miércoles, 7 de agosto de 2013

El viñedo...

Sabes, los viñedos es un campo pequeño de vides, que muestra la bendición de Dios en tu vida, pues la cosecha de las uvas era una posesión muy preciada y como Nabot entendía que a través de su fruto, le enseñaba seguridad y prosperidad en Dios, y así en cada persona, el viñedo es su crecimiento espiritual y apegado a la palabra de Dios desarrollará el carácter construyéndolo en base a peldaños, entre otros, la fe, la virtud, el dominio propio, el amor para avanzar y lograr madurez espiritual, una vida guiada por el espíritu santo y así cultivar una vida de confianza en Dios.

Así pues, el rey de Siria se llamaba Ben-hadad, él reunió a todo su ejército, y a treinta y dos reyes que eran sus amigos, los cuales trajeron sus caballos y carros de combate, fueron hasta la ciudad de Samaria, la rodearon y la atacaron. Ben-hadad también envió mensajeros a la ciudad para que le llevaran este mensaje a Ahab, rey de Israel, dame tu oro y tu plata, y las mujeres e hijos que más quieras, porque son míos. Además, mañana como a esta misma hora, enviaré a mis oficiales para que registren tu palacio y las casas de tus funcionarios, y les daré permiso de que tomen todo lo que quieran llevarse. El rey de Israel contestó, su Majestad, yo y todo lo que tengo es suyo. Entonces el rey de Israel llamó a los líderes del país y ellos y todo el pueblo de Israel le dijeron, no escuche ni acepte lo que Ben-hadad le dice. Entonces Ahab dijo a los mensajeros de Ben-hadad, díganle a su Majestad que le daré lo que me pidió primero, pero que no voy a darle lo que ahora pide y Ben-hadad mandó a decirle, voy a destruir la ciudad de Samaria, entonces Ahab le respondió, no cantes victoria antes de tiempo, entonces Ben-hadad le dijo a su gente, al ataque.

Mientras tanto, un profeta fue a ver a Ahab y le dijo, Dios quiere que sepas, que, aunque este gran ejército te ataque, él te dará la victoria, así sabrás que él es el único Dios, Ahab le preguntó, ¿quién atacará primero? El profeta contestó, Tú. Entonces Ahab organizó a los ayudantes de los gobernadores de las provincias, que eran doscientos treinta y dos, y a todo el ejército de Israel, que estaba formado por siete mil soldados. Ben-hadad mandó exploradores para que observaran lo que estaba pasando, y estos informaron que algunos hombres habían salido de Samaria para encontrarse con ellos. Cada uno de ellos mató a un enemigo del ejército de Siria. Los sirios se escaparon y los israelitas los persiguieron, pero Ben-hadad pudo escaparse. El rey de Israel avanzó, y mató a muchos sirios. Después el profeta fue a ver al rey de Israel y le dijo, refuerza el ejército y piensa bien lo que tienes que hacer, porque el rey de Siria vendrá el año que viene para atacarte.

Un año después, Ben-hadad reunió al ejército sirio y fue a Afec a luchar contra Israel, también los israelitas inspeccionaron su ejército, luego tomaron los alimentos y equipo necesario y salieron a atacar al ejército de Siria. El ejército de Israel era tan pequeño que, comparado con el ejército de Siria, parecía como dos rebaños de cabras en el campo. Un profeta de Dios fue a ver al rey de Israel y le dijo, Dios quiere que sepas lo que ha dicho el rey de Siria, que el rey de Israel sólo reina en las montañas y no en el campo, por eso te dará la victoria sobre este gran ejército sirio, así sabrás que él es el único Dios. El ejército de Siria y de Israel estuvieron acampando frente a frente durante siete días, el séptimo día se desató la batalla, ese día los israelitas mataron a mil soldados sirios que iban a pie, el resto del ejército sirio se escapó a la ciudad de Afec, pero la muralla de la ciudad cayó encima de los veintisiete mil hombres que habían escapado, Ben-hadad también escapó y se escondió, y sus oficiales se pusieron ropas ásperas y una soga al cuello para mostrar su tristeza y fueron a ver al rey de Israel y le dijeron, su servidor Ben-hadad le ruega que le perdone la vida, entonces el rey de Israel agregó, ¡vayan y tráiganlo!, Ben-hadad le dijo, te voy a devolver las ciudades que mi padre le quitó al tuyo, Ahab le contestó, entonces te dejaré ir, así que Ahab hizo este pacto con Bed-hadad y lo dejó ir.

Después un hombre que pertenecía al grupo de los profetas de Dios le dijo al rey, Dios me ordenó que te dijera que debiste haber matado al rey de Siria, pero tú lo dejaste escapar, por eso vas a morir en su lugar, y también tu pueblo morirá en lugar de su pueblo. Entonces el rey de Israel se fue a su palacio en Samaria, estaba enojado y triste.

No obstante, en la ciudad de Jezreel, vivía un hombre llamado Nabot, allí tenía una plantación de uvas al lado del palacio de Ahab, rey de Samaria, el rey le dijo a Nabot, quiero comprarte tu viñedo, quiero sembrar allí verduras, yo te daré un mejor lugar para cosechas uvas, o si lo prefieres, te pagaré con dinero, pero Nabot le contestó, ¡Ni quiera Dios! No le daré a usted lo que mis padres me dejaron al morir, entonces Ahab se fue a su palacio enojado y triste, su esposa Jezabel fue a verlo y le preguntó, ¿por qué estás tan triste y no quieres comer? Ahab le respondió, porque le pedí a Nabot que me vendiera su plantación de uvas, pero él me respondió que no me la dará, su esposa Jezabel le dijo, ¿acaso no eres tú el que manda en Israel? Levántate, come y alégrate, yo te voy a conseguir la plantación de Nabot. Así que Jezabel escribió cartas de parte de Ahab y les puso el sello del rey. En las cartas les decía, ordenénle al pueblo que se ponga a ayunar, luego llamen a reunión y hagan sentar a Nabot delante de todos y sienten delante de él a dos testigos falsos que mientan diciendo que Nabot maldijo a Dios y al rey, entonces saquen afuera a Nabot y mátenlo a pedradas. Los líderes y los jefes hicieron lo que Jezabel les dijo. Luego le mandaron a decir a Jezabel, Nabot está muerto. Enseguida Jezabel llamó a Ahab y le dijo, ve y toma el viñedo de Nabot. Tan pronto como Ahab escuchó que Nabot había muerto, se levantó y fue al viñedo para adueñarse de él.

Entonces Dios le dijo al profeta Elías, ve a Samaria y busca a Ahab, el rey de Israel, debes decirle que va a morir pues mató a Nabot y se adueñó de su viñedo, los perros van a lamer su sangre en el mismo lugar en que lamieron la de Nabot. Cuando Elías encontró a Ahab, este le dijo a Elías, ¡vaya mi enemigo Elías anda por aquí!, Elías le contestó, si así es, siempre haces lo que a Dios no le agrada, y por eso él ahora te enviará una desgracia, destruirá a tu familia, todos tus descendientes de Israel morirán, los perros se comerán a Jezabel en los campos de Jezreel, cualquier familiar tuyo que muera en la ciudad será comido por los perros, y los buitres se comerán a los que mueran en el campo. Cuando Ahab escuchó eso, se puso triste, se puso ropas ásperas y ayunó, entonces Dios le dijo a Elías, ves cómo se arrepintió Ahab por lo malo que hizo, por eso no castigaré a su familia, mientras él viva, esperaré a que su hijo sea rey.

Durante tres años no hubo guerra entre Siria e Israel, pero al tercer año, Josafat, hijo de Asá, tenía treinta y cinco años cuando fue nombrado rey, y reinó en Jerusalén veinticinco años, Josafat se comportó siempre bien, obedeció a Dios en todo, sin embargo, Josafat no destruyó los pequeños templos que había en las colina, donde se adoraba a otros dioses y el pueblo continuó haciéndolo. Josafat firmó la paz con el rey de Israel, también echó del país a los que practicaban la prostitución para adorar a los dioses, entonces, Josafat que era el rey de Judá,  vino a visitar a Ahab, rey de Israel, Ahab le dijo a sus oficiales que la ciudad de Ramot de Galaad les pertenecía, pero ahora estaba en poder del rey de Siria y le dijo a Josafat, ¿me ayudarías a quitarle la ciudad?, Josafat le contestó, tú y yo somos del mismo pueblo, mi ejército y mis caballos están a tu disposición, pero antes de ir a luchar, averigua si Dios está de acuerdo.

Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, que eran alrededor de cuatrocientos, y les preguntó, ¿debo atacar a Ramot de Galaad para recuperarla?, los profetas contestaron, atácala, porque Dios te la va a entregar, pero Josafat dijo, ¿no hay por acá otro profeta de Dios al que le podamos consultar?, el rey de Israel le respondió, hay un profeta, se llama Micaías y es hijo de Imlá, pero yo lo odio porque nunca me anuncia cosas buenas, sino siempre malas. Josafat le dijo, no digas eso, entonces el rey de Israel llamó a un oficial y le dijo, trae pronto a Micaías hijo de Imlá, Ahab y Josafat tenían puestos sus trajes reales y estaban sentados sobre sus tronos, delante de ellos estaban todos los profetas dando mensajes. Sedequías, se había hecho unos cuernos de hierro y gritaba, Dios ha dicho que con estos cuernos Ahab atacará a los sirios hasta destruirlos. Todos los profetas anunciaban lo mismo.

Mientras tanto, el oficial que había ido a buscar a Micaías, le dijo a este, todos los profetas han anunciado que el rey Ahab vencerá, habla tú como ellos y anuncia algo bueno para el rey, pero Micaías le contestó, juro por Dios que sólo diré lo que Dios me diga. Cuando Micaías se presentó delante del rey, este le preguntó, Micaías ¿debo atacar a Ramot de Galaad? Micaías le respondió, Veo a todo el pueblo desparramado por las montañas, andan como las ovejas que no tienen pastor, Dios dijo que no tiene quién los dirija, que cada uno vuelva a su hogar tranquilo. Entonces Ahab le dijo a Josafat, ¿no te dije que Micaías no me iba a anunciar nada bueno?, Micaías dijo, no debiste decir eso, ahora escucha el mensaje que Dios te envía, Dios permitió que los profetas dijeran mentiras, Dios ha decidido que en esta batalla te irá mal, entonces Sedequías se acercó y le pegó una bofetada en la cara y le dijo, ¿cómo te atreves a decir que el espíritu de Dios me ha abandonado, y te ha hablado a ti? Y Micaías le contestó, cuando se cumpla lo que te dije, te darás cuenta de que he dicho la verdad, el rey de Israel ordenó, ¡llévense preso a Micaías!, que no le den más que pan y agua hasta que yo regrese sano y salvo de la batalla, después Micaías, dirigiéndose a todos, agregó, ¡tengan en cuenta lo que he dicho!

Ese día, Ahab le dijo a Josafat, yo me voy a disfrazar para ir a la batalla, pero tú puedes usar tu propia ropa, el rey de Siria había dado esta orden, sólo ataquen al rey de Israel, cuando los capitanes vieron a Josafat dijeron, seguramente él es el rey de Israel, así que lo rodearon para atacarlo y él gritó pidiendo ayuda, pero los capitanes se dieron cuenta que no era el rey de Israel y dejaron de perseguirlo, pero luego un soldado tiró con su arco una flecha al azar e hirió a Ahab, la flecha entró por uno de los huecos de su armadura, los soldados mantuvieron en pie al rey en su carro de combate, pero la sangre de su herida corría por el piso del carro y en la tarde el rey murió. Después llevaron el cuerpo del rey a Samaria y lo enterraron allí, lavaron el carro en un pozo que había en Samaria, en el que se bañaban las prostitutas y los perros lamieron la sangre del rey Ahab, así se cumplió lo que Dios había dicho. Su hijo Ocozías fue rey en su lugar, él no obedeció a Dios sino que se comportó mal, haciendo con esto que el Dios de Israel se enojara.

Por lo que, sería bueno que el ser humano acepte la obediencia a Dios y así construya con fruto su vida cristiana, pues Dios quiere que te quites toda ceguera espiritual y cultives el amor incondicional a Dios, pues El demanda de cada persona integridad total para ser ejemplo de vida, en tu comportamiento diario ya que el espíritu santo que mora en ti, transforma tu vida y  tus actitudes y acciones reflejan que Jesucristo vive en tu corazón.


Con Alta Estima,

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