El significado del término “reconocimiento” según el diccionario es la
gratitud que se siente por algún beneficio o favor concedido.
Sabes, en el camino que te toca recorrer encuentras a tu paso personas
que te impulsarán a seguir adelante, pues Dios te protege desde que estás en el
vientre de tu madre, así Mardoqueo cuidó de Ester como un padre adoptivo y la
enseñó a ser temerosa de Dios, estaba al pendiente de ella constantemente y la
aconsejaba, le inculcó que Dios debía ocupar el primer lugar porque El había
entendido que dándole la honra a Dios en tu vida, El te bendice abundantemente.
Así, Tres días después, Ester se puso su vestido de reina, se fue a la
entrada de la sala del palacio donde está el trono, y se detuvo frente al rey.
Cuando el rey vio a Ester, se puso contento y la señaló con el cetro de oro que
tenía en su mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro. El rey le
preguntó: ¿qué deseas Ester? Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi
reino te daría si me lo pidieras. Ella respondió: Su Majestad, he preparado un
banquete en su honor, si le parece bien, quisiera que usted y Aman asistieran.
El rey dijo a sus sirvientes: Vayan a buscar a Amán enseguida, para que vayamos
al banquete de Ester. Así que el rey y Amán fueron al banquete. Mientras bebía
vino, el rey le preguntó a Ester: ¿Qué es lo que deseas? Ester le preguntó, si
he agradado a su Majestad, y le parece bien cumplir mis deseos, me gustaría que
usted y Amán vengan a otro banquete que les prepararé mañana. Allí le diré qué
es lo que deseo.
Aquel día, Amán se fue alegre y contento, pero cuando llegó a la
entrada del palacio y vio que Mardoqueo no se ponía de pie, y ni siquiera se
movía, se enfureció mucho. Sin embargo, no lo demostró, sino que se fue a su
casa y mandó buscar a sus amigos y a su esposa Zeres. Amán les habló de las
grandes riquezas que poseía, de cuantos hijos tenía, de todos los hombres que
había recibido del rey, y de cómo le había dado autoridad sobre los asistentes
y colaboradores del reino. Después les dijo, La reina Ester invitó sólo al rey
y a mí al banquete que ella había preparado. Y nos ha invitado a otro banquete
que ofrecerá mañana. Pero este gozo se me acaba cuando veo a ese judío
Mardoqueo sentado a la entrada del palacio. Entonces su esposa Zeres y todos
sus amigos le aconsejaron: Manda a construir una horca de unos veintidós metros
de altura, luego, mañana por la mañana, le dirás al rey que haga colgar a
Mardoqueo en esa horca. Así podrás disfrutar del banquete, en compañía del rey.
Este consejo le agradó a Amán, y mandó a
construir la horca.
Esa noche el rey no podía dormir, así que mandó traer el libro de la
historia del país, para que le leyeran algo de los acontecimientos más
importantes de su reinado. Cuando leyeron el relato de cuando Mardoqueo había
avisado que los guardias Bigtán y Teres habían planeado matar al rey Asuero,
este preguntó: ¿Qué recompensa recibió Mardoqueo por esto? ¿qué honor se le
dio?, los asistentes le respondieron: No se ha hecho nada.
En ese momento, Amán entró al patio exterior del palacio, buscando al
rey para convencerlo de colgar a Mardoqueo en la horca que tenía preparada.
Entonces el rey preguntó: ¿Quién anda allí? Los asistentes le dijeron al rey
que se trataba de Amán, y el rey ordenó: Háganlo pasar. Cuando Amán entró, el
rey le preguntó: ¿Qué podría yo darle a un hombre para honrarlo? Amán pensó de
inmediato que el rey pensaba en él, así que le respondió: Su Majestad podría
hacer lo siguiente: Ordene que alguien traiga su capa, y también uno de sus
caballos, con un arreglo elegante en la cabeza. Después envíe a su asistente
más importante para que le ponga a ese hombre la capa de Su Majestad y lo pasee
en su caballo por el centro de la ciudad. El asistente irá anunciado: ¡Así trata
el rey a quien el desea honrar!. Entonces el rey le ordenó a Amán: ¡Pues ve
enseguida y haz todo esto con Mardoqueo el judío! ¡Toma la capa y el caballo, y
ve a buscarlo! No olvides ningún detalle de todo lo que has dicho.
Amán tomó la capa y se la puso a Mardoqueo, luego lo hizo montar al
caballo y lo llevó por toda la ciudad. Amán iba anunciando: ¡Así trata el rey a
quien él desea honrar! Después Mardoqueo regresó a la entrada del palacio, y
Amán, muy triste, se apresuró a regresar a su casa. Sentía tanta vergüenza que
hasta se cubría la cara. Al llegar a su casa les contó a su esposa y sus amigos
lo que le había ocurrido. Su esposa y sus amigos más sabios le aconsejaron: Si
Mardoqueo es judío, no pienses que lo podrás vencer. Al contrario, esto es apenas
el comienzo de tu derrota total. Mientras estaban hablando, llegaron los
guardias del rey y se llevaron a Amán al banquete que Ester había preparado.
El rey Asuero y Amán fueron al banquete que les ofrecía la reina Ester.
Mientras bebían vino, el rey le volvió a preguntar a Ester, Dime, ¿Qué deseas,
reina Ester? Hasta la mitad de mi reino te daría si me lo pidieras. Ester le
respondió: Si Su Majestad en verdad me ama, y si le parece bien, le pido que
salve mi vida y la de mi pueblo. Se ha puesto precio y nuestra vida, y se nos
quiere destruir. Si hubiéramos sido vendidos como esclavos y esclavas, yo me
callaría, y no molestaría a Su Majestad por algo sin importancia. El rey Asuero
le preguntó: ¿Y quién se atrevió a hacer esto? ´Dónde está? Ester, señalando a
Amán, le respondió: ¡Nuestro enemigo es este malvado! Al oír esto Amán se quedó
paralizado de miedo. El rey Asuero se levantó de la mesa muy enojado, y salió
al jardín para calmarse. Cuando Amán se dio cuenta de que el rey estaba
decidido a matarlo, se quedó en la sala para rogarle a la reina que lo salvara.
Cuando el rey regresó del jardín y entró a la sala, vio que Amán estaba
demasiado cerca de Ester. Entonces el rey exclamó: ¡Sólo eso me faltaba!¡Que le
faltes al respeto a mi esposa ante mis ojos, y en mi propia casa! Cuando los
guardias oyeron los gritos del rey, entraron y le cubrieron la cara a Amán. Uno
de los guardias, llamado Harboná dijo, en la casa de Amán hay una horca de veintidós
metros de alto, él la preparó para Mardoqueo, el judío que le salvó la vida a
Su Majestad. Entonces el rey ordenó: ¡Cuélguenlo allí! Los guardias colgaron a
Amán en la horca que él había preparado para Mardoqueo, y así el rey se
tranquilizó.
Ese mismo día el rey Asuero le regaló a la reina Ester la casa de Amán,
el enemigo de los judíos y Mardoqueo se presentó ante el rey, pues Ester ya le
había contado a Asuero que ellos eran parientes. Entonces el rey tomó el anillo
que antes le había dado a Amán, y se lo entregó a Mardoqueo. Ester, por su
parte, le dijo a Mardoqueo que se hiciera cargo de todo lo que antes era de
Amán. Ester se arrodilló ante el rey y le rogó, una vez más, que hiciera algo
para impedir que se llevara a cabo el plan de Amán en contra de los judíos. El
rey la señaló con el cetro de oro, y entonces ella se puso de pie y le dijo: Si
a su Majestad le parece bien y justo, y si en verdad me ama, escriba una orden
que anule el documento que Amán dictó para destruir a los judíos. Entonces el
rey Asuero les dijo a Ester y Mardoqueo:
Escriban ustedes cartas ordenando lo que quieren que se haga a favor de
los judíos, y póngales mi sello, Ester y Mardoqueo llamaron enseguida a los
secretarios, y estos escribieron todo lo que Mardoquo les ordenó acerca de los
judíos. Era el día veintitrés del mes de Siván, la orden fue enviada a todos
los gobernadores y principales autoridades de las ciento veintisiete
provincias, desde la India hasta Etiopía. Las cartas daban permiso a los judíos
de reunirse en todas las ciudades para defenderse, matar y destruir totalmente
a quienes los atacaran, sin importar de dónde vinieran y sin respetar a las
mujeres y a los niños y les daba el derecho de apoderarse de sus pertenencias.
Esta orden debía cumplirse en todas las provincias del reino, el mismo día
trece del mes de Adar. Una copia de la orden debía ser publicada en todas las
provincias y también fue publicada en la ciudad de Susa. A medida que se iba
conociendo la orden del rey y su documento, los judíos festejaban con gran
alegría. Además, por medio de Mardoqueo, todas las autoridades ayudaron a los
judíos, pues ahora él tenía un puesto muy importante en el reino, se hizo muy
famoso en todas las provincias y cada día tenía más poder. Ese mismo día
informaron al rey cuantos habían muerto en Susa, entonces el rey le comentó a
la reina Ester, ¿qué más deseas?, pídeme lo que sea que yo te lo concederé,
Ester le respondió, Si a Su Majestad le parece bien, quisiera que también
mañana se permita a los judíos de Susa terminar con sus enemigos. El rey ordenó
que se hiciera así; y el documento con la orden fue entregado en Susa, los
judíos que estaban allí se reunieron el día catorce del mes de Adar y los otros
judíos que estaban en las provincias se habían reunido el día trece del mes de
Adar.
Mardoqueo ordenó que se pusiera por escrito lo sucedido, y envió cartas
a todos los judíos del reino de Asuero, en las que se les ordenaba, que, cada
año, los días catorce y quince del mes de Adar serían de fiesta y también
debían celebrar la fiesta todos sus familiares que nacieran en el futuro y se
harían regalos unos a otros, y ayudarían a los pobres y estos días son
conocidos como fiesta de Purim, que es el plural de la palabra “pu” y significa
“suerte”. Por eso la reina Ester y Mardoqueo escribieron una segunda carta,
amistosa y sincera, para confirmar la fecha de la fiesta de Purim. También
daban instrucciones en la carta en cuanto a la manera de ayunar y de expresar
sus lamentos.
El rey Asuero cobraba impuestos en todo su territorio, y hasta en las
islas. Mardoqueo el judío era la autoridad más importante, después del rey
Asuero. Todos los judíos lo reconocían como un gran hombre y lo apreciaban
mucho, porque él procuraba el bienestar de todos ellos y se encargaba de que
todos los de su pueblo vivieran
tranquilos.
Como puedes darte cuenta, a veces el ser humano puede decir, esto no me
corresponde, lo necesita otro, quizá el confort que se tiene hace olvidar que
otros sufren, pero es necesario estar consciente de que bajo tus fuerzas nada
es seguro, pues sería una seguridad humana que sería efímera, lo importante es
que pongas tu confianza en Dios, pues sólo El te dará provisión en abundancia
para que tú prosperes.
Con Alta Estima,
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