sábado, 3 de agosto de 2013

La oración...

Sabes, Dios es el único Dios verdadero, Jesucristo es el hijo unigénito de Dios y Dios favorece a los que piden según su voluntad, por lo que pedirle a Dios bendición para tu vida,  significa pedir un favor sobrenatural  al  rey de reyes y Dios te dará todo lo mejor, él te conoce, ve los anhelos de tu corazón y El tiene un propósito para cada persona, pues es un Dios fiel y te bendecirá grandemente en todo.

El rey Salomón se reunió con los líderes de Israel, los jefes de las tribus y la gente más importante de las familias israelitas, Salomón quería que todos estuvieran presentes cuando se llevara el cofre del pacto de Dios desde la parte antigua de Jerusalén hasta el templo. Esto ocurrió en la fiesta de las enramadas, después los sacerdotes llevaron el cofre del pacto de Dios hasta el fondo del templo, donde estaba el Lugar Santísimo, lo único que había en el cofre eran las dos tablas de piedra con las leyes del pacto.
Cuando los sacerdotes salieron del Lugar Santo, una nube brillante llenó todo el templo, era la presencia de Dios, y por eso los sacerdotes ya no pudieron quedarse para realizar el culto, entonces Salomón dijo, Dios mío, tú siempre has vivido en la espesa nube que acompaña al santuario. Pero ahora, te he construido una casa, para que vivas allí para siempre.

Luego el rey se dio vuelta y miró a todo el pueblo de Israel, que se había reunido y estaba de pie, entonces los bendijo y exclamó, Bendito sea  el Dios de Israel, que ha cumplido lo que le prometió a mi padre David, pues le dijo, desde que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no he elegido n al inguna ciudad de las tribus de Israel para que se construya en ella mi casa. Mi padre David deseaba construir un templo para adorar a nuestro Dios, sin embargo, Dios le dijo, Haces bien en querer construir una casa para mí, pero no serás tú quien la construya, sino uno de tus hijos. Dios cumplió su promesa.

Entonces Salomón se puso delante del altar de Dios, a la vista de todo Israel, y levantando las manos al cielo dijo, Dios de Israel, ni en el cielo ni en la tierra hay otro que se compare a ti. Tú cumples tu pacto y amas profundamente a los que te obedecen de corazón.

Dios mío, ni el cielo ni la tierra son suficientes para ti, mucho menos este templo que te he construido, pero de todos modos te pido que escuches mi oración, cuida de este templo de día y de noche,  pues tú mismo has dicho que vivirás en él, cuando estemos lejos de Jerusalén y oremos en dirección a tu templo, escucha desde el cielo nuestras oraciones, y perdónanos, enséñanos a vivir haciendo lo bueno, examínanos, y danos lo que cada uno de nosotros se merece, sólo tú conoces verdaderamente a todas las personas. Así te serviremos y obedeceremos durante toda nuestra vida en esta tierra que nos diste.

Cuando los extranjeros sepan en su país lo grande y poderoso que eres, y vengan a orar a este templo, escuchalos desde el cielo, que es tu casa. Dales todo lo que te pidan, para que todos los pueblos del mundo te conozcan y obedezcan como lo hace tu pueblo Israel. Así sabrán que este templo lo construí para adorarte.

Dios mío, todos somos pecadores, y si tu pueblo llega a pecar contra ti, a lo mejor te vas a enojar tanto que lo entregarás a sus enemigos, ellos te llevarán a tu pueblo a otro lugar, lejos o cerca, pero si en este lugar donde tu pueblo esté prisionero, se vuelve a ti con toda sinceridad, atiéndelo, si reconoce que ha pecado y actuado mal y te lo dice, óyelo, si tu pueblo ora a ti y te ruega, mirando hacia este país que le diste a sus antepasados, hacia la ciudad de Jerusalén, y hacia este templo, escucha desde el cielo sus oraciones y ruegos, y ayúdalo, perdónale a tu pueblo todos los pecados y faltas que cometió contra ti. Haz que sus enemigos tengan lástima de él y lo ayuden. Porque se trata de tu pueblo; el pueblo que tú sacaste de Egipto, donde sufría tanto como si hubiese estado en un horno caliente.

Escucha con atención mis oraciones, ¡oye a tu pueblo Israel!, escúchanos cuando te llamemos, tú elegiste a tu pueblo de entre todas las otras naciones. ¡Somos tuyos! Así lo dijiste por medio de Moisés, cuando sacaste de Egipto a nuestros antepasados.

Salomón hizo esta oración ante el altar del templo, de rodillas y con las manos en alto, cuando terminó de orar, se puso de pie y bendijo a todo el pueblo de Israel. En voz alta dijo, Grande es Dios, que le dio paz a su pueblo Israel, cumpliendo así todo lo que prometió, no ha dejado de cumplir ni una sola de las promesas que nos dio por medio de Moisés.

¡Pidamos a nuestro Dios que esté con nosotros como estuvo  con nuestros antepasados! ¡Que no nos abandone! ¡Que ponga en nosotros el deseo de obedecer sus mandamientos ¡Que nuestro Dios siempre tenga presente todo lo que hoy le hemos pedido!¡Que nos ayude de acuerdo a nuestras necesidades de cada día! De esta manera, todas las naciones de la tierra sabrán que no hay otro Dios aparte del Dios de Israel.

Todos ustedes, pueblo de Israel, entréguense totalmente a nuestro Dios, y obedezcan todos sus mandamientos, como lo están haciendo hoy.

Cuando Salomón terminó de construir el templo de Dios, su propio palacio y todo lo que quiso edificar, Dios se le apareció por segunda vez, como se le había aparecido antes en Gabaón, y le dijo, he escuchado tus oraciones y tus ruegos, este templo que has edificado será mío, y en él viviré para siempre, voy a cuidarlo, no lo descuidaré ni un momento. En cuanto a ti, Salomón, si te comportas bien y me obedeces en todo, Israel siempre tendrá como rey un descendiente tuyo, así también se lo prometí a tu padre David, compórtate como él lo hizo. Pero si tú o cualquiera de tus descendientes no me obedecen, sino que sirven y adoran a otros dioses, entonces abandonaré el templo que había elegido para que me adoraran, y todas las naciones se burlarán de tu pueblo. Este templo no será más que un montón de ruinas y todos los que pasen a su lado se asombrarán y se burlarán, diciendo: ¿por qué Dios ha hecho esto con Israel y con este templo? Y se les contestará, porque Israel abandonó a su Dios, quien lo había sacado de Egipto, su pueblo obedeció y adoró a otros dioses.

Como puedes ver,  sería agradable a Dios, que el ser humano esté apegado a su Palabra, obedezca y cumpla sus mandamientos y cuando haga una oración busque la bendición de Dios y así profundizaría su relación con el Creador estableciendo una comunión con El, sus peticiones personales  pasarían a segundo lugar, pero su confianza  incondicional en Dios, sería el mejor regalo para El y aparte de bendiciones, la honra sería dada al Padre que está en los Cielos.


Con Alta Estima,

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