lunes, 5 de agosto de 2013

La desobediencia...

Sabes, Dios hizo al hombre perfecto, pero Dios le dio libre albedrío por lo que cada persona puede tomar la decisión que le parece más conveniente, la cual a veces no es de acuerdo a la voluntad de Dios, pues sus enseñanzas son precisas, y caes en la desobediencia que luego quieres justificar  pues piensas son cosas pequeñas y no pasa nada pero se van generando otras faltas como mentiras, hipocrecía, y además,  ¿qué crees? Obedeciendo en cosas mínimas muestras tu capacidad para obedecer en cosas mayores, y ganas permanentemente la bendición de Dios.

Así pues, el rey Salomón también construyó barcos den la ciudad de Esión-guébe que está cerca de Elat, en el territorio de Edom, a orillas del Mar de los Juncos, Hiram envió en los barcos a sus oficiales, que eran muy buenos marinos y conocían muy bien el mar. Fueron junto con los oficiales de Salomón hasta Ofir. Allí sacaron casi catorce mil kilos de oro y se los llevaron a Salomón.

Cuando la reina de Sabá escuchó hablar de lo famoso que era Salomón, y que su sabiduría se debía al gran poder de Dios decidió ir a visitarlo, ella quería hacerle preguntas difíciles para ver si era tan sabio como decían, llegó a Jerusalén acompañada de sus consejeros y con camellos cargados de perfumes, y gran cantidad de oro y piedras preciosas. Cuando se encontró con Salomón, ella le hizo todas las preguntas que había preparado. ¡Y Salomón las contestó todas! No hubo nada que el rey no pudiera explicarle.

La reina quedó maravillada al ver lo sabio que era Salomón. También tuvo tiempo para admirar la hermosura del palacio, la rica comida que servían a la mesa, los asientos que ocupaban los asistentes, el aspecto y la ropa de todos los sirvientes y, en especial, la de los que servían el vino al rey. Se asombró al ver todos los animales que el rey daba como ofrenda en el templo de Dios, entonces le dijo a Salomón, todo lo que escuché en mi país acerca de lo que has hecho y de lo sabio que eres, es cierto. Yo no lo creía, pero ahora lo he visto con mis propios ojos, y sé que es verdad. En realidad, no me habían contado ni siquiera la mitad, ¡Eres más sabio y rico de lo que yo había escuchado. ¡Bendito sea tu Dios, a quien le agradó tu conducta y te hizo rey de Israel para que gobiernes con justicia! No hay duda, ¡Dios ama a Israel!.

Después, la reina de Sabá le dio a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro, y gran cantidad de perfumes y piedras preciosas, además , los barcos de Hiram, que habían traído desde Ofir el oro para Salomón, trajeron gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas. Con esa madera el rey hizo barandas pero el templo de Dios y para el palacio. También hizo para los músicos arpas y liras, nunca antes se había visto tanto perfume y tanta madera de sándalo en Israel. El rey Salomón le dio a la reina de Sabá todo lo que ella le pidió, además de los regalos que él ya le había preparado. Después ella volvió a su país con sus consejeros.

También el rey Salomón acumuló en Jerusalén grandes cantidades de plata, y sembró tantos árboles de cedro que llegaron a ser tan comunes como las flores del campo. Salomón tuvo setecientas esposas extranjeras, que eran princesas, entre ellas estaba la hija del rey de Egipto, también tuvo trescientas mujeres, con las que vivió sin haberse casado. Dios le había dicho a los israelitas, no se casen con mujeres extranjeras, porque ellas los harán adorar a sus dioses. Y así sucedió. Cuando Salomón llego a viejo, sus mujeres lo apartaron de Dios y lo hicieron adorar a otros dioses. También edificó lugares para que sus esposas ofrecieran animales a sus dioses y quemaran incienso. Salomón actuó mal delante de Dios y no lo obedeció, en realidad, nunca se comprometió a obedecerlo por completo, como lo había hecho David su padre. El Dios de Israel estaba enojado con Salomón, pues aunque se le había aparecido dos veces y le había ordenado que no adorara a otros dioses, él nunca lo obedeció. Por eso Dios le dijo, te has comportado mal y no has obedecido mis órdenes, por eso voy a quitarte el reino y se lo daré a uno de tus oficiales, sin embargo, no lo haré ahora, sino cuando tu hijo sea el rey. No le quitaré todo el reino, lo dejaré reinar sobre una tribu, por amor a tu padre David y la ciudad de Jerusalén que yo he elegido.

Cuando Sisac  era el rey de Egipto, un enemigo de Salomón fue uno de sus oficiales llamado Jeroboam,  que era de la tribu de Efraín, su madre era una viuda llamada Serúa, Jeroboam era muy fuerte y trabajador, y cuando Salomón se dio cuenta de esto, le encargó vigilar los trabajos forzados que hacían los que habían sido traídos del territorio de Efraín y Manasés. Un día en que Jeroboan salió de Jerusalén, se encontró con el profeta Ahías, que era de Siló, el profeta se había puesto una capa nueva, la rompió en doce pedazos y le dijo a Jeroboam, estos diez pedazos son para ti, porque el Dios de Israel  le quitará el reino a Salomón y a ti te dará diez tribus. A Salomón le dejará tan solo una tribu, por amor a David, que le fue fiel, y por amor a Jerusalén, la ciudad que él eligió, porque Salomón abandonó a Dios, lo que Salomón ha hecho no agrada a Dios, pues no obedeció sus mandamientos, como si lo había hecho su padre David, a pesar de eso, Dios no le quitará todo el reino, por amor a David, Salomón gobernará mientras viva, pues David fue elegido por Dios, y él le adoró y le obedeció en todo, pero Dios le quitará el reino al hijo de Salomón y te nombrará como rey de diez tribus, Dios pondrá al hijo de Salomón a reinar sobre una tribu, para que siempre haya alguien de la familia de David que gobierne en Jerusalén, la ciudad de Dios, aunque debo decirte que Dios no la castigará para siempre. Cuando Salomón se enteró de esto, trató de matar a Jeroboam, pero este se escapó a Egipto y se quedó allí hasta que murió Salomón. Cuando murió, lo enterraron en la ciudad de David, su padre y en su lugar reinó su hijo Roboam.

Roboam fue a Siquem, pues todo el pueblo de Israel había ido allá para nombrarlo rey. La noticia llegó a Jeroboam mientras estaba en Egipto, donde se había quedado a vivir para escapar de Salomón. Entonces las tribus del norte de Israel mandaron a llamar a Jeroboam y, cuando este llegó, fueron a hablar con Roboam y le dijeron, Tu padre fue muy duro con nosotros, si tú nos tratas mejor, te serviremos, Roboam les contestó, váyanse y vengan a verme de nuevo dentro de tres días, así que la gente se fue. Entonces el rey Roboam les preguntó a sus consejeros que debía hacer y ellos le dijeron, si te pones al servicio del pueblo y lo tratas bien, el pueblo te servirá por siempre, pero Roboam no les hizo caso. Así que el rey no hizo lo que el pueblo le pidió, y es que Dios así lo había planeado, para cumplir lo que había prometido a Jeroboam, hijo de Nabat. Cuando todos vieron que el rey no les había hecho caso, le dijeron no tenemos nada que ver con David, el hijo de Jesé, no queremos que su familia reine sobre nosotros, cuando todas estas tribus se enteraron de que Jeroboam había vuelto, lo mandaron a llamar ante todo el pueblo y lo nombraron rey de todo Israel. La tribu de Judá fue la única que no estuvo de acuerdo, pues quería como rey a un descendiente de David.

Cuando Roboam llegó a Jerusalén, reunió a ciento ochenta mil soldados que eligió entre todas las familias de Judá y de la tribu de Benjamín, para luchar contra las demás tribus y recuperar el poder sobre todo Israel, pero Dios habló con Semaías, un hombre que amaba y respetaba a Dios, y le dijo, debes darle a Roboam y al resto del pueblo este mensaje, Dios no quiere que haya guerra contra las demás tribus de Israel, pues ellos son sus parientes, vuelvan a sus casas, pues es una orden de Dios.

Jeroboam reconstruyó la ciudad de Siquem y decidió hacer dos toros de oro y les dijo al pueblo, israelitas ustedes ya han ido  bastante a Jerusalén y puso uno de los toros en la ciudad de Betel y el otro, en la ciudad de Dan, y el pueblo pecó contra Dios. Jeroboan también edificó en las colinas pequeños templos, y nombró sacerdotes a hombres que no pertenecían a la tribu de Leví, además estableció una fiesta religiosa parecida a la que celebraba en Judá en esa misma fecha y él mismo ofreció en Betel sacrificios a los toros de oro y luego quemó incienso en el altar,y Dios envió a un profeta, que con voz fuerte dijo, Dios ha dicho que de la familia del rey David nacerá un niño que se llamará Josías, cuando él sea grande, matará a los sacerdotes que ofrecen incienso sobre ti. El profeta dijo que Dios daría una señal ese mismo día, y les dijo, este altar será destruido, y las cenizas que hay sobre él serán esparcidas, Jeroboam extendió su brazo desde el altar y dijo, llévense preso a este hombre, pero el brazo que había extendido se le quedó tieso y no pudo moverlo más, el altar se hizo pedazos y las cenizas que había sobre él se esparcieron. Así se cumplió lo que el profeta había dicho de parte de Dios. Entonces el rey le dijo al profeta, por favor, oren por mí a tu Dios, pídele que me sane el brazo, el profeta rogó a Dios, y el brazo del rey sanó. A pesar de esto, Jeroboam no cambió su mala conducta, al contrario volvió a nombrar como sacerdotes a hombres del pueblo, para que sirvieran en los pequeños templos de Samaria, nombraba como sacerdote a cualquiera que quisiera servir en esos lugares, esto hizo que toda la familia de Jeroboam pecara, y por eso todos murieron. Jerusalén fue el lugar que Dios había elegido para que lo adoraran.

Después hubo otros reyes, mientras Roboam reinó, siempre estuvo en guerra con Jeroboam y siguió con el reino de Abiam, quien cometió los mismos pecados que había cometido su padre. Cuando Abiam murió, lo enterraron en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Asá, su reinado duró cuarenta y un años, Asá obedeció a Dios, tal como lo había hecho su antepasado David, Asá expulsó del país a los que practicaban la prostitución y quitó todos los ídolos que habían hecho los reyes que gobernaron antes, sin embargo, no quitó los pequeños templos de las colinas, pero a pesar de eso le fue fiel a Dios toda su vida.

Nadab, el hijo de Jeroboam, fue nombrado rey de Israel, su reinado duró dos años y también desobedeció a Dios y cometió los mismos pecados que su padre había cometido y con los que hizo pecar a Israel, un día Baasá hijo de Ahías, se rebeló en contra de Nadab y lo mató, Baasá reinó en su lugar y empezó su reinado matando a toda la familia de Jeroboam. Baasá también cometió los mismos pecados, y entonces Dios le dijo al profeta Jehu hijo de Hananí que dijera en contra de Baasá lo siguiente, a los miembros de tu familia que mueran en la ciudad se los comerán los perros y los buitres se comerán a los que mueran en el campo. Cuando murió Baasaá lo sepultaron en la ciudad de Tirsá y después reinó su hijo Elá, su reinado duró dos años, un oficial del reino, llamado Zimrí, se rebeló contra Elá. Cierto día, Elá fue a la casa de Arsá, el encargado del palacio, y allí bebió hasta emborracharse, entonces Zimrí entró y lo mató y comenzó a reinar en su lugar, y sólo gobernó en Tirsá por siete días, como los soldados no estuvieron de acuerdo nombraron rey a Omrí, su reinado duró doce años, los primeros seis años tuvo por capital la ciudad de Tirsá, y luego le compró a Sémer la montaña de Samaria, allí edificó una ciudad con murallas, a la que llamó Samaría, Omrí  desobedeció a Dios y cometió peores pecados que los que habían cometido todos los reyes anteriores, cuando murió lo enterraron en Samaria. Luego, Ahab comenzó a reinar, desobedeció a Dios y cometió más pecados que todos los reyes anteriores, se casó con Jezabel y terminó adorando a Baal y construyó en Samaria un templo y un altar para ese dios, durante su reinado un hombre de la ciudad de Betel, que se llamaba Hiel, reconstruyó la ciudad de Jericó. Cuando comenzó a  reconstruirla murió su hijo mayor Abiram, su hijo menor, Segub, esto sucedió porque Dios había dicho, por medio de Josué, que morirían los hijos del hombre que reconstruyera Jericó.

Así puedes ver que la obediencia es una disciplina que sería esencial que cada persona desarrolle en el trayecto de su camino, pues cuando acepta a Jesucristo en tu corazón el Espíritu Santo que vive en tu interior te dará la fuerza, el poder para obedecer los mandamientos establecidos por Dios, y ponerlos en práctica que es parte esencial del amor a El, por lo que es importante que cada persona tenga presente que Jesucristo dio su vida para salvarnos, por eso el ser humano debe mostrar obediencia, no buscar intereses personales  sino hacer la voluntad de Dios para lograr una relación personal con El.


Con Alta Estima,

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