Como puedes ver, la misericordia de Dios es infinita, el rey Ezequías
pidió a Dios lo sanara y en respuesta a su tristeza y oración, le expone su integridad, su
obediencia a El y, continuar sirviéndole a Dios y haciendo las cosas que le
agradan, pues sabes, la misericordia de Dios va más allá de tu razonamiento, es
sin límite, Ezequías oró y lloró amargamente y Dios oyó su oración sincera y
profunda y le concede sanarlo en respuesta a su petición y que dentro de su
motivación seguiría sirviendo a Dios, haciendo las cosas que le agradan a El. Asimismo,
puedes ver que el insiste, le recuerda a
Dios que El siempre le ha obedecido pues cumplía con los mandamientos haciendo
lo justo, y de acuerdo al Pacto no caería ninguna enfermedad sobre él, así
puedes comprobar que estar asidos de la mano del Señor Jesús, depender de El te
dará bendiciones y prosperidad en tu vida.
Así también, Ezequías hijo de Ahaz comenzó a reinar en Judá a los
veinticinco años, cuando Oseas hijo de Elá tenía ya tres años de gobernar en
Israel. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró veintinueve
años, su madre se llamaba Abí hija de Zacarías.
Ezequías obedeció a Dios en todo, tal como lo había hecho su antepasado
David, quitó los pequeños templos de las colinas en donde la gente adoraba a
los dioses y destruyó todas las imágenes de Astarté. También hizo pedazos a la
serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas la trataban
como a un dios, pues le quemaban incienso y la llamaban Nehustán.
Así pues, Ezequías confió en el verdadero Dos de Israel, ni antes ni
después hubo en Judá otro rey como él. Siempre fue fiel a Dios, y obedeció
todos los mandamientos que Dios le había dado a Moisés. Por eso Dios siempre lo
ayudaba y permitía que le fuera bien en todo.
Un día Ezequías se puso en contra del rey de Asiria, y le dijo que no
seguiría bajo su dominio. También venció a los filisteos que estaban en los
pequeños poblados y en las ciudades hasta Gaza y sus fronteras.
Durante el cuarto año del reinado de Ezequías llegó Salmanasar, rey de
Asiria, y rodeó la ciudad de Samaria. Era el séptimo año del reinado de Oseas
en Israel, después de mantener rodeada la ciudad durante tres años, Salmanasar
se apoderó de ella. Luego Salmanasar llevó a los israelitas a Asiria y los
ubicó en Halah, junto al río Habor, en la región de Gozán, y en las ciudades de
los medos, esto sucedió porque los israelitas no obedecieron la lay que Dios les
había dado por medio de Moisés, ni fueron fieles al pacto que habían hecho con
él.
Entonces, Ezequías tenía ya catorce años gobernando, cuando el nuevo
rey de Asiria, llamado Senaquerib, atacó todas las ciudades fortificadas de
Judá y las conquistó, Ezequías mandó entonces un hombre a Laquis, donde estaba
el rey de Asiria, con el siguiente mensaje, hice mal en negarme a pagar los
impuestos, retírate de mi país, y te pagaré lo que me pidas. Entonces
Senaquerib le pidió a Ezequías un impuesto de nueve mil novecientos kilos de
plata y novecientos noventa kilos de oro. Ezequías le dio toda la plata que
encontró en el templo de Dios y en los tesoros del palacio. También quitó el
oro de las puertas del templo y de sus marcos que el mismo había mandado a
poner, y se lo entregó a Senaquerib.
Después Senaquerib envió desde Laquis a tres de sus oficiales de
confianza al frente de un poderoso ejército para atacar Jerusalén, cuando
llegaron, acamparon junto al canal del estanque de Siloé, por el camino que va
a los talleres de los teñidores de telas, y mandaron a llamar a Ezequías, pero
el rey no salió, sino que envió a Eliaquim, encargado del palacio, y a Sebná y
a Joah, sus dos secretarios.
Entonces uno de los oficiales asirios les dio este mensaje para
Ezequías, el gran rey de Asiria quiere saber por qué te sientes tan seguro de
ganarle, para triunfar en la guerra no bastan las palabras, hace falta un buen
ejército y un buen plan de ataque, ¿en quién confías, que te atreves a luchar
contra el rey de Asiria? ¿Acaso confías en Egipto? Ese país y su rey son como
una caña astillada que se romperá si te apoyas en ella, y te herirá, y si me
dices que confías en tu Dios, entonces por qué has quitado todos los altares y
ordenaste que tu pueblo lo adore solamente en Jerusalén.
Tu no tienes con qué atacarme, es más, si ahora mismo me muestras a dos
jinetes yo te doy los caballos. Y si estás esperando a los egipcios, déjame
decirte que los caballos y carros de
combate de Egipto no harán temblar ni al más insignificante de mis soldados.
Además, hemos venido a destruir este país, porque Dios nos ordenó hacerlo.
Después el oficial asirio se puso de pie y gritó muy fuerte en hebreo,
escuchen lo que dice el gran rey de Asiria, no se dejen engañar por Ezequías,
porque él no puede salvarlos de mi poder. Si les dice que confíen en Dios
porque él los va a salvar, no le crean. Hagan las paces conmigo y ríndanse.
Entonces podrán comer las uvas de su propio viñedo, los higos de sus árboles y
bebe su propia gua. Después los llevaré a un país parecido al de ustedes, donde
hay trigo, viñedos, olivos y miel. Allí podrán vivir bien y no morirán. No
escuchen a Ezequías, pues él los engaña
al decirles que Dios los va a salvar. ¡no esperen que el Dios de Ustedes pueda
salvar a Jerusalén. La gente se quedó callada, porque el rey les había ordenado
no contestar .
Cuando el rey Ezequías escuchó el mensaje de Senaquerib, se puso muy triste,
y le pidió a Eliaquim, era el encargado del palacio, Sebná, secretario del rey,
y a los sacerdotes más ancianos que fueran a ver al profeta Isaías, hijo de Amos,
y le dijeron al profeta, el rey Ezequías dice que hoy es un día de luto, de
castigo y de vergüenza, pídele a Dios que ayude a los israelitas que aún quedan
con vida. Isaías les respondió, Denle al rey este mensaje de parte de Dios, No
tengas miedo, yo haré que el rey Senaquerib reciba una mala noticia que lo
obligue a regresar a su país, y allí lo matarán.
En esos días el rey Ezequías se enfermó gravemente y estaba por morir,
el profeta Isaías fue a visitarlo y le dijo, Dios dice que vas a morir, así que
arregla todos tus asuntos familiares más importantes. Entonces Ezequías volvió
su cara hacia la pared y oró a Dios, así, Dios mío no te olvides de que yo
siempre he sido sincero contigo, y te he agradado en todo, luego Ezequías lloró
con mucha tristeza, Isaías lo dejo, pero antes de salir, Dios le dijo, dile
vuelve y dile al rey, que yo, el Dios de su antepasado David, escuché su
oración y sus lágrimas, dile que voy a sanarlo, y que le daré quince años más
de vida. Isaías fue y le dio el mensaje a Ezequías, luego ordenó preparar una
pasta de higos y que se la pusiera en la parte enferma para que sanara y Ezequías
le preguntó, ¿cómo sabré que sanaré? ¿qué señal me vas a dar?, Isaías le
respondió, ¿quieres que la sombre en el reloj del sol se adelante diez grados o
prefieres que retroceda?, Ezequías contestó, prefiero que retroceda diez grado,
Isaías le rogó a Dios que lo hiciera así y Dios hizo que la sombra retrocediera
diez grados.
No obstante,Merodac-baladán que era rey de Babilonia en enteró de que
Ezequías había estado enfermo, así que le envió mensajeros con cartas y un
regalo, Ezequías les dio la bienvenida y les mostró todos los tesoros del
palacio, Isaías le preguntó que vieron en tu palacio? Y le dijo, ¡Todo!, les
mostrés todo lo que tengo en mi palacio y en mis bodegas. Entonces Isaías le
dijo, escucha este mensaje de parte de Dios, en el futuro todo lo que hay en tu
palacio será llevado a Babilonia, también se llevarán algunos de tus hijos, y
allí los harán esclavos y no les permitirán tener descendientes. Ezequías pensó
que por lo menos vivirían seguros y en paz mientras él fuera rey, así que le
respondió a Isaías, si así lo quiere Dios, está bien. Cuando Ezequías murió, lo
enterraron en la tumba de sus antepasados, su hijo Manasés reinó en su lugar.
Por lo que puedes ver, es importante orar, leer la Palabra, congregarte,
de manera que no cedas el terreno a Satanás pues él está al asecho y te puede
destruir. Al contrario que tu decisión sea firme para hacer lo bueno, apartarse
del mal y darle a Dios su lugar y todo lo que le corresponde, y algo importante, estar atento y alerta a la voz de Dios para oir su mensaje.
Con Alta Estima,
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