, yo voy a preparar el otro toro, lo voy a poner sobre la leña y también voy a prender el fuego, pídanle a Baal y yo le pediré al Dios de Israel, y el Dios que responda con fuego es el verdadero Dios, todo el pueblo contestó, ¡Nos parece buena idea!, ellos siguieron gritando y saltando como locos, por fin llegó la hora acordada para quemar el toro, pero no se oyó ninguna voz. Entonces Elías le dijo a todo el pueblo, Acérquense a mí, todos se acercaron y Elías construyó el altar de Dios, que estaba derrumbado, tomó doce piedras una por cada tribu de Israel, nombre que Dios le puso a Jacob, antepasado de los israelitas. Luego hizo una gran zanja alrededor del altar, acomodó la leña, cortó el toro en pedazos y lo puso sobre la leña, entonces Elías le dijo a la gente, llenen cuatro jarrones con agua y mojen por completo el toro y la leña y les pidió que hicieran lo mismo por tercera vez, el agua corrió alrededor del altar y llenó la zanja, cuando llegó el momento de quemar el toro, el profeta Elías se acercó y le pidió a Dios, haz que hoy todos sepan que tú eres el Dios de Israel y que yo soy tu servidor, contéstame mi Dios, contéstame para que este pueblo sepa que tú eres Dios, y que deseas que ellos se acerquen a ti, en ese momento Dios mandó fuego y quemó el toro, la leña y hasta las piedras y el polvo, y el agua de la zanja se evaporó cuando la gente vio eso dijo¡El Dios de Israel es el Dios verdadero!

Entonces Elías le dijo, atrapen a los profetas de Baal, el pueblo los atrapó y Elías los llevó al arroyo Quisón y allí los mató. Ahab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho y como había matado a todos los profetas, entonces Jezabel mandó un mensajero a decirle, te voy a matar como tú lo hiciste con los profetas de Baal, si mañana a estas horas no estás muerto que los dioses me maten a mí. Cuando Elías supo esto, se asustó tanto que huyó a Beerseba, en el territorio de Judá, dejó a su ayudante en Jezreel y anduvo por un día en el desierto y le decía a Dios, ya no aguantó más, quítame la vida, después se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido, al rato un ángel lo tocó y le dijo, levántate y come, encontró cerca de su cabeza un pan recién horneado, así es que comió, bebió y se acostó de nuevo, el ángel de Dios fue por segunda vez, tocó a Elías y le dijo levántate y come, pues el viaje será largo y pesado. Esa comida le dio fuerzas para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que llegó al monte Horeb, que es el monte de Dios, allí encontró una cueva y se quedó a pasar la noche, pero Dios le habló de nuevo y le preguntó ¿qué estás haciendo acá Elías? Él contestó, yo me he esforzado mucho por obedecerte, pues tú eres el Dios todopoderoso, sólo yo estoy vivo, pero me están buscando para matarme, entonces Dios le dijo, anda regresa por el mismo camino hasta el desierto de Damasco, cuando llegues, nombra a Hazael, como rey de Siria y a Jehú hijo de Nimsí, como rey de Israel. También nombra como profeta, en lugar tuyo, a Eliseo hijo de Safat. Elías se fue de allí y encontró a Eliseo arando su tierra con doce pares de bueyes, cuando Eliseo pasó por donde estaba Elías, este le puso su capa encima a Eliseo, y de esta manera le indicó que él sería profeta en lugar de él. Eliseo dejó los bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo, déjame darle un beso a mi padre y a mi madre para despedirme, y después te seguiré. Eliseo dejó a Elías, y fue a buscar dos toros suyos y los mató, tomó la madera del yugo que unía a los toros, y con ella hizo fuego para asar la carne, Eliseo invitó a su gente a comer la carne asada, y luego se fue a buscar a Elías, desde ese momento, Eliseo fue su ayudante.

Como puedes ver, si amas a Dios, te apegas a su Palabra y sobretodo pones tu confianza en El, encuentras seguridad en la providencia de Dios, Dios nunca te abandona, El siempre te cuida, pero el ser humano debe ser obediente en medio de las pruebas pues son situaciones difíciles pero pasajeras que con Dios cada persona puede vencer, con las pruebas transitas un proceso de avance en el camino a conocer más a Dios, pues vas aceptando a través de las adversidades firmeza y convicción en  Dios y verifiques que es un Dios fiel. Sería bueno que cada persona reflexionara si ha pasado algún tiempo de sequía, lo importante es que tenga la certeza de que asido de la mano de Dios, El le seguirá bendiciendo.


Con Alta Estima 

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